Puede que Obi Wan Kenobi no sea el Jedi más poderoso, sabio o entendido en los caminos de la fuerza de la galaxia muy, muy lejana de Star Wars, pero él solito ha reducido a bantha poodoo a los enemigos más temibles imaginados por George Lucas. De Darth Maul al General Grievous, pasando por un Darth Vader absolutamente cegado por la cólera. Una trayectoria espectacular que se manifestó en la gran pantalla y que, curiosamente, despegó en los cómics, las novelas y, finalmente, un videojuego exclusivo de Xbox: Star Wars: Obi Wan.
Lanzado en diciembre de 2001, y llegando a territorio europeo bien entrado 2002, Star Wars: Obi Wan llegó a rebufo de todo ese impresionante despliegue de LucasArts a la hora de arropar Star Wars: La amenaza fantasma. Siendo justos, para cuando el juego llegó a las estanterías la división de videojuegos de LucasFilm ya se había volcado de lo lindo adaptando la trama y los momentos más estelares a todo tipo de géneros, incluyendo el hack'n slash de Jedi Power Battles, las batallas espaciales de Star Wars Starfighter o las intrépidas carreras de Star Wars: Episode I: Racer.
Si bien, La Amenaza fantasma dividió a los fans, los juegos supieron reflejar lo mejor y más colorido de la película. Ahora bien, lo cierto es que por entonces el nuevo tema de conversación -la obsesión- de cinéfilos y apasionados por La Guerra de las Galaxias estaba precisamente en El Ataque de los clones. Lo cual no quita que todavía hubiese margen para darle nuevas perspectivas al primer episodio de la saga. Sobre todo, cuando esa perspectiva que nos plantea LucasArts es la de un aprendiz durante su viaje hasta convertirse en caballero Jedi.
Star Wars: Obi Wan arranca mucho antes de los acontecimientos de La amenaza fantasma y poco a poco encauza su contenido a lo vivido en la película. Quizás no sea precisamente un viaje emocional, pero fue en muchos aspectos atrevido. No lo suficiente como para ser un gran clásico de LucasArts, pero definitivamente cumplía con las expectativas de los fans del personaje recientemente redibujado en la gran pantalla.
Porque, y esto es importante tenerlo presente, tras varias décadas asociando el nombre de Ben Kenobi a un sabio mentor bastante entrado en edad, ahora teníamos a un jovenzuelo capaz de hacer monerías en pantalla y darle usos muy interesantes a la fuerza. Elementos que, se mire como se mire, lo convierten al joven Obi Wan en el protagonista perfecto para su propio videojuego.
El futuro por escribir de un Jedi, el destino toda una Galaxia
Quizás la orden Jedi busque la armonía y defienda la paz a lo largo y ancho de la galaxia, pero lo cierto es que Obi Wan Kenobi no tiene tiempo para aburrirse. Como padawan del sabio maestro y poco ortodoxo Qui-Gon Jinn, el joven Obi Wan está más o menos acostumbrado a meterse en problemas, pero investigar y desarticular toda una banda criminal que habita en los bajos fondos de Coruscant es más que un encargo para lo que técnicamente es un Jedi en periodo de formación. Un aprendiz, desde luego, pero bastante curtido con la espada láser.
Por designio del consejo del templo Jedi, Obi Wan seguirá el rastro del Black Heth, una misteriosa organización cuyas revueltas y operaciones criminales han pasado a ser asuntos de los Jedi. Un asunto especialmente delicado que, por otro lado, servirá para demostrar si el joven aprendiz está preparado para someterse a las pruebas y obtener el rango de caballero. Lo que ni el consejo ni el propio Obi Wan sospechan es que esa operación es el cabo suelto de una trama mayor que acabará determinando el destino de toda la galaxia.
Tras un poco discreto paseo por algunas de las zonas más turbias de Coruscant siguiendo el rastro del Black Heth, Obi Wan descubre algo más que una red de crimen organizado: en el planeta Obredaan se está procesando un tipo de arma especialmente peligroso elaborado con cortosis, un extraño mineral cuya resistencia a las espadas láser lo convierte en un recurso muy valioso para los enemigos de los Jedi. Una amenaza que el consejo decide atajar de inmediato mandando a dos poderosos maestros. No obstante, el destino querrá que sean Qui-Gon y Obi Wan quienes completen la misión.
Maestro y discípulo parten hacia Obredaan con el doble propósito de emprender un rescate y averiguar qué tipo de amenaza se está manifestando en el horizonte. Y, si bien, cumplen con el primero de los objetivos, la única pista que consiguen obtener tras su agitado viaje es la presencia de una nave de la Federación de Comercio. Algo de lo que, lógicamente, ésta se desentiende por completo.
