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Análisis de Far Cry 6: Ubisoft revoluciona el uso de las armas dentro de un mundo congelado en el tiempo por Antón Castillo

En la actualidad hablar de Ubisoft es hablar principalmente de dos nombres propios debido a su veteranía: por un lado Assassin's Creed; y por otro Far Cry. La saga del credo sufrió una revolución a raíz de Assassin's Creed Origins y con Far Cry 6 la compañía gala planea hacer lo mismo, pero de modo algo diferente.

Ya adelantamos parte de esa revolución con nuestras primeras impresiones de la semana pasada y ahora toca profundizar sobre el tema con nuestro análisis. Y si prefieres ir al grano, te dejamos desde ya mismo con nuestro análisis de Far Cry 6.

Luchando por la libertad en una región paradisíaca

No puede haber un Far Cry sin que esté ambientado en un enclave de ensueño, pero asediado por una alta presencia militar por culpa de algún líder que perdió la cabeza. En esta ocasión nos toca la región de Yara, una isla tropical inspirada en Cuba, la cuál ha retrocedido varias décadas en el tiempo por culpa de un presidente que prometió lo que no está escrito a los yaranos para que reinase la prosperidad en la zona, para descubrir después que habían sido engañados...

Ese tirano es Antón Castillo, al que da vida el actor Giancarlo Esposito (Breaking Bad, The Boys, The Mandalorian) con maestría, como no podía ser de otra manera. Un rostro que impone y ante el que no tardaremos en descubrir su crueldad encarnando a Dani Rojas, protagonista de esta aventura. Una aventura en la que lógicamente lucharemos por la libertad del pueblo. Una libertad ante la que necesitaremos ayuda por parte de la gente de Yara, una extensa región dividida en varias zonas, cada una con un grupo de resistencia diferenciado que cuenta con su propia base y líderes a su cargo a los que habrá que contentar demostrando que somos válidos para esa resistencia, como ya hicieran las leyendas del 67.

A bote pronto puede parecer otro Far Cry, pero nada más lejos de la realidad. Sí que es cierto que conserva buena parte de su núcleo intacto, pero de entrada se notan influencias de otras franquicias de Ubisoft, como The Division o los últimos Ghost Recon de mundo abierto. En relación al primero, por las mejoras que podemos aplicar a cada base de los tres grupos de resistencia; en cuanto al segundo, por la extensión y disposición de su mundo con múltiples lacayos.

La saga Far Cry ha ido evolucionando desde sus inicios al pasar de la sobriedad inicial a ese derroche de carisma a raíz del Far Cry 3 gracias al impacto que supuso Vaas Montenegro. Si bien con Far Cry 4 fue demasiado continuista y quiso arriesgar con Far Cry Primal para ofrecer una experiencia un tanto diferente, el verdadero cambio se empezó a gestar por medio de Far Cry 5. O más bien con su secuela directa, Far Cry: New Dawn. Ahí se atisbó cierto cambio con las armas.

Todo se volvió más primitivo, más crudo, más visceral o casero. Había un punto de locura más marcado, pero también de originalidad y de mayor colorido. De la sobriedad de sus inicios se pasó a un cambio ligeramente similar al que sufrió RAGE 2 respecto a su precursor. Además, fue una aventura en la que no parábamos de recibir nuevas indicaciones al hablar con los habitantes de la zona con más objetivos a cumplir o secretos por descubrir. Su mundo se iba abriendo de modo exponencial y es justo lo que ocurre en Far Cry 6, que salvo el tramo inicial (una isla diminuta a modo de aprendizaje para Dani Rojas) luego nos brinda libertad absoluta a la hora de tomar decisiones para explorar las regiones de Yara.

Y lo más importante, que es donde radica su cambio más radical: ya no habrá opción de mejorar las habilidades de nuestro personaje. Ni puntos de experiencia ni puntos de desafío. Ahora el peso recae en las armas y resto de equipo que llevemos. Y esto se traduce inevitablemente en tener que escoger el equipo más adecuado para cada situación al no haber uno que cubra todas las necesidades de golpe. Un giro a ese ligero componente de RPG en las armas de New Dawn.

Supremo y más equipo diferenciador en Far Cry 6

Gracias a Juan Cortez, uno de los primeros miembros de Libertad a los que conoceremos, se nos dará acceso al primer Supremo. ¿Y qué es exactamente? Una mochila que viene equipada con un ataque/poder especial. Desde una salva de misiles (ideal contra helicópteros gracias a la pasmosa facilidad que tiene para destruirlos) hasta la posibilidad de poder disparar a través de las paredes durante unos segundos o revivir al instante a un compañero caído. Casi como si de una especialización se tratase en el típico shooter multijugador donde hay clases.

