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Probamos Resident Evil Resistance: el multijugador incluido en Resident Evil 3 Remake es incapaz de brillar con luz propia

Cuando comenzaron los rumores acerca del desarrollo de Resident Evil 3 daba la impresión de que se iba a anunciar un juego totalmente distinto que siguiera los mismos pasos de Resident Evil: Outbreak. Todo ello lo originó aquel misterioso Project Resistance que fue presentado primero y que daba toda la impresión de que se iba a vender como un juego único por su propuesta.

Una vez se anunció oficialmente Resident Evil 3 fue cuando se confirmó definitivamente que Project Resistance iba a tratarse en realidad de Resident Evil: Resistance, es decir, el modo multijugador que se iba a incluir en este remake y con el que se ha dejado de lado el modo Mercenarios que tanto encanta a los aficionados de la saga.

Aprovechando que ayer tuvimos la oportunidad de probar la campaña de este remake, también estuvimos disputando unas cuantas partidas en este modo de juego que parecía que iba a resultar de lo más entretenido. Nada más lejos de la realidad cuando ya has estado jugando durante un buen rato.

Tratando de escapar de la maquiavélica mente del Mastermind

En Resident Evil: Resistance nos encontramos con un multijugador asimétrico de cuatro contra uno en el que el grupo más numeroso está formado por unos supervivientes encerrados en un recinto de Umbrella del que deberán escapar sea como sea. Por su parte, el que va en solitario tomará el papel del Mastermind, el encargado de hacer la vida imposible a los jugadores y evitar que cumplan con su objetivo.

Partiendo únicamente de esta base hay que reconocer que parecía tener buena pinta y lo cierto es que cuando juegas por primera vez el resultado es bastante decente. Los humanos disponen cada uno de unas habilidades únicas dependiendo del que seleccione cada uno. Así habrá un tanque que sea más fuerte con los golpes físicos, una chica especializada en las armas de fuego, otro que cuenta con una gran habilidad para hackear elementos, etc.

El equipo deberá luchar codo con codo, apoyándose unos con otros y sacando partido de estos poderes especiales, para ir atravesando las diferentes secciones en las que se dividirá el nivel en el que transcurrirá la partida. En total serán tres zonas con distintos objetivos, aunque siempre serán las mismas misiones las que nos serán planteadas y por el mismo orden y ese es precisamente uno de los puntos que no nos ha terminado de convencer.

En la primera sección la tarea consistía en localizar una serie de llaves u objetos para resolver un puzle. Luego había que encontrar también otra llave para activar la maquinaria de unos ordenadores y por último encontrar unos contenedores que había que destruir por completo. En el caso de cumplir con éxito las tres misiones esto provocará que la compuerta de la salida se abra y los supervivientes se alzarán con la victoria. Sin embargo, el que se produzca esta situación es tan difícil como ver a los cerdos volar, porque el modo de juego no está equilibrado en absoluto, como luego pasaremos a detallar.

La cuestión es que en el Casino, el único escenario al que hemos tenido acceso, antes de comenzar la partida el que hacía de Mastermind podía cambiar ligeramente la localización de los elementos que debían encontrar los humanos. El problema es que el escenario no cambia ni un ápice y la zona de aparición de estos objetos no varía lo suficiente, lo que provoca que el cuarteto de supervivientes se pueda aprender perfectamente dónde está cada cosa para ir a tiro fijo y provocar que las partidas resulten un tanto repetitivas.

Pero por lo que decimos que no es nada fácil salir con vida de estos niveles se debe también a que es indispensable que el grupo se coordine para llevar a cabo las tareas, así que jugar con desconocidos o sin escuchar a nuestros compañeros puede llegar a complicar las cosas en exceso. Y es que habrá un tiempo límite para escapar de los niveles y en el caso de llegar a cero se acabó lo que se daba para los humanos.

De todos modos, durante la partida se puede morir infinitas veces. Lo único que provoca esto es que el jugador en cuestión que sea eliminado reaparecerá al principio de la sección transcurridos unos cuantos segundos. Aun así, sobrevivir tampoco es excesivamente complicado, porque por el escenario habrá decenas de dólares de Umbrella que se pueden canjear en unas máquinas para comprar hierbas, granadas, munición, armas y mucho más, aunque el Mastermind tendrá otros métodos para reducir el tiempo a toda velocidad.

