Llevamos ya unos cuantos años con la moda de lo retro en los videojuegos. Desarrolladores que buscan traernos ese toque nostálgico de los ochenta y los noventa con juegos pixelados de todo tipo. A veces son un mero gancho para intentar vendernos cualquier cosa pero el tiempo nos ha demostrado que hay quienes han sabido explotar esta ola para traer ideas frescas y divertidas. La corriente no cesa y esta vez nos toca ver un título hecho en España.
Su nombre es Roving Rogue, un juego que tras dos años en desarrollo verá por fin la luz el próximo mes de junio en Wii U. Plataformas, gráficos de estética 16 bits y una mecánica de juego muy sencilla pero bien llevada. El otro día pudimos probarlo para contaros nuestras primeras impresiones y cómo no terminamos golpeando a ninguna de las personas que tenía a mi lado porque ya os avanzo que el juego difícil y divertido es un rato.
Ladrones con poderes, ladrones torpes
Roving Rogue nos pone en el papel de un ladrón que pierde la memoria tras asaltar un castillo. Al despertarse lo único que sabe es que debe escapar de ahí y que tiene una habilidad única: teletransportarse de un sitio a otro. En base a ella, giran todas las mecánicas del juego donde además podemos correr y saltar en todas las direcciones. Teletransportarse, claro, tiene una serie de limitaciones: solo podemos movernos unos cuantos cuadros en cualquier dirección y hay algunos objetos que no podremos atravesar.
Estas son las reglas de un simpático plataformas donde tendremos que llegar al final de cada misión lo más rápido posible porque o bien un suelo de lava irá subiendo si es un nivel vertical o un montón de escombros nos intentará tragar en las fases horizontales. Suena sencillo pero con los teletransportes como método principal de transporte, nos tocará calcular bien hacia dónde nos movemos porque, además, un montón de enemigos y proyectiles a los que estaremos completamente expuestos no nos lo pondrán fácil.
Sí, los primeros niveles de Roving Rogue son fáciles y ayudan a familiarizarse con una mecánica que funciona a la perfección: saltos y teletransportes en ocho direcciones. La única forma de acabar con los enemigos es "caer" sobre ellos cuando utilicemos nuestro poder. Jugamos unas cuantas fases y logra engancharnos, es divertido, variado y recuerda vagamente a los New Super Mario Bros.
Sin embargo, avanzamos nuestra partida y probamos a jugar con más gente. Roving Rogue tiene multijugador local (se puede usar cualquier mando de Wii U) y es probablemente una de las experiencias más frustrantes pero divertidas que he jugado últimamente. Los niveles además de completarlos solo lo podemos hacer en compañía de otros tres jugadores.
Roving Rogue no abusa de la nostalgia para hacer un buen plataformas
El problema, y aquí está la gracia, es en el sistema de física. Puede que nuestros ladrones sean habilidosos colándose en castillos y robar objetos valiosos pero en lo que se refiere a trabajar juntos son bastante torpes. Si están cerca, es muy probable que se entorpezcan al saltar o incluso choquen cuando se teletransporten. Si uno muere, se convierte en un fantasma que revivirá automáticamente cuando toque algún compañero vivo. Cuando los cuatro mueran, vuelta a empezar desde el último punto de guardado.
Las partidas multijugador son divertidas pero también sacan lo peor de nosotros. Chocarnos con el resto y ver como morimos de forma patética acaba picando y, por supuesto, también podemos fastidiar al resto para que mueran y tengan menos puntuación que nosotros. Aquí se abre un mundo de posibilidades donde es mejor no dejar ningún objeto punzante a mano cuando estemos jugando para evitar accidentes.
Los niveles son variados tanto en temática (ya sabéis, el clásico castillo gigante decorado con varios temas) como en dificultad. Superarlos en un reto y aunque el modo multijugador parezca una opción más asequible, no siempre es así. El juego, por cierto, no tiene un jefe final como tal pero sus creadores nos prometen un desafío lo suficientemente grande como para que quedemos satisfechos.
Las primeras impresiones son positivas, ponen buenas ideas sobre la mesa y el ritmo va en aumento, algo que se agradece porque los primeros niveles del juego son algo lentos. Veremos en la versión final pero al menos el rato que he estado jugando me ha dejado con ganas de más. Un título modesto con el que pasar el tiempo, mejor en compañía eso sí.
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