He sido el grumete más pícaro y la peor reina de todo el Caribe. Fui cómplice de la peor escoria de los mares por voluntad propia y sin estar bajo los efectos del Grog. Coquetee con fuerzas oscuras tan terribles como la magia negra o los trámites administrativos. Sembré el caos, hice trampas siempre que tuve la oportunidad y provoqué destrucción a gran escala. Partí en busca del Secreto de Monkey Island en Return to Monkey Island y regresé con mucho más de lo que esperaba encontrar. Que no era poco.
Volví a ser Guybrush Threepwood y disfruté como un niño de cada minuto, puzle y trastada de esta brillante gamberrada en forma de Point and Click. Ahora es imposible borrar la sonrisa de mi cara.
Tras un margen de tres décadas, Ron Gilbert recupera las riendas del surrealista universo de piratería que creó en LucasFilm Games. Adaptando la fórmula jugable a los nuevos tiempos -o, más bien, de cara a los jugadores actuales- sin ceder un ápice de lo verdaderamente esencial: los puzles complejos e ingeniosos, pero justos; las situaciones delirantes y la genuina picaresca de Guybrush.
El desafío era enorme y se ha estado a la altura: las sensaciones son las mismas de los juegos clásicos. Tanto a la hora de escoger el diálogo más absurdo como al atascarte en los puzles más tontos y esa tan distinguible satisfacción que nace al resolverlos sin ayuda. Porque en Return to Monkey Island te ves irremediablemente atrapado en una espiral de acontecimientos que cada vez se escapan a tu control, pero en todo momento eres consciente del siguiente paso a dar.
Una barrabasada contada en cinco actos y un prólogo que robará sonrisas a los fans. A veces con propósitos más o menos definidos y otras intentando improvisar ante contratiempos de los que toca salir al paso. Dando forma con cada logro y acierto a una sensacional gamberrada en la que el jugador siempre es victima y a la vez cómplice de las delirantes barrabasadas a las que está expuesto Guybrush.
Con ese punto de excelencia reservado únicamente para los clásicos instantáneos. Porque Return to Monkey Island es uno de ellos.
Return to Monkey Island: el regreso triunfal de Guybrush Threepwood y LeChuck
Guybrush Threepwood ha regresado. Hubo entregas posteriores a Monkey Island 2: LeChuck's Revenge, desde luego, pero esta es diferente por dos motivos con nombre propio: Ron Gilbert y David Grossman. Dos de las tres mentes maestras (junto con el ausente Tim Schafer) detrás del merecidamente idolatrado The Secret of Monkey Island y su sensacional secuela, quienes regresan a las andadas con una nueva entrega que se pone a la altura de las mejores aventuras gráficas de la historia.
Recuperando lo más celebrado de la añorada edad dorada de LucasArts y Sierra desde el minuto uno. Realizando los cambios necesarios en lo que respecta a su jugabilidad o la manera de interactuar con los acontecimientos o elementos en pantalla para que la experiencia no se apoye en la nostalgia, sino en cómo debe evolucionar la saga de manera natural. Siendo constantemente fieles al universo original y a personajes icónicos.
Y es que el mayor logro de Return to Monkey Island es cómo logra calar en el jugador, y no lo hace a través de acomodarse a las fórmulas y gustos actuales o experimentar con la tecnología de vanguardia, sino recuperando la esencia de la saga de culto y regodeándose de ella. Abrazando el surrealismo sin complejos y el carácter que definió la saga. Y, a partir de ahí, dándole continuidad a un legado que sentó cátedra en los videojuegos y prácticamente desapareció, pero jamás olvidado.
Y pese a que ha llovido una barbaridad desde la edad dorada de los Point and Click, Return to Monkey Island está a la altura de las expectativas. De principio a fin. Golbert y Grossman no solo retienen su toque maestro, sino que regresan siendo conscientes de lo que se espera de este juego y juegan con ese hándicap hasta integrarlo, como veremos, en la temática del juego.
