¿Cuántos RPGs empezaste siendo el elegido? El descendiente de un poderoso linaje de héroes, aquél que está llamado a reducir las fuerzas del mal o ese príncipe exiliado que se ve expuesto a toda clase de aventuras. En OutWard deberemos hacer uso de la magia y la espada, sí, pero no seremos ese alguien tocado gentilmente por el dedo del destino: en el mundo abierto de Nine Dots Studio podremos caer en batalla, pero también sucumbir ante la inanición o la fatiga. Y eso lo hace más interesante.
Nos hemos acostumbrado a que Dark Souls, Final Fantasy y Skyrim sean las tres varas de medir los RPGs a la hora de introducirnos en universos de fantasía épica. Listones excesivamente altos, especialmente para OutWard, cuya propuesta explora varios de sus matices y otros tantos que parecían haberse extinguido. La pregunta clave ahora es: ¿hasta qué punto juega eso a su favor?
La nueva propuesta rolera de los creadores de GoD Factory: Wingmen se define a sí misma como un simulador de vida de un aventurero y está diseñada para cuajar muy bien entre quienes nos hemos curtido a través de la saga principal de The Elder Scrolls. Y pese a que a golpe de vista parece pecar de encontrarse entre lo genérico y lo desfasado, no hay que juzgar un libro por su cubierta.
De hecho, poner la etiqueta a OutWard es lo más sencillo. No tardaremos en ver similitudes con Skyrim o The Legend of Zelda: Breath of the Wild durante los primeros compases de nuestra partida, y cuando nos toque explorar grutas y entornos más cerrados veremos un sistema de combate con demasiados elementos prestados de la serie SoulsBorne.
Pero no nos vamos a ir por las ramas. Al igual que las referencias anteriores -y aquellas que nos dejamos en el tintero- la verdadera experiencia pasa por descubrir su verdadera inmensidad más allá del mapeado, algo que requiere una labor de observación más detallada. De partida, porque su sistema de autoguardado constante significa que, si la pifiamos, no hay vuelta atrás. Un precio que no cualquier jugador puede estar dispuesto a pagar. Porque OutWard es la parte más humana de la fantasía que lleva décadas cautivándonos.
Un aventurero por inercia. Un RPG hardcore
Tu personaje de OutWard no es alguien que cuenta con el favor de los dioses y, a diferencia de la mayoría de juegos contemporáneos, Nine Dots Studio no te llevará de la mano durante los primeros compases de la partida. Sí, existe un tutorial, pero en el fondo no es más que una enorme y laberíntica mazmorra de entrenamiento dónde hacerte con los controles básicos.
Una vez hayas escogido la apariencia de nuestro héroe (aunque tampoco hay demasiado dónde elegir) te darás cuenta que empezamos con todos los contadores posibles en números rojos: hemos escapado de milagro de un naufragio y la deuda de sangre que heredamos, la cual fue el motivo por el que nos embarcamos, no quedó saldada. Ahora mismo tenemos una mano delante, otra detrás y cinco días para pagar a tus acreedores.
Sin nada que perder y un contexto no mucho mayor, la única salida posible ante esa situación es armarnos con lo que tengamos, intentar meter algunos víveres en nuestra mochila y recorrer con más incertidumbre que motivación el extenso mundo de Aurai sin tener realmente claro hacia dónde dirigirnos o qué clase de criaturas y bandidos nos esperan a lo largo del camino.
Afortunadamente para el jugador -y para desgracia de nuestro personaje- OutWard no es un simulador de paseos, sino de la vida del aventurero. ¿Eso qué quiere decir? De partida, el pasar por el tutorial es altamente recomendable ya que partiremos sin conocimientos de magia y alquimia, resolviendo nuestros primeros encuentros y dificultades a través del uso de la fuerza y -con suerte- la espada. Y ojo, que el uso de la magia también requerirá cierto sacrificio por nuestra parte.
En esencia podemos golpear o dar tajos, cubrirnos, atacar con fuerza y esquivar; y por regla general todo lo anterior nos costará fuerzas y resistencia. El peso que llevemos encima también afectará nuestra movilidad, aunque con un sencillo gesto podremos tirar al suelo nuestra mochila para poder maniobrar mejor, aunque los movimientos de nuestro personaje no serán precisamente delicados.
En OutWard no hay vuelta atrás. No puedes morir, ya que siempre acabas despertando bajo algún techo como prisionero o en calidad de huésped, pero si la suerte no te acompaña verás que tu inventario ha pasado a ser algo de comida, unos tristes harapos y a lo mejor tienes la ducha de encontrar un objeto afilado. De hecho, descarta regresar a un punto anterior de la partida como en Skyrim.
Estaremos expuestos a las bacterias de nuestra ropa o del agua contaminada. Si bebemos agua de mar nos entrará más sed y estaremos expuestos a las mismas flaquezas que cualquier ser humano. Existe un énfasis marcado dentro del elemento supervivencia.
No te preocupes, que la dificultad no es la de Dark Souls ni tampoco empezarás rodeado de maleantes. Pero también valoraremos nuestros progresos y logros de otro modo, ya que la idea de fondo nos lleva a las raíces del RPG: no se trata tanto de seguir la línea de puntos que nos deja el guión del juego (el cual se resuelve en unas 60 horas) sino en sumergirnos en la aventura. Y eso lo logra de maravilla. Sobre todo a dos.
