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Scott Pilgrim da el salto, crítica sin spoilers. Netflix reinventa el cómic más geek y lo lleva hacia nuevos límites

Netflix toma lo mejor de la película y el cómic de Bryan Lee O'Malley y lo convierte en un anime sensacional

Si te apasionan los videojuegos y el anime, te encantará Scott Pilgrim. La película de Scott Pilgrim contra el Mundo es una maravilla y todavía más el cómic en el que está basada. Un viaje emocional contado en seis tomos que son oro puro para los enamorados de la cultura alternativa. En caso de que, además, ya estuvieses obsesionado con alguno de ellos (o con ambos), la serie de Netflix Scott Pilgrim da el salto te va a dejar completamente descolocado, sorprendentemente complacido y, al llegar al final, con una sonrisa dibujada de oreja a oreja.

Scott Pilgrim da el salto toma lo mejor de la película y el cómic. Su ritmo, sus clichés y su emoción. Lo entremezcla, le da nueva forma y lo convierte en una historia con nuevos enfoques que nacen directamente del material conocido, pero tremendamente fiel a lo que uno espera de sus personajes y su universo. Los enriquece, dándole mucha más cancha a todas aquellas historias que quedaron por contar y, en el proceso, le da nuevas lecturas a la obra de Bryan Lee O'Malley. No de cualquier manera: el propio O'Malley está detrás del proyecto, y eso se nota.

Un. Dos. Tres... ¡Vuelven los auténticos Sex Bob-Omb!

Si bienes a buscar referencias a los clásicos de SEGA, Nintendo, Capcom, Activision, el anime y hasta los X-Men, las vas a encontrar. Por supuesto. Repartidas todas ellas de un modo más sutil de lo que fueron mostradas en el papel o con actores reales. Son otros medios, y la animación al estilo japonés tiene su propio ritmo.

Las referencias están en cada capítulo y evocan datos curiosos sobre personajes archiconocidos o se manifiesta convirtiendo escenas en secuencias de videojuegos como Street Fighter o Tony Hawk Pro Skater. No están en primer plano, pero acaban siendo omnipresentes en la narrativa de cada episodio. En el título de cada capítulo o en las exageradas expresiónes de los personajes. Y, sin embargo, en ningún caso estos guiños distraen sobre lo verdaderamente esencial.

Porque Scott Pilgrim da el salto es una historia  protagonizada por jóvenes que, pasados los 20, se encuentran atrapados en ese limbo entre la adolescencia y la vida adulta. Esa etapa de la vida con aspiraciones modestas en la que el presente se exprime de manera especial. En el que sientes que te empiezas a conocer a ti mismo y, a partir de ese punto, te empiezas a plantear conocer a alguien más. A alguien que, a diferencia de tus relaciones anteriores, consiga que salten chispas.

Pero, ¿de qué va Scott Pilgrim da el salto? Con 23 primaveras cumplidas y sin un lugar en el que caerse muerto, un estatus laboral al que el término "entre trabajos" le queda holgado y una banda musical que necesita un severo empujón, el joven Scott Pilgrim le encuentra un sentido a su vida: la misteriosa chica que aparece en sus sueños está delante de sus narices. Y lo de que se le aparece en sueños no es una expresión, ya que Ramona Flowers usa el subconsciente de Scott para entregar más rápido sus paquetes cuando le toca hacer repartos.

Tras una entrada en escena deplorable, Scott toma la iniciativa y, tras averiguar que Ramona se dedica a entregar de películas de Netflix, se organiza para que aparezca en la puerta de su casa y pedirle una cita. Puede que como bajista del grupo Sex Bob-Omb sea una bala perdida, pero es esa clase de desastre que de un modo u otro logra despertar la simpatía de aquellos que le rodean. Incluida la de Ramona.