Porque Return to Monkey Island es mucho más que una entrega en la que nuestro protagonista se mete en nuevos líos, es un regalo para los fans de los clásicos y una promesa largamente aplazada y finalmente cumplida por sus creadores.
Con novedades y atajos convenientemente repartidos para prevenir que el jugador actual se sienta frustrado o tentado a destrozar el viaje de Guybrush por una solución que se le resiste. Elementos que no han impedido que Gilbert haya creado una aventura gráfica de diez en la que volver a hacer el sinvergüenza por el caribe es una gozada.
Llegó el momento de descubrir cuál es el Secreto de Monkey Island
Guybrush Threepwood tiene una espinita clavada. Quien fuese un ingenuo aspirante a pirata ahora es un temerario aventurero que ha vivido asombrosas aventuras por el Caribe, ha sobrevivido con suerte y picardía a las peores adversidades perpetradas por enemigos vivos, medio muertos y muertos del todo y hasta es incomprensiblemente correspondido en el amor por Elaine Marley, la antigua gobernadora de la Isla de Melee.
Sin embargo, una pregunta atormenta a Guybrush: ¿cuál es el Secreto de Monkey Island? El enigma irresoluto de su primera travesía le reconcome y lo cierto es que, además, su repertorio de historias ya está más que gastado y tiene aburrido a medio Caribe. La buena noticia es que sabe exactamente dónde empezar a buscar: el Scumm Bar.
Sin un plan definido, Guybrush acude al mismo antro en el que inició su sueño de convertirse en pirata para toparse con dos catástrofes: el terrible capitán zombie LeChuck, su mayor enemigo, está a punto de zarpar para apoderarse del mayor y más codiciado misterio de la Edad de oro de la piratería. Por si esto fuese poco, los nuevos líderes piratas no solo no toman en serio a nuestro protagonista, sino que se ríen en su cara tras solicitar ayuda para el viaje.
Ante esta situación, y con el tiempo en contra, Guybrush improvisa el inicio de un plan con demasiadas fisuras: infiltrarse en el barco maldito de LeChuck, llegar a lo más profundo del Caribe y hacerse con el Secreto de Monkey Island antes que su enemigo jurado. Dicho así suena fácil, claro. Entonces, ¿cómo diantres ha acabado perdido en un laberíntico bosque en mitad de la noche junto a un sapo y una cabeza reducida de vudú?
Return to Monkey Island se mueve constantemente entre lo conocido y las sorpresas. Nos propone regresar a islas que son parte de la historia del videojuego y descubrir qué ha pasado ahí después de tanto tiempo, e incluso se repiten intencionadamente situaciones; pero en nuestra hoja de navegación también hay sorpresas, rompe con las ideas predefinidas y nos lleva a lugares jamás vistos con sus propios enigmas, sus estrafalarias costumbres y personajes especialmente pintorescos.
Poco a poco, y a lo largo de cinco actos, con un cuarto acto generoso en contenidos que sirve para expandir toda la historia, la escala de los acontecimientos y la historia gana en escala y proporción mientras se acota el propio misterio en torno al Secreto de Monkey Island. Siendo precisamente el descubrimiento del mismo una de las temáticas sobre las que gira una trama loca, gamberra y muy bien hilada.
Y ojo, que añade estupendos nuevos matices de cara a una segunda nueva partida.
Porque, como todo buen clásico instantáneo, Return to Monkey Island es esa clase de juegos que invita a ser rejugados desde nuevas perspectivas una vez llegas al final del viaje. Y pese a que Gilbert y Grossman saben atar todos los cabos sueltos, incluyendo aquellos que dejaron en el aire hace treinta años, con la segunda partida se ganan nuevos matices.
Y, a partir de aquí, la gran pregunta: ¿el codiciado Secreto de Monkey Island está a la altura de las expectativas generadas? Return to Monkey Island es plenamente consciente de lo importante que es plantear ese enigma, pero en un movimiento maestro también logra darle un valor único y especial a su resolución.