Un mundo inmersivo que funciona mucho mejor en cooperativo
A nivel artístico sorprende gratamente el esfuerzo que Nine Dots Studio ha puesto en OutWard: al compás de una banda sonora sorprendentemente resultona se nos abrirá un amplio contraste de tierras, criaturas y efectos de magia que establecen el mimo que se ha puesto en el proyecto. La mala noticia es que esa carga ambiental y de diseño queda en buena parte lastrada por uno de sus palpables puntos flacos: el resultado visual en términos generales.
Llega la hora de hablar del apartado técnico y nos topamos con el primer punto delicado del juego: OutWard tiene el aspecto de un título de la pasada generación, y a rasgos generales no es por una falta de empeño por crear un mundo vivo y orgánico aunque con enormes tramos vacíos, sino porque en ningún momento da la sensación de contar con el presupuesto de una superproducción o estar ante un proyecto en el que han estado involucrados cientos de desarrolladores. Dicho de otro modo: pese a la producción, no consigue deslumbrar frente a lo que esperamos de un proyecto lanzado en 2019.
Verás que la historia y el contexto son ofrecidos durante pantallas de carga que, sin ser tediosas no consiguen pasar lo suficientemente desapercibidas, y una interfaz de juego -especialmente en cuestión de inventarios- que los peceros podrán pasar por alto, pero que supone varios pasos hacia atrás en consolas.
Nos referimos a menús en los que el peso de nuestro equipaje, el cansancio, hambre y sed de nuestro personaje o la propia gestión del maná, las habilidades y la magia se podrían haber integrado de manera mucho más acertada en la experiencia. Porque sí me interesa abordar un mundo abierto en el que tendré que pelear por todos nuestros logros y en el que no contaré con monturas mientras lo atravieso de punta a punta, pero hay demasiados pequeños detalles que -sin sacarme de la experiencia- termino pensando que podrían hacerse de un modo más efectivo.
Pero todo lo anterior, tanto lo bueno como aquello que se podría mejorar, queda relegado a la característica estrella de este juego: lo sencillo y acertado que es su cooperativo.
En cualquier punto de la partida podremos dividir la pantalla si tenemos un segundo mando, ofreciendo también alternativas online sin matchmaking, de modo que podremos abordar todos los secretos, desafíos y maravillas de Aurai en dos sencillos pasos y cuando queramos. ¿Las condiciones?
- Los dos jugadores deben estar en el mismo área, aunque pueden alejarse todo lo que deseen entre sí.
- No veremos un radar que nos indique la posición de nuestro compañero, aunque la brújula nos permitirá encontrarnos.
Por supuesto, Nine Dots Studio se adelanta a nuestras propias intenciones ajustando el nivel de la dificultad de modo que los enemigos pasan a ser algo más fuertes o recibiendo éstos refuerzos de modo que en todo momento el jugador tenga los pies sobre la tierra. Sobre todo, cuando tampoco es posible ni saltar ni nadar.
Pero al final, es ese cooperativo el que acaba dando el punto de identidad a OutWard, de modo que, si bien no consigue destacar sobre otras propuestas de magia y fantasía en mundos abiertos -pese a que parte de una base sólida- encontramos en su modo compartiendo sofá y aventura con otro jugador. Dándonos un ápice extra de esperanza cuando somos abatidos o descubriendo, a la vez, desde dónde nos toca rehacer nuestro camino.
Ahora bien, pese a que la trama de OutWard no tiene demasiadas vueltas, no es un juego que puede exprimirse de una simple pasada. Veremos hasta cuatro facciones y la única manera de que los completistas aten todos los flecos sueltos a nivel argumental es a través de cuatro partidas distintas. Nine Dots Studio no solo encarrila el estilo de juego hacia ofrecer partidas absolutamente únicas e irrepetibles, sino que cuadruplica su rejugabilidad. No está mal, desde luego.
La opinión de VidaExtra
Los puntos flacos de OutWard hacen que no sea un juego para todos los públicos, pero desde luego no es un mal juego. Ni mucho menos. Puede que nuestra motivación no sea salvar a la humanidad, pero es lo suficientemente absorbente como para que no nos cueste perdernos por su mundo abierto mientras experimentamos con el sistema de creación de objetos o exploramos los misterios de la magia.
Llegado cierto tiempo, y jugando a dobles, llegamos a la conclusión de que OutWard da al jugador ese cuidado contraste entre rutinas y libertad con matices únicos que quedaron cimentados con Skyrim o Shenmue. Es decir, más allá de nuestro cometido, lo esencial es exprimir lo que nos ofrece cada nuevo día en un mundo abierto que en el fondo es un lienzo en blanco para nuestras aventuras, sin olvidarnos de necesidades tan mundanas como dormir o comer.
La trama, por otro lado, está más descuidada que las pretensiones del juego. Verás amistad, aunque no habrá romances. No puedes matar a esos NPCs que estén integrados en la línea argumental y pese a que está diseñado para ofrecer una libertad que en el fondo se sostiene a través de la posibilidad de cazar, cocinar o elaborar tus propias armas y armaduras, sólo podrás pertenecer a una facción por partida. Aunque claro, también es cierto que puedes elegir seguir la historia de tu facción o dedicarte a vivir aventuras por tu cuenta. O en compañía.
Es absolutamente injusto comparar la fantasía épica de mastodontes como Bethesda o Square Enix con esta apuesta por la magia, la espada y la exploración con un énfasis especial en la supervivencia. Y pese a que le faltan varios empujones serios para alcanzar el grado de excelencia, OutWard es ese pozo de horas que colmará de aventuras a todo rolero de la vieja escuela.
Lo Mejor: Su modo cooperativo, en especial a pantalla dividida / Lo Peor: No esperes el aspecto visual o jugable de un juego actua
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