Uno de los juegos de mi niñez a los que más cariño le tengo es Rainbow Islands, todo un clásico de Taito de 1987 que fue la sorprendente secuela de Bubble Bobble, donde el tristemente fallecido Fukio Mitsuji, su creador, decidió ofrecer algo totalmente diferente a lo que se destila en prácticamente cualquier secuela.
Sus protagonistas seguían siendo Bub y Bob, pero en su forma humana original. Ahora bien, no era lo único que cambiaba, al contar en esta ocasión con un desarrollo bien distinto para las fases. Y lo más sorprendente: de arma, un arcoíris.
La colorida secuela del mítico Bubble Bubble
Cambiaba mucho el cuento al pasar de un dragón a un humano, porque lo que antes eran unas burbujas que iban para arriba, ahora eran unos arcoíris que iban en línea recta y que eliminaban a los enemigos al saltar sobre dichos arcoíris.
El ritmo y las tácticas a seguir eran diferentes, aparte que en todos los niveles había que subir hasta la cima, de lo contrario, al cabo de un tiempo, saltaba un aviso de que nos diésemos prisa para no morir ahogados por el agua. Sigo con ese recuerdo vívido de la presión que suponía ver el dichoso mensaje, incluso ahora que he podido rejugarlo por medio de la colección Taito Legends de PS2.
Era una recreativa que engañaba bastante por su inocente aspecto, pero que no dejaba de ser un arcade en el que los fallos se pagaban caros (nos mataban de un toque y no reaparecíamos en el mismo punto, sino que había que rehacer un buen tramo del nivel). Y pese a que el control no hiciese aguas, sí que exigía demasiado cuidado a la hora de colocar los arcoíris, al subir bruscamente de lado por ellos.
Como secuela de Bubble Bobble, compartía algún elemento, no solamente en lo relativo a su malvado Dark Shadow, artífice de la nueva maldición que asola al reino de Rainbow Islands, ni tampoco de cara al reaprovechamiento de algunos monstruos o el escenario de aquel clásico de 1986 en una de sus tres islas secretas, sino también por el hecho de poder saltar (sin destruir) los arcoíris, manteniendo pulsado el botón de salto. Esta técnica era de lo más indispensable.
Rainbow Islands, otro clásico de Taito Corporation
Cada una de las siete islas principales contaba con cuatro niveles temáticos, donde al final del cuarto, en la cima de todo, nos esperaba un jefe. No había ninguno con patrones de ataque variados, pero sí que sus diseños eran muy simpáticos, en la línea del resto de la aventura. Resultaba una delicia ver con qué nos iba sorprendiendo cada isla, sobre todo en relación a las que eran secretas...
Y es que si éramos lo suficientemente habilidosos y conseguíamos todas las gemas de cada nivel, cumpliendo otra serie de requisitos tras eliminar a cada jefe, se nos daba acceso a tres islas adicionales. De hecho, el propio juego, en el final malo, nos daba ese mensaje para rescatar a nuestros compañeros, debido a que la maldición no se había disipado. Lo curioso es que esas islas sí que contaban con otras canciones (las siete principales tenían en bucle sólo una para todas ellas) y había guiños a Darius y Bubble Bobble, con Arkanoid en las normales.
Ya no me parece tan difícil como antaño, pese a que siga siendo exigente si queremos hacer las cosas bien y sin fallos. Suerte que podemos conseguir varios power-ups por el camino, como mejorar el ataque para lanzar dos arcoíris extra de golpe o contar con unas alas para saltar ilimitadamente. Y eso sí que ayudaba.
Por desgracia, la saga no estuvo afortunada con la proximidad de su 20 aniversario, sin ser nada "revolucionario" el Rainbow Islands Revolution de DS en 2005, ni presenciar una "evolución" digna en el pésimo Rainbow Islands Evolution de PSP en 2007. Y corramos un tupido velo por el Rainbow Islands: Towering Adventure! de WiiWare y Xbox Live Arcade en 2009. Suerte que la saga principal sí que tuvo mejor fortuna con Puzzle Bobble o con su otra original tercera parte, Parasol Stars. Pero ese clásico tocará recordarlo con profundidad otro día...
¿Ha aguantado bien el paso del tiempo?
Sí, como los buenos clásicos de Taito. Es una pena que Rainbow Islands no haya tenido una continuidad más acertada, porque nos sigue pareciendo una secuela de lo más original, a golpe de arcoíris, para los "dragoncitos" de Bubble y Bobble.
Rainbow Islands
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