Soy un tirano y un genocida. Lo peor de todo es que lo he sido en distintas ocasiones y en algunas de ellas había premeditación y alevosía. Reconozco, eso sí, que lo hacía por un bien mayor. Ya imagino que debe ser lo mismo que dicen todos los tiranos, pero en mi caso ha resultado ser cierto y, a la trigésimo quinta intentona, he conseguido tener una estación estable en ‘Oxygen Not Included’.
A mis espaldas quedan 41 horas de juego y decenas de pobres desgraciados que, en algún momento de sus cortas y miserables vidas, probablemente se preguntaron quién narices les mandaba meterse en una estación espacial dentro de un asteroide. Este texto va dedicado a todos ellos. Sus horribles muertes han hecho posible que mis actuales viajeros no tengan ataques de cagarrinas.
Oxygen Not Included, un juego soberbio
‘Oxygen Not Included’ es lo último de Klei Entertainment, los fieras detrás de juegos como ‘Shank’ o ‘Don’t Starve’. Todavía en Acceso Anticipado, pero con una calidad y cantidad de contenido que ya quisieran para sí muchos juegos ya terminados, el juego nos pone a comandar una estación espacial. Muy al estilo ‘Rimworld’ pero desde un plano lateral.
Durante el inicio de cada misión, nos encontramos con tres pobres diablos que han ido a parar a un asteroide y deben buscar la forma de sobrevivir en su interior. Para ello lo primero que hacemos es ponerlos a cavar. Normalmente en horizontal, pero sabiendo que los peligros que hay varias rocas más allá pueden acabar con ellos si pecamos de ambiciosos.
Unas letrinas por aquí para que hagan sus cosas, unas camas por allá para que no duerman en el suelo y, a partir de ahí, centrarnos en conseguir recursos y administrar la estación para conseguir que sea plenamente autosuficiente. Eso incluye cultivar los yerbajos que tengamos a mano, encontrar agua potable y, sobre todo, conseguir que el oxígeno siga fluyendo por las estancias que vamos creando.
Conforme pasen los días irán llegando nuevos aventureros con sed de ayudar. Algunos más centrados en la construcción, otros en la excavación, algunos con cierta mano para la comida y, con algo de suerte, algún recluta al que le guste estudiar. De eso último depende en gran parte la supervivencia de la colonia, y es que a más integrantes más posibilidades, pero también más descontrol y gasto de recursos.
¿Cómo se juega?
Pronto te ves creando máquinas que generen y almacenen electricidad. Para que estudiantes abran las puertas a nuevas tecnologías y filtros de aire puedan generar oxígeno aprovechando tus fuentes de agua potable. Con lo que no cuentas es con que, igual de temprano, las cosas se te van a ir de las manos.
Una tubería mal puesta que acaba llevando los desechos del baño a tu fuente de agua potable. Una sobrecarga de energía que estaba claro que iba a acabar petando por algún sitio dado tu afán a colocar cables. Una granja de sabrosos bulbos se va al garete porque, oh sorpresa, la temperatura ya está cerca de empezar a hacer colonos a l’ast.
Todo tiene solución. Puedes deconstruir la tubería y colocarla como es debido, a poder ser con un puente que no intercambie heces con agua. Puedes colocar un controlador de energía para que tus cables no revienten cada dos por tres. Incluso puedes coger el aire de una zona bien oxigenada y enfriarlo para repartirlo por la granja.
Si has invertido tu tiempo de estudio en las cosas que realmente importan, claro. ¿Quién te iba a decir que lo de investigar una plataforma para crear exotrajes no iba a servir para nada? Porque la idea de ir a cultivar plantas que sólo crecen en ambientes con un tóxico cloruro de hidrógeno es cojonuda, pero para llegar a eso primero tienes que encontrar aceite, convertirlo en petróleo y crear plástico. Cosas que pasan.
Lástima que, para entonces, tus colonos ya estén como unas maracas. Unos se lo toman mejor y sólo enferman por el estrés. A otros el odio hacia tu persona se les va más de las manos y empiezan a cargarse cables o a comer comida como si no hubiese un mañana. Crees que colocar unos cuadros y unas mesas de masajes serán suficiente para que se relajen, pero lo primero se lo pasan por el forro, y lo segundo necesita una electricidad que ya no llega porque algún mamón desagradecido ha potado en la sala de máquinas y se ha cargado tu horno generador.
No es por ti, es por mí
Vamos a reiniciar y a aprender de los errores pasados. No con mucha pena en el cuerpo porque, al fin y al cabo, es la décima matanza que perpetras y ya te has acostumbrado a ver cadáveres por ahí tirados. Es lo que tiene jugar sin un tutorial a mano, para que experimentes y te des de bruces contra todas las paredes posibles. Quieren que aprenda a jugar como es debido, y empezar la tercera estación espacial del día no supone ni un impedimento, ni despierta cualquier atisbo de cansancio o aburrimiento.
Ahora ya sé cómo mover el agua de un geiser de aquí para allí sin que los circuitos se vayan al carajo por el calor. Sé aprovechar las nubes de hidrógeno que se forman en la cúpula de la estación para generar electricidad. Hasta he recordado aquellos conceptos sobre el peso de los distintos aires que creía haber guardado bajo una alfombra el día que decidí que lo mío eran las letras.
De hecho, creo que ya casi sé todo lo que necesito para crear la estación espacial definitiva. Al menos hasta que dentro de un par de semanas llegue una nueva actualización que vuelva a ponerme otro reto frente a las narices. Y pese a todo ello, tengo que desinstalar ‘Oxygen Not Included’ de una vez por todas.
Le digo al juego y a mis queridos colonos que no es por ellos, que es por mí. Que nuestra relación va a acabar con mi vida y que, pese a tener más que controlado lo de limpiar el oxígeno del aire, el vicio aprieta tanto que me ahoga. Que el hecho de haber creado dos estaciones distintas entre que empecé a escribir el texto y estas últimas líneas, es una muestra más de lo peligroso que es seguir como hasta ahora. Porque yo te quiero, ‘Oxygen Not Included’, pero es que ya te quiero tanto que duele. Qué bueno eres, jodio.
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