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Disponible desde hace unas semanas para PS3 y Xbox 360, el desarrollo de ‘Splatterhouse’ no fue nada fácil y muchos nos temíamos lo peor. Un clásico de Namco (ahora Namco Bandai) que comenzó en 1988 en recreativas y que gozó de mucha popularidad entre los usuarios de Megadrive al ver la segunda y tercera entregas en exclusiva para la consola de SEGA.
Muchos años han pasado desde la tercera entrega, y a pesar de que hoy en día se llevan las 3D ‘Splatterhouse’ no ha olvidado sus raíces, algo que le honra. Pero por desgracia el conjunto de esta obra de Namco Bandai es un tanto irregular, resultando en ocasiones frustrante. Una pena, pero veamos por qué en su análisis.
El planteamiento poco ha cambiado en estos más de 20 años desde el original. Tenemos al protagonista, Rick, y a su amada, Jenny, a la que debemos rescatar. En esta ocasión todo empieza con ambos llegando a la mansión del doctor West para realizarle una entrevista, pero todo se ve truncado con el rapto de Jenny por parte de los seres malignos invocados por el doctor West, y la posterior muerte de Rick. Menos mal que había una máscara por ahí...
A estas alturas no vamos a descubrir ‘Splatterhouse’ y sus influencias, pero sin duda los amantes de las películas de serie B y del gore serán los que más lo disfruten. Lo malo es que a pesar de contar con un espíritu muy favorable todo se va al garete debido a varias imprecisiones.
‘Splatterhouse’. La casa de los horrores
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Y es que el principal lastre de este título es su maldita cámara. Se podría decir que tiene vida propia, ya que en las batallas es donde da lo mejor de sí, sarcásticamente hablando. Un verdadero caos en más de las ocasiones de las que pueda contar con mis manos, dejándonos vendidos casi siempre por no ver un enemigo que se acercaba… Frustrante es decir poco.
Por suerte las habilidades de Rick mejoran con el tiempo, y aunque nos maten se nos mantendrá la experiencia (en forma de sangre) ganada, con la que poder desbloquear nuevos movimientos. Al principio será muy común ver la pantalla de muerte, detalle que, por cierto, es tedioso hasta decir basta, porque tras continuar veremos una interminable pantalla de carga que desesperará hasta al más pintado, pero según progresemos y tengamos un buen número de habilidades la cosa mejora hasta cierto punto, porque como he dicho, el desarrollo del juego en líneas generales es irregular.
Sin duda sería mejor juego si en vez de 12 fases se hubiesen reducido a la mitad, resultando más variadas entre sí, porque si de algo peca también ‘Splatterhouse’ es de repetición extrema, especialmente notoria en las últimas fases, con un desarrollo en plan “avanza hasta tal punto, horda de enemigos, avanza hasta otro punto, horda de enemigos”, repitiéndose incluso algunos de los jefes finales que liquidamos al inicio. Y si a eso le sumamos que el modo supervivencia es básicamente un modo horda en una habitación cerrada, tampoco es que mejore el tema, aunque al menos la experiencia acumulada nos servirá para el modo historia, e incluso podremos conseguir seis fotos más de Jenny en poses sugerentes. Y es que la moda de las cosas a coleccionar se mantiene en ‘Splatterhouse’, teniendo que recoger trozos de fotos de Jenny (11 en el modo historia), algunas en las que se le ve como su madre la trajo al mundo.
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Donde ‘Splatterhouse’ saca un poco las castañas del fuego es a la hora de los combates. Si bien al inicio Rick es poco competente, cuando logramos un buen número de habilidades es cuando de verdad empezaremos a disfrutar del juego gracias a su variedad de movimientos. En su forma normal Rick podrá atacar de múltiples formas con sus puños, hacer cargas en carrera, agarrar a los enemigos para golpear a los demás o incluso desmembrarlos (¡y utilizar sus extremidades como arma!), pudiendo empuñar, por supuesto, armas blancas del estilo bates de béisbol u hojas afiladas, e incluso una motosierra y una escopeta; pero donde de verdad Rick sacará su verdadero potencial a relucir es cuando entra en modo berserker. Su cuerpo aumenta de tamaño, igual que su mala leche y su potencia de ataque. Podrá cortar en pedazos a los enemigos con las hojas que salen de sus brazos (splatter slash), o dar un potente golpe sobre el suelo para provocar una onda expansiva (splatter smash). Incluso si vamos mal de vida con splatter siphon sacará una especie de tentáculos de su cuerpo para absorber la vida rival y reponer un poco la nuestra.