Casualidad o destino, la siguiente misión asignada por el consejo Jedi a Obi Wan tiene que ver con la propia Federación de Comercio: bajo la sospecha de un conflicto inminente entre ésta y el pacífico planeta Naboo, Qui-Gon y su padawan son enviados como embajadores de la República galáctica para negociar con la federación sobre el complejo bloqueo comercial que han emprendido y continuar con la investigación.
Y, si bien, la llegada de los Jedi debía servir para lograr un mero tratado diplomático, la acalorada bienvenida de una armada de droides de combate los obligará a usar nuevamente sus espadas láser para salir de una pieza.
A partir de este punto, Star Wars: Obi Wan continúa y expande el filme Star Wars: la Amenaza Fantasma a través de una selección de niveles protagonizados exclusivamente por el joven Obi Wan hilados de manera en la que se sostiene la historia como videojuego, pese a numerosos saltos en lo que se refiere a los grandes acontecimientos de la película.
Eso no quiere decir que lo abordado en el juego quede limitado a la historia conocida: pese a que hay notables saltos entre escenas, para la ocasión, LucasArts dio a Obi Wan algunas tramas paralelas curiosas que no afectan ni transforman la trama. De modo que:
- Mientras Qui-Gon se encuentra en Mos Espa buscando piezas para arreglar la nave (y acaba tomando parte en una intensa carrera de vainas) en Star Wars: Obi Wan se omite todo lo relacionado con esa parte de la historia y se le da al jugador una nueva que implica un rescate de la Reina Amidala en Tatooine, la cual en realidad era uno de los señuelos de Padme.
- Del mismo modo, también se expanden otros acontecimientos como la infiltración en el palacio de Theed, la capital del planeta Naboo, liberando poco a poco las calles de la invasión de la Federación mientras se columpia por sus balcones, emprende rescates y se enfrenta a nuevos peligros.
- No menos interesante es que, entre tramo y tramo de la aventura y cada vez que Obi Wan pasa por el Templo Jedi, éste se somete a diferentes pruebas y enfrentamientos en la Arena, midiendo su habilidad con la espada láser con varios de los personajes icónicos de la saga como los maestros Mace Windu o Plo Koon.
Como es de esperar, todos los acontecimientos de Star Wars: Obi Wan convergen en el duelo de destinos en el que el padawan debe enfrentarse a un Sith, un poderoso Jedi oscuro, que esgrime un letal sable de luz de doble hoja. Un enemigo cuya presencia confirmaba los peores temores del consejo: una amenaza fantasma había comenzado a tomar forma.
Y pese a que Obi Wan tendrá tiempo para meditar sobre todo lo ocurrido y sus consecuencias, su prueba más compleja y delicada ahora se manifiesta frente a él: por voluntad expresa de su maestro, y pese a las dudas del consejo Jedi, Kenobi deberá proteger e instruir a un joven con el potencial para ser el Jedi más poderoso de la historia. Un discípulo destinado a devolver el equilibrio a esa energía cósmica que rige el universo: la Fuerza.
Star Wars: Obi Wan, del ratón al Duke de Xbox
El debut de La Guerra de las Galaxias en las consolas PlayStation fue un desastre: Star Wars: Masters of Teras Kasi apostó por la lucha tridimensional y acabó siendo una experiencia tosca a los controles y no muy satisfactoria en lo visual. Errores que estaban presentes, aunque no eran tan acusados en Star Wars: Obi Wan, siendo una de las grandes exclusividades de la primera Xbox en su año de salida. Sin embargo, existe un matiz con el que se entiende mejor todo: el plan original de LucasArts es que fuese un juego de PC.
Anunciado en vísperas del estreno de la Amenaza fantasma en la gran pantalla, el juego Star Wars: Episode I: Obi-Wan daría al personaje interpretado por Ewan McGregor una aventura totalmente hecha a medida. Y lo cierto es que sobraban los motivos: hubo montones de proyectos que arroparon la película de George Lucas, pero ninguno dedicado íntegramente a la acción. Era cuestión de tiempo que se alineasen los astros y Obi Wan era el candidato perfecto para protagonizar el juego.
El proyecto quedó en el aire durante demasiado tiempo. Lo suficiente como para que dos títulos de acción llegaran a sobremesas y Game Boy Color un año después del estreno de la película: Jedi Power Battles combinaba aventura y hack'n slash para dos jugadores, mientras que Star Wars: Obi Wan's Adventures llevaba los acontecimientos de la película a la acción isométrica dentro de las posibilidades de la portátil de Nintendo. ¿Y qué pasó con el juego de PC?