Invocando un zombi por aquí, una trampa por allá

El que decida ir en solitario se pondrá en la piel de alguno de los grandes villanos de la franquicia, como Annete Birkin, Alex Wesker, Ozwell Spencer y también el recién llegado Daniel Fabron. Cada uno de ellos será el Mastermind de este modo de juego, pero no aparecerá la propia figura de estos personajes en el escenario. En su lugar, en vez de enfrentarse directamente a los jugadores, lo harán empleando trampas, cámaras de seguridad e invocando zombis.

Por así decirlo, digamos que cada Mastermind tiene pleno control de todo lo que ocurre en el escenario, que en definitiva será como su patio de juego. Gracias a las cámaras repartidas por el escenario no perderá detalle de dónde están los jugadores para seguirles la pista de cerca y así utilizar unas cartas con las que es capaz de colocar trampas explosivas, otras en forma de cepo o incluso hacer que aparezcan zombis en cualquier parte.

A pesar de que todo esto tiene sus limitaciones para que no sea un bombardeo constante de adversidades, el que hace de Mastermind dispondrá de la suficiente cantidad de herramientas con las que se las hará pasar canutas al resto de jugadores. La inteligencia artificial de los enemigos no es muy elevada, pero en cualquier momento el jugador puede controlar personalmente a estos muertos vivientes y así atacar más rápido, lo que reducirá la vida de los humanos y a su vez el límite de tiempo que tienen que escapar.

Por cada impacto que reciban o cada trampa que se coman los supervivientes verán cómo el cronómetro va descendiendo poco a poco y cada vez más rápido. La verdad es que la primera sección será relativamente fácil de superar, pero a medida que los humanos avanzan el que hace de Mastermind contará con zombis mejores e incluso invocaciones especiales, dependiendo del villano escogido. Así se podrá hacer que surja de la nada el todopoderoso Mr. X, además de William Birkin, la demoledora planta infernal Yateveo o una barrera impenetrable que reduce la vida al mínimo de todo aquel que se atreva a pasar por delante de ella.

Por si no fuera suficiente, también será posible apagar las luces de una habitación en concreto para dejarla completamente a oscuras, cerrar a cal y canto una puerta durante unos segundos o también activar la ametralladora de las cámaras para que se conviertan en unas torretas mortales. Así pues, con que este quinto jugador sea un poco habilidoso a la hora de jugar sus cartas, tendrá pocos problemas para proclamarse vencedor.

Desde luego tras haber jugador casi una decena de partidas, es infinitamente más entretenido ser el Mastermind que los supervivientes, lo que no significa que sea gratificante, dado que en realidad al tomar el papel del Tyrant o Birkin no se tiene la sensación de que sean unas máquinas de matar. Simplemente parecen enemigos más fuertes y resistentes, pero ni por asomo son tan temibles como los originales que aparecen en Resident Evil 2 cuando en realidad el efecto que deberían de causar es el de miedo a los supervivientes y hacerles pensar que están perdidos nada más verles aparecer.

Por otra parte, los controles no están nada perfeccionados. Curiosamente aquellos humanos que golpean cuerpo a cuerpo fallan más que una escopeta de feria y es más fácil atinar a alguien con un arma de fuego en lugar de ser del revés, que sería lo más lógico, aunque lo normal es que en ambos casos no tuviésemos que puntualizar algún tipo de problema al realizar cualquier acción. Al final, entre unas cosas y otras, todo esto provoca que la experiencia resulte un tanto tediosa en general y no alcance a ser lo suficientemente divertida como para motivarnos a querer echar otra partida más.

Tocará comprobar si en la versión final el resto de escenarios ofrecen desafíos más interesantes, pero por lo pronto Resident Evil: Resistance nos ha parecido en general un modo de juego muy flojete y que le hace falta una buena revisión para resultar más atractivo. Igual jugando con cuatro amigos más por micrófono mejora la situación algo más, o tal vez no. Sea como sea, Capcom ha hecho bien en incluir este modo de base dentro de Resident Evil 3 en lugar de hacerlo por separado, porque si no habría sido difícil recomendar su compra, al menos por el momento.

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