NBA 2K15: análisis

2K ha convertido su simulador de baloncesto en la referencia del sector. Crecimos con 'NBA Live' y los macarras de 'NBA Jam' pero el dominio de NBA 2K a día de hoy es indiscutible. Eso sí, como toda franquicia deportiva se enfrenta a un dilema anual: renovarse o morir. Tienen al público bien atado pero justificar la inversión no es tarea fácil.

Con este obstáculo nos llega 'NBA 2K15' con la batuta de “más grande y más fuerte”. Un motor gráfico más pulido, nuevos modos de juego y algunos cambios en el gameplay. ¿Son cambios suficientes? ¿Sigue transmitiendo deporte y espectáculo en esa fórmula que tan bien entienden en Estados Unidos? Descubrámoslo en nuestro análisis.

NBA 2K15: comienza el espectáculo

Sería injusto decir que 'NBA 2K15' es un mero simulador de baloncesto. El deporte en Estados Unidos tiene una dimensión adicional que en Europa no hemos sabido explotar tanto: el show. No solo es un deporte donde atletas de primer nivel hacen jugadas espectaculares: es la previa, el ambiente, el público jaleando… En definitiva: el ambiente y el aura que caracterizan a este deporte.

Esta vez 2K ha puesto más énfasis en estos detalles y es algo que notamos desde que termina el primer tiempo de carga y saltamos al campo. Las presentaciones de los equipos son más detalladas y nos mete en el partido. Esos nervios previos, los nombres sonando por megafonía… Esto es el baloncesto que nos proponen.

A nuestra disposición, todos los equipos de la liga de baloncesto estadounidense y unos cuantos de la Euroliga. Esta vez tenemos unos cuantos más a nuestra disposición y, por ejemplo, los cuatro equipos españoles que nos representan están entre las plantillas que podemos elegir. Por supuesto, están revisadas de un día para otro para registrar todos los cambios que se producen.

Si venimos de 'NBA 2K14' según abramos el juego nos encontraremos con una fantástica sorpresa: los menús por fin están a la altura. Nada de interfaces mal diseñadas y una navegación pobre. Esta vez han sabido aprovechar bien el espacio en todos modos de juego y en detalles como los marcadores. Un cambio muy necesario.

En los controles nos encontramos con pocos cambios. La fórmula sigue siendo muy sólida y sus creadores no han decidido hacer grandes cambios. Lo más destacable es la introducción de la nueva barra de tiro que hace más visual el punto óptimo de cada jugador. Aunque es intuitivo, tampoco rompe el juego y hace que anotar sea más sencillo. Al menos, eso sí, tendremos la certeza de que lo estamos haciendo bien.

Jugando el cambio que notaremos desde el primer momento es el ritmo. Más lento y con unas defensas mejores organizadas. Hace falta trabajarse más los ataques al aro para no depender en exceso de los tiros exteriores. Menos huecos entre los defensores y más opciones para reorganizar a nuestro equipo en los tiempos muertos.

Ojo, no significa que el juego en ataque sea lento y espeso. El balón circula con rapidez y los jugadores se mueven rápido. Simplemente las defensas dejan de ser coladeros pero a poco que juguemos con inteligencia y habilidad podremos tener resultados generosos.

La inteligencia artificial se ha pulido mucho pero en algunas acciones rechina un poco: un árbitro demasiado sensible a las faltas en ataque y algunos porcentajes de tiros libres que resultan ridículos. ¿Dwight Howard trece de trece en tiros libres en un partido? Ni en sus mejores sueños.

Más allá de una jugabilidad bien construída, el punto fuerte de 2K15 lo volvemos a encontrar en los modos de juego. Mucha variedad en la que echaremos horas y horas a poco que nos enganchemos. Bien sea con partidos rápidos como haciendo temporadas de todo tipo y, sin olvidarnos, del modo carrera que cada vez es más grande.

2K, tenemos que hablar sobre tu modo online

Probablemente en este último, junto a las opciones online, sea donde más tiempo pasemos en 2K15. El modo pachanga es una novedad curiosa pero las largas colas hace que no sea nunca nuestra primera opción. Ojo a MyTeam que intenta emular el éxito del modo Ultimate de FIFA invitándonos a comprar cromos para montar el equipo de nuestros sueños.

En resumen: una rejugabilidad que nos tendrá entretenidos durante toda la temporada. Eso sí, en la experiencia online hay que destacar un par de puntos que no han terminado de convencerme. El lag a veces es frustrante y sigue habiendo mucha dependencia de tener conexión a internet para disfrutar de todo el contenido en condiciones.

Si habéis ido siguiendo el artículo de cabo a rabo y no habéis saltado directamente al final, habréis visto los pantallazos de 'NBA 2K15'. Un pequeño salto y donde vamos viendo el potencial de la nueva generación (hemos analizado la versión de PS4) en todo el grado de detalles que derrocha el juego.

Un esfuerzo por modelar cada jugar de la forma más veraz posible y donde no solo las superestrellas quedan retratadas de forma fiel. Además, gracias a los diferentes tiros de cámara podemos ver cada detalle y no conformarnos con las tomas más largas donde no se aprecia el trabajo técnico de los diseñadores.

En la banda sonora nos encontramos con una etiqueta que personalmente me rechina mucho “música curada por Pharrell Williams”. Honestamente no es algo que me diga demasiado, entiendo el gancho pero más allá del proceso de selección no hay una gran innovación.

Canciones conocidas por todos con una combinación de estilos acertada y donde la coletilla de Pharrell Williams no aporta más que un poco de marketing. Los comentaristas mejor en inglés. Me gusta el trabajo de Daimiel y compañía pero, lo siento, en versión original gana muchísimo más.

Conclusiones

¿Compra obligada para los fans del deporte de la canasta? Sin duda. 2K ha hecho una renovación con empaque y ha vuelto a demostrar, como los Bulls del 96, que son un equipo casi imparable. Cumple en todas las facetas con notas y sus únicas pegas son pequeños detalles que, esperemos, se resuelvan con futuras actualizaciones.

Un juego redondo que viene a demostrar que sigue siendo el simulador de referencia. Buen trabajo por parte de 2K que, dentro de un año, tendrá todavía más difícil mejorar su creación.