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Análisis de LOUD, un musical pique entre mi torpeza y la guitarra que apaga el sonido de su historia

¿Quién no ha soñado con convertirse en toda una estrella del rock? Titanes de la música como Mick Jagger, Freddie Mercury o Steve Tyler son leyendas que algunas veces hemos soñado con emular. Confesadlo, todos hemos agarrado una escoba en nuestra casa a modo de guitarra o hemos cantado bajo la ducha como si estuviésemos encima de un escenario.

Esta es la idea que persigue e intenta llevar más allá LOUD, el título de Hyperstrange en el que nuestros dedos lo van a pasar de lo lindo. Y es que el desafío musical al vamos a ser sometidos es un viaje de placer para las manos más virtuosas, al mismo tiempo que conocemos la historia de su protagonista.

Comenzar desde lo más bajo

Definido como una mezcla entre Guitar Hero y Life is Strange por parte de sus autores, la trama nos pone en la piel de Astrid. Esta joven adolescente tiene un sueño muy claro y es el de convertir su pasión por tocar la guitarra en su forma de vida. Pero al igual que le ha sucedido a muchas personas antes que ella, debe venirse muy arriba en su habitación practicando acordes.

Si estáis acostumbrados a los títulos de ritmo y musicales, no hay ninguna sorpresa que os pille desprevenidos en LOUD. Seis mástiles de guitarra aparecen en pantalla para indicarnos por donde vienen las notas, las cuales debemos pulsar adecuadamente en cuanto encajen en un marco que se encuentra en el extremo final. Evidentemente, cuanto más precisos seamos, mejor puntuación recibiremos.

Manteniendo el ritmo sin fallar iremos aumentando el multiplicador de combo para que cada nota aumente la cifra que nos otorga. Además, para añadirle un poco de picante a la canción, aparecerán de forma esporádica algunas notas que habrá que sostener a modo de riff, mientras que en otras habrá que machacar sin compasión el botón correspondiente.

A su vez, sin previo aviso, un área de combo llegará para que sus pocas notas sean todavía una fuente mayor de puntuación. Con todo, al acumular unos cuantos fallos a lo largo del tema, nos iremos derechitos a la caseta sin remedio. Y a la fórmula hay que sumarle el hecho de que podemos escoger dificultad, lo cual le añade varias vueltas a la partida.

Realmente hay un pique para intentar hacerlo bien, ya no digamos para conseguir la fantasía de que ni una sola nota se escape en la canción. A partir de la dificultad media puedes llegar a entrar en ese momento de trance tan típico del EVO Moment #37, en el que no sabes cómo, pero tus dedos están acertando de pleno con cada acorde.

Enlazar notas como si no hubiera un mañana es todo un arte y por ello lanzarse a por la categoría más alta de dificultad está reservado para algunos elegidos -entre los cuales no me encuentro-. Realmente es ahí cuando se nota la influencia de Guitar Hero, con notas bombardeando sin compasión la pantalla, pareciendo que te encuentras en plena escaramuza musical.

Un ascenso meteórico

Otro título que pretendía aunar dos aspectos como la narrativa con la pura mecánica sonora fue The Artful Escape. El título que llegó bajo el ala de Annapurna Interactive supo interpretar perfectamente su rol y es que no se molestó en complicar las canciones reduciendo todo a un Simón dice. El solomillo se encontraba en una historia rocambolesca mientras simplemente disfrutábamos de temazos cósmicos improvisados.

Aquí se ha optado por poner toda la carne en el asador hacia qué puntuación logramos y la nota que recibimos en cada uno de los 14 niveles, dejando en un párrafo aparte la trama. Entiéndase bien, sí que vamos viendo cómo Astrid va pasando de ser un chiquilla en su habitación que recibe su primera guitarra de manos de su padre a cómo su juventud le da una de cal y otra de arena.

Sin embargo, no tenemos ningún tipo de trascendencia en la trama. No hay decisiones, no hay influencia de ningún tipo respecto a cómo de bien toquemos las canciones, nada en este sentido. Todo se limita a imágenes estáticas, en unos fondos sin ninguna clase de animación para un puñado de escenas que terminan de la forma más simple posible.

La influencia de Life is Strange sí que puede notarse por un apartado visual lleno de color, con toques coloreados, diseños que parecen sacados del cuaderno de una joven que se distrae en clase y en la búsqueda de intentar ser quien quieres ser realmente. Con todo, se siente muy escasa la aportación de la trama al contexto general de LOUD. Cabe decir que todo el juego está en inglés, aunque no hay demasiado texto que leer ni es complejo, en caso de que suponga un obstáculo para algún jugador.

Hay recompensas que nos indican que hemos dejado atrás una etapa e iniciamos un nuevo camino. Diferentes outfits para Astrid junto con guitarras todavía más molonas pueden combinarse en el menú antes de que la música salga despedida por los altavoces. Por otro lado, una canción bonus aparece como premio final a todo el esfuerzo tras dar carpetazo a la historia. A pesar de ello, sí que se echa en falta algún modo de juego más que no se limite a aumentar la dificultad de las canciones de la historia.

La opinión de VidaExtra

Depende de qué clase de reto te quieres imponer en LOUD, pero entre unas 2 y 6 horas te puede llevar completar todo lo que ofrece su argumento. Al poner en la balanza el peso específico de cada apartado, se lleva la medalla de oro todos los riffs, acordes y notas que pasan por delante de nosotros.

Es realmente desafiante la obra de Hyperstrange y será un dolor de muelas incluso para los más avezados en el género. Es de lo más natural que estemos reiniciando a las primeras de cambio una canción y es que el pique es constante para conseguir hacer la mejor toma posible.

Con todo, la historia de LOUD tiene una presencia relativa y una importancia escasa. La historia de Astrid no tiene ningún giro de guión importante y es muy evidente cuáles van a ser los derroteros que se van a seguir, dejando aparcadas completamente las sorpresas o nuestra influencia en la misma.

LOUD


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