Tras la primera cita llegó la segunda, y con ella una situación incómoda: el lugar clave es la sala donde se producirá su siguiente concierto, y junto a ella está Knives, la adorable estudiante adolescente con la que solía quedar sin llegar a tener muy claro qué tipo de futuro tendrían ambos. Su salida por la tangente consiste en refugiarse en los camerinos hasta que empiece la actuación, pero lo que comenzó siendo un contratiempo acabará derivando en un verdadero problema: Matthew Patel, el primero de los siete malvados ex-novios de Ramona, ha aparecido para desafiarle a un duelo a muerte. Y esto solo es el principio.

Más Ramona Flowers para conseguir un mejor Scott Pilgrim

Sin entrar en detalles, Scott Pilgrim da el salto no es una adaptación en clave de anime de la misma historia que vimos en el papel o interpretada por actores de carne y hueso. Es mucho más. En lugar de limitarse a mostrar lo ya visto, o contar lo mismo a través de dibujos animados, el proyecto de Netflix le da un magistral e inesperado giro a la obra y, a su vez, la complementa logrando poner el misterio y la curiosidad en su beneficio. Encauzándolo todo hacia un broche que no solo resulta apoteósico, sino deliciosamente satisfactorio para el fan.

El primero de los episodios, cuyo título es el homenaje al primer volumen del cómic, nos lleva a esa zona conocida para los fans de la obra de Bryan Lee O'Malley y, a partir, usa los acontecimientos a modo de trampolín para sacar al fan de su zona de confort. Logrando que todos los personajes evolucionen, crezcan y hasta encuentren una merecida redención. En caso de merecerla. Y lo mejor es que lo hace de un modo inesperadamente fiel al material original.

¿La manera de lograrlo? Un cambio tan atrevido como acertado: tal y como se adelantó de manera oficial, Ramona Flowers toma las riendas de Scott Pilgrim da el salto. Pasa de ser el interés amoroso del personaje titular a la gran sorpresa del proyecto. ¿La heroína de la historia? Más bien el corazón de la iniciativa. Algo que la serie y el propio creador reconocen de manera abierta. Y lo que es mejor: como en las adaptaciones anteriores, em Scott Pilgrim da el salto Ramona logra meterse al espectador en el bolsillo desde su entrada en escena.

Es injusto decir que todo pasa de girar en torno a Scott a convertir a Ramona en la protagonista de la serie. Entre otras cosas, porque eso no es así: el peso de ambos en pantalla no se corresponde con los minutos de metraje de cada uno de manera individual y, al final, cuando toca llegar a las conclusiones, uno se da cuenta que ambos están siempre o en primer plano o haciendo algo de fondo.

Pero es que, en el proceso, Scott Pilgrim da el salto no se limita a reunir al reparto estelar de la película para que hagan tristes cameos y digan frases sueltas: Edgar Wright, director de Scott Pilgrim contra el Mundo, hace las veces de productor, parodia su propio trabajo en 2010 (para muchos, una de sus mejores películas) y expande el rol de los enemigos de Scott y sus amigos. Sacándolos del cliché de las tareas hercúleas de Scott para convertirlos en esos personajes con enorme potencial que podían llegar a ser con el tratamiento adecuado. Logrando que todas esas nuevas oportunidades de brillar merezcan la pena de cara al fan.

Un anime que bebe del manga y la película, pero sabe ir más allá

Scott Pilgrim da el salto es muchas cosas a la vez. Redondea, expande y da mucho más valor a los cómics y la película. También funciona de maravilla como una serie de anime que se sostiene por sí sola, que conste. Su historia aguanta el tipo si es la primera vez que conoces a los personajes. Y lo que es mejor: no solapa aquello que ya nos gustaba de Scott Pilgrim, sino que lo enriquece. Le da nuevo valor. Y, en el proceso, logra que el mensaje al que se quiere llegar tenga un calado todavía más especial.

Más allá de la trama o el tratamiento de los personajes de Bryan Lee O'Malley, el otro gran hito de Scott Pilgrim da el salto es el formato elegido: a todos los efectos es un anime que se relame en todos los tópicos de la animación japonesa y los videojuegos. Su ritmo es tan dinámico como el de FLCL y sus temáticas están bastante alineadas, pero también hay extraordinarios elementos de surrealismo geek repartidos por aquí y por allá y mucho, mucho amor por los videojuegos, el manga y los cómics y, en general, la cultura alternativa.