La idea original de LucasArts era centrarse por completo en el personaje de Obi Wan Kenobi, desde luego, pero también introducir un elemento jugable distintivo. En este caso, un sistema de control en el que el jugador usaba los movimientos del ratón para controlar la espada láser de nuestro héroe. Una idea que ya había sido explorada en otros juegos contemporáneos sin demasiado éxito.
Star Wars: Episode I: Obi-Wan no llegó a los sistemas de escritorios, pero la entrada en escena de Xbox y sus facilidades a la hora de adaptar los contenidos de PC permitió que aquella premisa tomase forma en la primera consola de Microsoft. Sustituyendo los gestos del ratón por otra idea no menos atrevida: podemos controlar la espada láser de manera independiente haciendo uso del stick derecho del Duke, el enorme mando de Xbox.
Microsoft no fue la primera consola en apostar por los dos sticks. Ahí tenemos el DualShock original. Pero supo ver con claridad que su disposición asimétrica y su uso serían determinantes en un futuro del videojuego no demasiado lejano. El ahora renombrado como Star Wars: Obi-Wan y su curioso sistema de control encajaban de maravilla en los planes, con lo que tanto LucasArts como Xbox tenían algo interesante que aportar a jugadores y a los fans de Star Wars. De modo que:
- Con el uso del stick derecho controlamos la dirección y el tipo de corte de la espada láser. E incluso tenemos acceso a determinados trucos: podemos devolver y desviar proyectiles bajando el stick, realizar tajos potentes subiéndolo e incluso hacer combinaciones interesantes al combinar dos direcciones rápidamente.
Por otro lado, el uso de la fuerza es algo que debía tener su propio peso a lo largo del desarrollo de la aventura. Pese a ser un aprendiz de Jedi, Obi Wan tiene acceso a trucos realmente poderosos usando el gatillo izquierdo gastando la carga azulada que se muestra en pantalla, incluyendo:
- El salto de la fuerza (con el botón A) garantiza un súper salto que nos eleva varios metros.
- El tirón con agarre (con el botón X) desarma al enemigo de manera instantánea.
- El empuje de la fuerza (con el botón Y) repele al enemigo varios metros en la dirección designada.
- El lanzamiento de la fuerza (con el botón B) eleva y posteriormente arroja un objeto del escenario hacia un enemigo o despeja la zona.
- El sentido de la fuerza (con el botón Blanco) hace que por un tiempo limitado Obi Wan incremente su agilidad, lo que supone que todo lo que ocurre en pantalla se mueva más despacio. Algo así como un efecto Matrix.
- Por último, pero no menos interesante, Obi Wan puede usar armas tradicionales a lo largo del juego, incluyendo una especie de rifle francotirador o torretas convenientemente repartidas en los tejados de Naboo. Aunque, lógicamente, el diseño de niveles y enemigos promueve que hagamos bastante más uso de la espada láser.
Junto a estas habilidades, Obi Wan puede lanzar su espada láser -lo cual le dejará completamente desprotegido- o usar un incremento de la Fuerza para realizar ataques más letales e incisivos. Además, y pese a que técnicamente no se trata de una habilidad de la fuerza, también podemos hacer volteretas y esquives con el botón B. Algo impensable de imaginar con el viejo Ben Kenobi. Recursos más que necesarios para sobrevivir a escenarios conocidos y otros por descubrir.
De los barrios bajos de Coruscant al Palacio de el palacio de Theed
Como videojuego hay que reconocer que Star Wars: Obi Wan no ha envejecido realmente bien. Al menos, no como Episode I: Racer o Jedi Power Battles. No es una cuestión de retrorotura, o cómo la jugabilidad y la estética juegan en su contra, sino de cómo se implementaron ideas, diseños y mecánicas en su día que a día de hoy están muy bien perfiladas. Haciendo que sobre el papel todo pinte de maravilla pero en la práctica repartir mandobles sea innecesariamente impreciso.
Con todo, Star Wars: Obi Wan posee características propias que lo convierten en un reclamo interesante en sí mismo. De partida, por tratarse de una precuela legítima dentro de la primera trilogía (en orden cronológico) de la Guerra de las Galaxias. Llevándonos a través de la perspectiva de Obi Wan a los acontecimientos previos a La Amenaza fantasma.
Dando al fan esa escena introductoria a los personajes de Obi Wan y Qui-Gon que muchos echamos de menos en los cines.
A nivel visual hay que reconocer que es hijo de su tiempo. No estaba a la vanguardia, pero tampoco se le podía pedir mucho más. Algunos de sus escenarios son complejos y atrevidos que se despliegan tanto en horizontal como en vertical a lo largo de la pantalla. Y, siendo justos, hasta se agradece que no se lleve constantemente al jugador de la mano en cada nuevo tramo de la aventura. Otros, no obstante, son muy cortos y sirven a modo de interludio o para darle consistencia a los acontecimientos de la película.