Splatter, Explótame, ¡Splóh! Berserker mode = ON
Obviamente, no podemos acceder al modo berserker cuando queramos, siendo necesaria una cantidad de sangre de nuestro medidor necro. Cuantos más enemigos golpeemos y más sangre sea derramada, más rápido lo rellenaremos. Aunque si no tenemos enemigos a la vista, siempre podemos buscar gusanos para aplastar y rellenar dicho medidor, aparte de obtener puntos de experiencia adicionales que nunca vienen mal.
Dentro de los combates hay que resaltar otro tema, y es el de los fatalities, que aquí reciben el nombre de splatterkills. Cuando un enemigo tenga poca vida y esté a punto de morir, su contorno se resaltará en rojo, indicándonos que podremos realizar dicho ataque. Simplemente tendremos que agarrarlo y una corta secuencia de QTE nos llevará a verlo en una situación poco recomendable para mentes sensibles. Hay una de los enemigos finales bastante, bastante escatológica.
En mi caso, poco fan de los QTE, debo decir que algunos me desesperaron al inicio porque la indicación de los sticks analógicos y el poco tiempo de reacción nos pueden provocar no solamente el fallo de la ejecución, sino de nuestra propia muerte. Por suerte la cosa se va normalizando a mitad de la historia y casi siempre la ejecución de los enemigos normales será prácticamente la misma.
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¿Y qué decir de la historia? Su desarrollo, como comenté al inicio, se podría resumir en menos capítulos, pero al menos viviremos algunos momentos un tanto especiales. El haber dicho al principio que ‘Splatterhouse’ no había olvidado sus raíces tenía una connotación especial, y es que en varias situaciones viviremos la historia en dos dimensiones. Igual que los primeros ‘Splatterhouse’. Esto, que al principio tiene su gracia, por momentos se hace un poco insufrible debido a un control en el salto muy mejorable. Sí, moriremos alguna que otra vez en las trampas, bien sea por picar en ellas, o simplemente por caernos al dar mal un salto.
De todas formas, se agradece el cambio de vista, pero más aún el hecho de que, al progresar en la historia, vayamos desbloqueando los ‘Splatterhouse’ clásicos. Sí, los tres. ¡Incluso sus passwords de selección de fase siguen funcionando! Ahora bien, no se puede decir que los dos primeros hayan aguantado bien el paso del tiempo debido a sus limitaciones también en el control. Al menos el tercero, por ese desarrollo en plan beat’em up se salva un poco de la quema. Y es que por mucho que me pese, no he tenido las mismas sensaciones que cuando probé la segunda entrega en mi Megadrive. Los tiempos cambian, y hay ciertas cosas que necesitan pulirse.
No es ninguna queja, en cualquier caso, ya que suficiente detalle es haber regalado estos tres clásicos (se mire por donde se mire) en estos tiempos que corren, con tanto DLC de pago. Así que por esta parte, chapeau por Namco Bandai, sin ningún tipo de duda.
La pena es que en ‘Splatterhouse’, el nuevo, pesan tal vez demasiado sus fallos sobre sus aciertos, haciendo que posiblemente suframos más durante la partida que pasándolo bien. Detalles que se podrían haber subsanado, pero tal vez por no alargar más la espera tuvieron que ser sacrificados… Quizás en un futuro, dependiendo del éxito de este regreso, podamos ver una nueva entrega con la que brindar con toda esa sangre derramada.
Ficha Técnica: Splatterhouse
Disponible desde hace unas semanas para PS3 y Xbox 360, el desarrollo de ‘Splatterhouse’ no fue nada fácil y muchos nos temíamos lo peor. Un clásico de Namco (ahora Namco Bandai) que comenzó en 1988 en recreativas y que gozó de mucha popularidad entre los usuarios de Megadrive al ver la segunda y tercera entregas en exclusiva para la consola de SEGA.