Ron Gilbert da lecciones de cómo se debe hacer un Point and Click en pleno 2022
Ron Gilbert tira por la borda la nostalgia y todo lo normalmente asociado a ésta, y hace bien. Return to Monkey Island se apoya en las entregas anteriores como lo haría cualquier secuela, pero es una aventura gráfica diseñada para jugarse en 2022. Para los apasionados por los clásicos de Point and Click, pero también para quienes no conoce las aventuras de Guybrush en lo más profundo del caribe.
Vaya por delante que no nos referimos al controvertido apartado artístico de Return to Monkey Island, el cual de cara al resultado final le da la razón a Gilbert y siempre juega a favor del juego: además de añadir más expresividad y surrealismo al desarrollo de la historia, juega en beneficio de los personajes, el universo de piratas y fantasía y, en última instancia, el propio diseño de unos niveles creados para que arrastremos el puntero por toda la pantalla. Quizás los acabados sean una cuestión de gustos, pero en todo lo demás el nuevo estilo es un acierto total.
A partir de aquí toca hablar de la replanteada jugabilidad, y eso otro punto muy a favor de Return to Monkey Island: los clásicos cajones verbos se pierden en favor de una interfaz simplificada en la que el puntero nos da la información que necesitamos saber, agiliza nuestras investigaciones y experimentos y nos zambulle más y mejor en el universo del juego sin regalarnos los puzles.
El proceso es simple: paseando el ratón veremos una apreciación de Guybrush. Solo si hay dos acciones usaremos el segundo botones del ratón. Y si toca usar el inventario éste es sencillo, cómodo y deja media pantalla de margen para que pensemos qué hacer. Se acabó abrir o cerrar las puertas paseando el cursor por toda la pantalla o experimentando con todas las acciones y los trastos del inventario para obtener una solución desesperada cuando andamos faltos de ideas.
Dicho lo cual, Gilbert y Grossman son plenamente conscientes de cómo la tentación de buscar en internet puede llegar a romper la experiencia de las aventuras gráficas.
- De entrada, al empezar a jugar tendremos dos opciones clásicas: el modo casual en el que los puzles más complicados se han simplificado o eliminado, y el modo difícil.
- Además, en nuestro inventario encontraremos una Lista de tareas del Gran Pirata con los objetivos escritos y debidamente señalados, incluyendo los que están por cumplir y aquellos que ya hemos logrado hacer. El cómo lograrlo es otra historia, claro, pero es imposible no tener nuestro próximo objetivo a golpe de vista.
- Con todo, los más espabilados no tendrán que recurrir a esta lista: se han diseñado los diálogos de modo que siempre dejan caer ideas y respuestas. Basta con prestar la suficiente atención a lo que dicen el resto de personajes o ser pícaros a la hora de elegir diálogos.
- Con todo, Return to Monkey Island también nos sirve las soluciones en bandeja: en cuanto entremos de lleno en la trama se nos da un libro de pistas que es para quitarse el sombrero, el cual desglosa qué información necesitamos y nos da pistas que van de lo sutil a la explicación paso por paso.
Llegados a este punto toca tratar un asunto esencial: ¿hasta qué punto es necesario jugar a las anteriores aventuras de Monkey Island? A modo ilustrativo, es la primera y única entrega publicada en Nintendo Switch, lo cual deja claro que se puede jugar y resolver sin haber tocado las anteriores aventuras de Guybrush.
Incluso hay un álbum de fotos con recuerdos en los que se hace un sensacional repaso de las entregas publicadas por LucasArts con inspirados comentarios ofrecidos por nuestro protagonista.
Pero, lógicamente, la única manera de disfrutar al máximo Return to Monkey Island es habiendo superado las entregas anteriores. Hay montones de guiños, homenajes y momentos que le dan la réplica a The Secret of Monkey Island y aquello que llegó después y hacen que atesoremos mucho más esta experiencia.
Y no solo eso: los fans más acérrimos podrán coleccionar un segundo álbum de preguntas escondidas y repartidas por el juego que recompensará su devoción a los clásicos.
Sin embargo, no todo son aplausos: pese a que los textos están perfectamente localizados al español, matices y chistes que se pierden con la traducción, LucasFilm y Devolver han perdido una oportunidad de oro al no ofrecer voces en castellano. Una lástima. Lo cual no desmerece una labor actoral de diez por parte de Dominic Armato y el resto del reparto.
