A lo tonto llevaba cerca de seis meses sin tocar Fallout 76 debido a que los contenidos y retoques que fue lanzando Bethesda no me motivaron lo suficiente para seguir jugando por Appalachia.
Algo ha cambiado. Y la culpa es de lo que se presentó en su conferencia del E3 2019: ese modo Battle Royale llamado Nuclear Winter donde 52 personas tienen una lucha a muerte donde sólo puede haber un vencedor.
Así tendría que haber sido Appalachia
Teniendo en cuenta que Fallout 76 no es un Fallout puro, por definición, muchos vimos en esta experiencia online algo lejano a lo que imaginamos de antemano, especialmente en lo relativo a tener que convivir con otras personas. No demasiadas.
Lo bueno es que Nuclear Winter logra, en parte, recrear cómo sería esa supervivencia entre tanto ser hostil, más allá de las criaturas mutantes que lo pueblan desde el Día de la Recuperación (25 años después de la caída de las bombas). Porque en este Battle Royale sí que sentimos esa tensión desde el primer segundo.
Al contrario que la norma establecida en en este subgénero, aquí no partimos desde el aire, sino que marcamos exactamente dónde queremos aparecer. Nuestros compañeros de equipo (hasta tres desconocidos; no, no hay opción de jugar directamente con colegas) verán nuestra posición deseada y al acabar la cuenta atrás veremos la posición exacta del resto de enemigos humanos durante unos segundos. Tensión y risas a partes iguales.
A partir de ese instante comienza la lucha por sobrevivir sin que nos atrape la tormenta, con ese fuego que va cerrando cada vez más el círculo de una porción algo diminuta del mapa original de Appalachia. Y ojo, que aquí también nos enfrentaremos a los monstruos de su propio mundo, lo que dificulta (a veces) la tarea de ir de manera sigilosa al explorar.
Fallout 76 es más optimista con su futuro
A nivel jugable sigue siendo Fallout 76, pero con la parte del C.A.M.P. reducida a su mínima expresión. Porque esto no es otro Fortnite.
Ningún jugador parte con ventaja respecto a los demás, salvo por las cartas de S.P.E.C.I.A.L. que lleve equipadas y siempre dentro de un límite para que toda partida esté lo más igualada posible, lo cuál se agradece.
Se nota, eso sí, que aún está en fase beta (como el juego, ejem), sobre todo por lo abrupto que resulta ver cómo termina la partida. Pero da igual las partidas que juguemos, que no será tiempo perdido (salvo por las tediosas y exasperantemente largas pantallas de carga, ejem), porque aquí podremos conseguir puntos de experiencia y chapas para el modo Aventura.
Tenemos, en cualquier caso, nuestro propio nivel de Supervisor dentro de este modo Battle Royale, donde iremos desbloqueando contenido extra y gozando de más accesos dentro del Refugio 51 para saber qué pasó ahí a base de escuchar holocintas accesibles únicamente al alcanzar cierto nivel.
La experiencia la obtenemos tanto a la hora de matar (personas o NPC), como de reanimar a nuestros compañeros o simplemente por aguantar. Sí, el tiempo que estemos con vida también nos reporta experiencia. Ni qué decir tiene que también contaremos con la posibilidad de lanzar una bomba nuclear, para la cuál harán falta cuatro códigos de activación, que se pueden obtener a base de saquear contenedores o hackear terminales.
En definitiva, con Nuclear Winter he empezado a disfrutar de verdad Fallout 76, y lo mejor de todo es que de cara a otoño llegará Wastelanders, la próxima actualización donde se introducirán, por fin, los NPC humanos con opciones de diálogo variadas y un montón de misiones nuevas.
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