Muchos años han pasado desde la tercera entrega, y a pesar de que hoy en día se llevan las 3D ‘Splatterhouse’ no ha olvidado sus raíces, algo que le honra. Pero por desgracia el conjunto de esta obra de Namco Bandai es un tanto irregular, resultando en ocasiones frustrante. Una pena, pero veamos por qué en su análisis.
El planteamiento poco ha cambiado en estos más de 20 años desde el original. Tenemos al protagonista, Rick, y a su amada, Jenny, a la que debemos rescatar. En esta ocasión todo empieza con ambos llegando a la mansión del doctor West para realizarle una entrevista, pero todo se ve truncado con el rapto de Jenny por parte de los seres malignos invocados por el doctor West, y la posterior muerte de Rick. Menos mal que había una máscara por ahí...
A estas alturas no vamos a descubrir ‘Splatterhouse’ y sus influencias, pero sin duda los amantes de las películas de serie B y del gore serán los que más lo disfruten. Lo malo es que a pesar de contar con un espíritu muy favorable todo se va al garete debido a varias imprecisiones.
‘Splatterhouse’. La casa de los horrores
Y es que el principal lastre de este título es su maldita cámara. Se podría decir que tiene vida propia, ya que en las batallas es donde da lo mejor de sí, sarcásticamente hablando. Un verdadero caos en más de las ocasiones de las que pueda contar con mis manos, dejándonos vendidos casi siempre por no ver un enemigo que se acercaba… Frustrante es decir poco.
Por suerte las habilidades de Rick mejoran con el tiempo, y aunque nos maten se nos mantendrá la experiencia (en forma de sangre) ganada, con la que poder desbloquear nuevos movimientos. Al principio será muy común ver la pantalla de muerte, detalle que, por cierto, es tedioso hasta decir basta, porque tras continuar veremos una interminable pantalla de carga que desesperará hasta al más pintado, pero según progresemos y tengamos un buen número de habilidades la cosa mejora hasta cierto punto, porque como he dicho, el desarrollo del juego en líneas generales es irregular.
Sin duda sería mejor juego si en vez de 12 fases se hubiesen reducido a la mitad, resultando más variadas entre sí, porque si de algo peca también ‘Splatterhouse’ es de repetición extrema, especialmente notoria en las últimas fases, con un desarrollo en plan “avanza hasta tal punto, horda de enemigos, avanza hasta otro punto, horda de enemigos”, repitiéndose incluso algunos de los jefes finales que liquidamos al inicio. Y si a eso le sumamos que el modo supervivencia es básicamente un modo horda en una habitación cerrada, tampoco es que mejore el tema, aunque al menos la experiencia acumulada nos servirá para el modo historia, e incluso podremos conseguir seis fotos más de Jenny en poses sugerentes. Y es que la moda de las cosas a coleccionar se mantiene en ‘Splatterhouse’, teniendo que recoger trozos de fotos de Jenny (11 en el modo historia), algunas en las que se le ve como su madre la trajo al mundo.
Donde ‘Splatterhouse’ saca un poco las castañas del fuego es a la hora de los combates. Si bien al inicio Rick es poco competente, cuando logramos un buen número de habilidades es cuando de verdad empezaremos a disfrutar del juego gracias a su variedad de movimientos. En su forma normal Rick podrá atacar de múltiples formas con sus puños, hacer cargas en carrera, agarrar a los enemigos para golpear a los demás o incluso desmembrarlos (¡y utilizar sus extremidades como arma!), pudiendo empuñar, por supuesto, armas blancas del estilo bates de béisbol u hojas afiladas, e incluso una motosierra y una escopeta; pero donde de verdad Rick sacará su verdadero potencial a relucir es cuando entra en modo berserker. Su cuerpo aumenta de tamaño, igual que su mala leche y su potencia de ataque. Podrá cortar en pedazos a los enemigos con las hojas que salen de sus brazos (splatter slash), o dar un potente golpe sobre el suelo para provocar una onda expansiva (splatter smash). Incluso si vamos mal de vida con splatter siphon sacará una especie de tentáculos de su cuerpo para absorber la vida rival y reponer un poco la nuestra.