Con todo, la cantidad de aciertos redondea una cita obligada para el fan. Return to Monkey Island podía haberse apoyado en la nostalgia pura y dura. Haber recuperado las cajas de verbos, los entornos pixelados, pero en lugar de eso se apostó por ofrecer a los fans de siempre y a los intrigados por el calado de la saga una secuela absolutamente imprescindible que se disfruta por sí misma, pero que gana más y mejores matices mientras más estamos empapados del surrealista caribe piratesco de Gilbert. Con puzles retorcidos pero justos, y soluciones siempre al alcance tanto de los más espabilados como de los impacientes.
Y, en el proceso, a base de aciertos con las novedades y la picaresca de los clásicos, postulándose merecidamente como la mejor aventura de Point and Click del nuevo milenio.
La opinión de VidaExtra
Return to Monkey Island es uno de los mejores Point and Click en lo que llevamos de milenio. Palabras mayores. Ron Gilbert no es el mismo creativo de hace treinta años, ya lo demostró en Thimbleweed Park, pero es que aquellos que nos obsesionamos con The Secret of Monkey Island y las posteriores aventuras de Guybrush también estamos en otra etapa de nuestra vida. La búsqueda del Secreto de Monkey Island nos devuelve a la edad dorada de las aventuras gráficas, pero siempre conservando la perspectiva: no es nostalgia, sino un paso al frente para la saga.
El gran acierto de Return to Monkey Island es también un paso de valiente para Gilbert y Grossman. A diferencia de otros regresos de sagas celebradísimas que se enrocan en ofrecer lo mismo una vez más, la nueva travesía de Guybrush es una nueva aventura que tiene muy presente las anteriores entregas y las expectativas de fans. Pero en lugar de relamerse en lo ya conocido enriquece su universo con nuevas situaciones surrealistas y puzles desafiantes pero justos. Y, en el proceso, se abre a toda una nueva generación de jugadores con maestría.
Lucasfilm Games podía haber sacado un Monkey Island más. Una de tantas aventuras gráficas. Pero Gilbert no se limitó a recuperar los personajes que creó ni tampoco buscó ser complaciente con apartados básicos como la presentación o recuperando las cajas de verbos. En su lugar, Return to Monkey Island es un juego cuya manera de alcanzar la excelencia de los clásicos de LucasArts funciona hoy, hubiese funcionado hace tres décadas y seguirá funcionando en los años venideros.
Como ya comentamos, hay elementos concretos que echamos de menos, lo cual incluye las voces en español que escuchamos en las entregas posteriores a LeChuck's Revenge. Elementos que redondearían una aventura gráfica intachable en todos los apartados clave: diversión, puzles, personajes y nuestra manera de interactuar y poner patas arriba el Caribe al que tenemos acceso en esta colosal travesura.
Desde las más pequeñas islas paradisíacas a las intimidantes entrañas de la Cabeza de Mono del juego original, pasando varias desastrosas incursiones en el nuevo navío de LeChuck.
¿Es Return to Monkey Island la mejor entrega de la saga? Más bien, es un capítulo de paso obligado para los enamorados de los clásicos. Una continuación legítima que enriquece y preserva el espíritu de dos videojuegos históricos que no solo son de merecido culto, sino que son recordados y rejugados con un cariño muy especial. Su calado de cara al futuro lo determinarán los nuevos fans, pero Return to Monkey Island es hoy el legítimo heredero de las mejores aventuras gráficas de la historia
Return to Monkey Island
Lo mejor
- Las situaciones delirantes y la genuina picaresca de las mejores aventuras gráficas
- Dialogos y personajes delirantes con el toque maestro de Ron Gilbert
- Un rediseño de la jugabilidad fiel a la evolución de la saga y toneladas de facilidades para nuevos fans y jugadores impacientes
- La legítima y largamente soñada nueva entrega de Guybrush supera cualquier expectativa
Lo peor
- Se echan en falta las voces en español
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