No es el más espectacular, ni el más revolucionario y mucho menos podría catalogarse de vendeconsolas. Pero, ¿divertido? ¿Entrañable? ¿Necesario? ‘Super Lucky’s Tale’ es todas y cada una de esas cosas. Una fantástica sorpresa que estoy deseando seguir disfrutando cuando llegue a PC y Xbox One el 7 de noviembre.
Es probablemente lo mejor que se puede decir de un juego cuando estás en un evento plagado de otros títulos, pero mentiría si no advirtiese que, al acabar la demo, lo primero que le pregunté al productor del juego que me acompañó durante la partida era si podía seguir jugando. Amor a primera vista.
La nostalgia bien entendida
Lo más sorprendente es que ‘Super Lucky’s Tale’ no hace nada nuevo. No es un pelotazo a la altura de ‘Super Mario Oddysey’, en el que la locura nipona se transforma en un decálogo sobre el diseño de videojuegos, pero sí se vale de buenas cartas para montar un castillo emblemático.
Su personaje es adorable, controlarlo cuando estás en medio de un salto tiene ese punto de cercanía y reto típico de los plataformas, sabe cómo escalarte la dificultad poniéndote trabas y, posiblemente por encima de todo, entiende mucho mejor que otros títulos con más renombre lo que significa hacer un homenaje a los juegos de los 90.
Al verlo en movimiento podrías pensar rápidamente que bebe tanto de Rare como ‘Yooka-Laylee’ lo hizo en su momento, pero cuando estás a los mandos ves que eso es un mero espejismo. Tiene esa paleta de colores tan característica (una postal preciosa moviéndose en Xbox One X) y juega a ampliar la experiencia con la cantinela de los coleccionables en forma de monedas o letras, pero en realidad todo queda ahí.
Mecánicas clásicas y nuevas ideas
No se preocupa por crear niveles enormes, simplemente crea un camino a recorrer en el que el doble salto, el ataque con giro, y la posibilidad de lanzarte de cabeza y crear túneles bajo el suelo para recoger coleccionables o evitar peligros, se entremezclan para dar vida a un desafío que entiende a las mil maravillas la diferencia entre su aspecto afable y su nivel de dificultad.
Con eso quiero decir que superarlo no es ningún paseo, pero no porque los saltos deban estar medidos al milímetro o los enemigos sean especialmente puñeteros, simplemente por cómo une unas cosas y otras para que disfrutes con algo que te sorprenda pese a conocerlo a la perfección.
Está la posibilidad de acabar con los enemigos cayendo sobre su cabeza, la limitación de no poder atacar o saltar cuando arrastras algo pesado, las típicas plataformas con forma abombada que te impulsan al saltar sobre ellas… Conceptos que ya forman parte del lenguaje de este tipo de juegos y que cualquiera que se haya criado con ellos sabe cómo funcionan a simple vista.
Un juego a tener en cuenta
No hubo hueco para mucho, lamentablemente, así que lo que más me preocupa es el contenido que acabará ofreciendo por esos 29,99 euros que costará en su lanzamiento. Lo digo por el miedo a que tenga su mecha demasiado corta, que la aventura dure un suspiro o las sorpresas se acaben demasiado pronto.
Razones para la esperanza hay, sobre todo al ver lo bien que se las apaña al mostrar tantos retos distintos en una partida tan corta. Desde la lluvia de enemigos hasta el plataformeo puro y duro, desde los laberintos con bolas de fuego que debes esquivar como si de un puzle se tratase hasta los jefes que mezclan todo eso en un combate.
Un conjunto de buenas sensaciones que, con calma, invitan a la esperanza. No todos los días puede uno disfrutar de volver a su infancia con gráficos actuales, y sabiendo no olvidar a los más pequeños de casa, eso es precisamente lo que consigue ‘Super Lucky’s Tale'.
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