Y pese a ello, el verdadero valor y aporte del juego son todos sus contenidos originales. Llevándonos a las zonas más turbias de una Coruscant, adentrándonos en un extremadamente peligroso campamento de moradores de las arenas en Tatooine en un rescate a la desesperada. Permitiéndonos pasear con relativa libertad por las exóticas calles de la capital de Naboo, entre otras tantas novedades.
Visto con perspectiva, esas tres características definirán el paso de Anakin Skywalker durante los dos primeros actos de Star Wars: El Ataque de los Clones.
La propuesta de juego se redondea con un modo Entrenamiento integrado en el propio juego que sirve como tutorial - realmente recomendable- y el modo Jedi Battle, en el cual podemos participar en combates con aquellos personajes que hemos ido desbloqueando a lo largo de la aventura. Un tipo de experiencia, todo sea dicho, bastante recurrente y que volveríamos a ver en el videojuego oficial de La Venganza de los Sith, aunque con un sistema de control muchísimo más interesante.
Y es que a los combates de Star Wars: Obi Wan ni lucen bien en pantalla si se sienten realmente entretenidos. No es que le falte un socorrido y siempre bienvenido sistema de combos, que también, sino que palidecía frente a los de un Jedi Power Battles publicado apenas un año antes. Y pese a que se trató de dos propuestas de juego muy diferentes, las comparaciones jugaron inevitablemente en contra del título de Xbox.
El videojuego oficial de La Amenaza Fantasma abordaba e desafío de llevar la película a la PlayStation original sin llegar a extralimitarse demasiado en lo que aportaba como aventura. Cediendo el espacio justo y necesario a la acción dentro de la propuesta de juego. Lo cual hace que la única alternativa comparable a Star Wars: Obi Wan fuese el juego de Game Boy Color decidido también al joven aprendiz de Jedi. Un juego, todo sea dicho, especialmente corto y que dejaba patentes los límites de la consola a color.
Star Wars: Obi Wan, un episodio perdido para un personaje clave de la Guerra de las Galaxias
Abordar Star Wars: Obi Wan desmereciendo lo que aporta al fan es un error. Está lejos de ser la mejor adaptación a los videojuegos de La Amenaza Fantasma y tampoco se encuentra entre lo mejor que ha hecho la LucasArts posterior al cambio de milenio, pero su manera de atreverse a llevar al jugador a nuevas direcciones y enriquecer al personaje juegan a su favor.
Eso no quita que haya decisiones que merezcan ser cuestionadas, como limitar el intenso enfrentamiento contra Darth Maul al clímax de la batalla con el juego que siempre ha dado ese combate dinámico en las entrañas del Palacio de Theed en consolas y PCs. Y lo mismo se puede aplicar a muchos de los tramos de la aventura.
Porque, pese a que Star Wars: Obi Wan ofrece más de 15 escenarios convenientemente repartidos en cinco capítulos, lo cierto es que hay demasiados momentos icónicos que no llegaron al juego. Algunos de ellos por cuestiones de pura lógica, como lo relacionado con la Carrera de vainas de la Clásica de Boonta Eve dado que Obi Wan no estuvo ahí. Pero que el juego prácticamente reduzca a lo mínimo e indispensable la presencia del pequeño Anakin es, pese a sus detractores, un error fatal.
Con todo, lo aportado por Star Wars: Obi Wan en lo relativo a su planteamiento de juego no cayó en saco roto. Si bien, mucho de lo que hay en él bebe de juegos como Jedi Knight o Shadows of the Empire, también hay herederos descarados y muy recientes de su manera de trasladar la esencia de la saga galáctica a los videojuegos.
Desde un Star Wars Jedi: Fallen Order que retoma sus conceptos jugables a un LEGO Star Wars: La Saga Skywalker que no teme darle más profundidad a su contexto. Pasando por las dos entregas de El Poder de la Fuerza, una de las mejores incursiones de LucasArts en el universo expandido y el verdadero salto de la franquicia al hack'n slash.
La trayectoria de la saga Star Wars por las consolas está llena de contrastes que van desde decepciones sonadas a verdaderos clásicos atemporales. Star Wars: Obi Wan no está entre lo más celebrado de la saga galáctica en los videojuegos, ni mucho menos, pero sabe posicionarse de un modo muy especial entre su extenso legado. No por su condición de exclusividad en la primera Xbox, sino por su atrevida manera de hacernos redescubrir la Amenaza fantasma y esas aventuras que jamás vimos en la gran pantalla. Y lo que es mejor: ¡resolverlas a base de tajos de espada láser!
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