Es curioso que siendo yo moderadamente fan de los coches y teniendo un bagaje que me ha llevado a probar cientos de juegos, recuerde tan vívidamente la primera vez que probé ‘Colin McRae Rally’, algo que no me pasa con muchos otros juegos que considero bastante más importantes en mi vida como jugador.
Sea como sea de eso hace casi 20 años y, desde entonces, la franquicia de Codemasters ha mantenido un suma y sigue constante que nos hasta el juego del que hablamos hoy, un ‘Dirt 4’ que, sin duda alguna, parece el mayor salto de la saga hasta la fecha.
El gran reto de dominar Dirt 4
Inspirado por el éxito conseguido con ‘Dirt Rally’, una versión mucho más cercana a la simulación que al estilo arcade con el que nació la franquicia, el equipo detrás de ‘Dirt 4’ ha conseguido parir una de esas experiencias completamente personalizable para que, tengas la habilidad que tengas, puedas disfrutar del mundo del rally.
Fue precisamente lo que me ocurrió cuando empecé a jugarlo envalentonado y marqué como prioritario el modo simulación en el que las ayudas se reducen al mínimo y el coche se vuelve una bestia a la que cuesta sudor y lágrimas domar.
No era un problema mío, vi a otros muchos sufrir con la misma intensidad, pero ver jugar a uno de los hijos de los desarrolladores que andaba por allí me enseñó hasta qué punto la práctica hace al maestro y cómo podía acabar dominando a esos caballos desbocados tras horas y horas de práctica.
La buena noticia en ese sentido es que, a diferencia de la simulación hasta la extenuación de ‘Dirt Rally’, en ‘Dirt 4’ no se olvidan del espíritu arcade que catapultó a la saga, por lo que las opciones de personalización y dificultad llegan hasta cotas extremas.
Dando por cerrado el experimento y descubierto mi nivel de manquismo a ojos de todos los presentes, decidí atenerme a las consecuencias y modificar la dificultad para recuperar ayudas y volver a lo que desde Codemasters han calificado como modo gamer, un sistema de juego que mantiene todas las físicas y pijadas presentes en la simulación, pero con un control mucho más terrenal en el que, ahora sí que sí, podía disfrutar de los saltos y los derrapes con toda comodidad.
Juega como quieras
Con esa máxima de la personalización en mente, ‘Dirt 4’ introduce un punto clave en la vida útil del juego, un sistema de generación de pistas en el que, mediante unos controles deslizables, podremos marcar la longitud y la dificultad de la carretera para crear de forma aleatoria infinidad de pistas.
Compartirlas y crear torneos con ellas es sólo la punta de lanza de un juego que no va precisamente corto de contenido, ya no sólo por el número de coches y disciplinas disponibles, incluidos los divertidísimos buggies, también por los campeonatos y pistas que ofrecen sus, por otro lado, 5 escasos emplazamientos.
A todo eso se suma la academia para que el salto entre arcade y simulación sea más asequible, las pruebas al más puro estilo Ken Block y, mi favorito, un modo carrera en el que unirnos a un equipo y ganar el dinero suficiente para, llegado el momento, poder dirigir nuestra propia escudería.
También ahí hay hueco para que cada uno elija qué tipo de experiencia quiere, centrándonos en lo básico o elegiendo incluso a qué ingenieros u otros trabajadores queremos incluir en nuestro equipo, cada uno con sus respectivos perks y habilidades pasivas de cara a ganar más dinero en cada campeonato o que los arreglos del vehículo sean más asequibles.
Con todo, ‘Dirt 4’ apunta a ser uno de esos juegos a los que apetece engancharse durante semanas para los que gustamos de un buen derrape de vez en cuando y, sin duda alguna, una experiencia enorme para los fanáticos del mundo del motor que quieren exprimir hasta la última gota de sus contenidos.
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