Splatter, Explótame, ¡Splóh! Berserker mode = ON
Obviamente, no podemos acceder al modo berserker cuando queramos, siendo necesaria una cantidad de sangre de nuestro medidor necro. Cuantos más enemigos golpeemos y más sangre sea derramada, más rápido lo rellenaremos. Aunque si no tenemos enemigos a la vista, siempre podemos buscar gusanos para aplastar y rellenar dicho medidor, aparte de obtener puntos de experiencia adicionales que nunca vienen mal.
Dentro de los combates hay que resaltar otro tema, y es el de los fatalities, que aquí reciben el nombre de splatterkills. Cuando un enemigo tenga poca vida y esté a punto de morir, su contorno se resaltará en rojo, indicándonos que podremos realizar dicho ataque. Simplemente tendremos que agarrarlo y una corta secuencia de QTE nos llevará a verlo en una situación poco recomendable para mentes sensibles. Hay una de los enemigos finales bastante, bastante escatológica.
En mi caso, poco fan de los QTE, debo decir que algunos me desesperaron al inicio porque la indicación de los sticks analógicos y el poco tiempo de reacción nos pueden provocar no solamente el fallo de la ejecución, sino de nuestra propia muerte. Por suerte la cosa se va normalizando a mitad de la historia y casi siempre la ejecución de los enemigos normales será prácticamente la misma.
¿Y qué decir de la historia? Su desarrollo, como comenté al inicio, se podría resumir en menos capítulos, pero al menos viviremos algunos momentos un tanto especiales. El haber dicho al principio que ‘Splatterhouse’ no había olvidado sus raíces tenía una connotación especial, y es que en varias situaciones viviremos la historia en dos dimensiones. Igual que los primeros ‘Splatterhouse’. Esto, que al principio tiene su gracia, por momentos se hace un poco insufrible debido a un control en el salto muy mejorable. Sí, moriremos alguna que otra vez en las trampas, bien sea por picar en ellas, o simplemente por caernos al dar mal un salto.
De todas formas, se agradece el cambio de vista, pero más aún el hecho de que, al progresar en la historia, vayamos desbloqueando los ‘Splatterhouse’ clásicos. Sí, los tres. ¡Incluso sus passwords de selección de fase siguen funcionando! Ahora bien, no se puede decir que los dos primeros hayan aguantado bien el paso del tiempo debido a sus limitaciones también en el control. Al menos el tercero, por ese desarrollo en plan beat’em up se salva un poco de la quema. Y es que por mucho que me pese, no he tenido las mismas sensaciones que cuando probé la segunda entrega en mi Megadrive. Los tiempos cambian, y hay ciertas cosas que necesitan pulirse.
No es ninguna queja, en cualquier caso, ya que suficiente detalle es haber regalado estos tres clásicos (se mire por donde se mire) en estos tiempos que corren, con tanto DLC de pago. Así que por esta parte, chapeau por Namco Bandai, sin ningún tipo de duda.
La pena es que en ‘Splatterhouse’, el nuevo, pesan tal vez demasiado sus fallos sobre sus aciertos, haciendo que posiblemente suframos más durante la partida que pasándolo bien. Detalles que se podrían haber subsanado, pero tal vez por no alargar más la espera tuvieron que ser sacrificados… Quizás en un futuro, dependiendo del éxito de este regreso, podamos ver una nueva entrega con la que brindar con toda esa sangre derramada.
‘Splatterhouse’. La casa de los horrores
- Plataformas: PS3 y Xbox 360 (versión analizada)
- Editor: Namco Bandai
- Desarrollador: Namco Bandai
- Lanzamiento: Ya disponible
- Precio: 60,95 euros
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Plataformas: PS3 y Xbox 360 (versión analizada)
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Editor: Namco Bandai
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Desarrollador: Namco Bandai
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Lanzamiento: Ya disponible
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Precio: 60,95 euros
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