Y es que no lo vamos a negar: la película de Scott Pilgrim contra el Mundo era un anime rodado con actores reales. Un reparto alucinante, de hecho, liderado por Michael Cera (Allan en Barbie y cuya carrera despegó a lo grande en Superbad), y que consolidó a estrellas como Mary Elizabeth Winstead, Chris Evans, Anna Kendrick, Brie Larson, Aubrey Plaza o Brandon Routh. La mayoría de ellos, con papeles principales dentro del cine y las series de superhéroes.

Todos ellos retoman sus papeles, y muchos más repiten llevando sus personajes más allá de lo que hemos podido ver: Kieran Culkin logra que su intervención como Wallace Wells sea incluso mejor que la que vimos en la gran pantalla. Y pese a tratarse de un trabajo de voz, Mary Elizabeth Winstead logra una vez más ser esa Ramona Flowers capaz de enamorar a siete malvados ex y, en el proceso, atrapar al espectador en el mundo creador por O'Malley.

El mérito compartido detrás de la iniciativa de darle ese giro adicional a la comedia romántica tiene nombres propios: el soberbio guión lleva la firma del propio Bryan Lee O'Malley junto con  BenDavid Grabinski, y la animación corre por cuenta del estudio Science Saru, a quien vimos en uno de los cortos de Star Wars: Visions, la serie Devilman Crybaby para Netflix y hasta un par de películas de Shin-chan. Poniendo en pantalla todo lo aprendido en cada uno de esos proyectos y poniéndolo al servicio de los personajes y el estilo visual y narrativo de O'Malley en los cómics.

La opinión de VidaExtra

Los ocho episodios de Scott Pilgrim da el salto son la réplica perfecta a las obras anteriores y una sensacional nueva voltereta que aporta más de lo esperado. Con toneladas de acción, humor y muchos momentos de exquisito surrealismo geek. Pero, sobre todo, una historia que gira en torno a un variopinto grupo de jóvenes que no tienen muy claro que quieren ser. Que viven en el ahora.

La gran diferencia es que si el cómic era una obra juvenil, Scott Pilgrim da el salto es el conjunto de respuestas para todos los que lo leyeron entonces, tuviesen o no la edad de Scott. Siendo consecuentes de que ya no se trata de ofrecer una serie para adolescentes o veinteañeros, sino para quienes consideran que la película o los personajes nacidos del papel como algo propio. Ya bien sea por cariño o por sentirse reflejados en ellos.

De buenas a primeras, en Scott Pilgrim da el salto vemos como cada uno de los personajes experimenta su catarsis. Los principales, los secundarios los más malvados y hasta los que realmente merecían brillar con nueva luz. Y no solo eso: todos descubren que existe algo por lo que merece la pena luchar.

Para algunos, algo que tiene la costumbre de atravesar su cabeza a la velocidad de un DeLorean. Para otras, se trara de alguien que quizás sea imperfecto, pero que es capaz de lograr que salten chispas. Y este principio también se aplica a cada uno de los malvados ex y los amigos de Scott.

¿Y para el espectador? tanto si conocías el universo de Scott Pilgrim como si asomas por primera vez, se trata de una serie redonda que reinventa cómic más geek y lo lleva hacia nuevos límites. Pero, incluso en esas, logra que te vuelvas a sentir deliciosamente familiarizado con sus personajes. En según que caso, hasta identificado.

No por lo surrealistas que son las vidas de los personajes de Scott Pilgrim da el salto o lo simples que son, a priori, sus aspiraciones; sino precisamente por cómo rompe y se sostiene en tópicos a conveniencia y, desde ahí, logra convertir un espectáculo en clave de anime en una serie con un estupendo calado. Ese que solo se manifiesta en las mejores comedias románticas.

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