Por si fuera poco, el Supremo no se queda simplemente ahí. A esa habilidad activa con tiempo de recarga por tiempo (y a base de matar), hay que sumarle el hecho de que podemos acoplarle hasta cuatro aparatos. En esto sí que es más tradicional, al ser dichos aparatos cócteles molotov, cuchillos, pelotas de béisbol para distraer a los enemigos, granadas y un largo etcétera. La diferencia es que cada Supremo es independiente y podemos intercambiarlos, al igual que las armas estándar, en cualquier momento, sin estar atados a una mesa de trabajo.

Ahora bien, Far Cry 6 no se reduce a la vistosidad de los Supremos, sino que disponemos a mayores de una clase de armas (armas de manitas, para ser exactos) que reinciden en aquel DIY del citado New Dawn. Armas totalmente caseras con mezclas imposibles, como un lanzador de discos de música... que se fragmentan en metralla al impactar sobre el enemigo. Aunque para adquirir esta clase de armas, al igual que con los Supremos, habrá que disponer de uranio empobrecido. Y para hallar este material hay que currárselo antes destruyendo una serie de objetivos muy concretos cuya localización hay que descubrir primero.

También disponemos de armas tradicionales, por supuesto. El arsenal es enorme, además. Desde distintos tipos de fusiles hasta escopetas, pasando por pistolas, lanzacohetes y demás, estamos probablemente ante el Far Cry con mayor (y más variado) número de armas. Y más importante: con un nivel de personalización superior, donde influye sobremanera el tipo de bala (estándar, perforante, venenosa...) dependiendo del enemigo al que vayamos a disparar: salvo con ciertos tiros a la cabeza, si no optamos por la bala adecuada podemos soltar muchas balas antes de que caigan, de ahí que sea vital analizarlos con la cámara.

Lo bueno es que, al igual que ocurre con los Supremos, también podemos cambiar de armas al instante desde el menú de personaje. Y esto se agradece de igual forma con el equipo defensivo, donde disponemos de ranuras para cabeza, pecho, muñecas, piernas y pies. Porque cada equipo brinda distintas mejoras pasivas (que suplen la carencia de habilidades como tal para Dani Rojas), tanto de cara a la protección contra los elementos (fuego, veneno, explosiones...) como de cara a disponer de otra serie de ventajas, como marcar a los enemigos, correr más, etc.

La enorme variedad de su arsenal abruma, aunque obviamente no tendremos acceso a todo ello de entrada. Habrá dos pilares a tener en cuenta: por un lado el nivel de personaje (que subimos cumpliendo acciones que perjudiquen al régimen de Antón Castillo), que va desbloqueando el equipo correspondiente a su nivel; y por otro lado los materiales de los que dispongamos o de los distintos tipos de cajas de suministros, que aquí sirven directamente para obtener equipo o recursos indispensables para su creación. Sí, ahora la exploración tiene mucho sentido.

Yara, una región enorme con mucho por descubrir

Yara también abruma. Si eres de los que agradecen mucho contenido por explorar dentro de un sandbox, aquí tendrás más actividades que nunca en un Far Cry. Y es que al disponer de tres bases de Libertad, es casi como si fuesen tres juegos en uno. Pero no solamente por lo variadas que resultan entre sí esas regiones, sino porque nos brindan actividades muy diferenciadas entre sí debido al entorno.

Sin ir más lejos, en la parte occidental podremos disputar batallas de gallos en plan Tekken, mientras que al sureste tocará algo más calmado con el dominó. Y en cuanto a lo primero sobra decir que para desbloquear al resto de gallos habrá que encontrarlos por toda Yara, por lo que se reincide en esa sensación de que los coleccionables ahora sí tienen más sentido gracias a esa motivación palpable.

En cuanto a las misiones en sí, tanto las de la historia como las secundarias, no faltarán las típicas variantes del género, mezclando un tono serio para algunas y otro más festivo en otras, como hacer un concierto dentro del palacio de uno de los lacayos de Antón para cabrearlo más si cabe con nuestra presencia. Y aquí se nota que lo vamos cabreando, porque al cumplir determinadas misiones irá incrementando la presencia militar, aparte de subir su nivel de dureza. Suerte que, eso sí, se mantendrán todos los puestos que hayamos liberado, como bases o controles en las carreteras. Y estas últimas conviene liberarlas cuanto antes, que circular a más de 30 km/h hará que nos pinchen las rueda... y nos disparen, vaya.

Por otro lado, que haya tanta presencia militar a veces jugará más a nuestro favor, puesto que podremos robar tanques o helicópteros para usarlos contra la milicia de Antón. Y controlar un tanque es toda una gozada, especialmente si eres de esa clase de personas que disfrutan manejando uno en la saga Battlefield de DICE.

El punto de ternura, a la par que locura, viene dado por los acompañantes, que ahora serán todos animales. Desde el cocodrilo Guapo hasta el precioso Chorizo, un perro salchicha con unas ruedas traseras adaptadas a su cuerpo, o el agresivo gallo Chicharrón, cada animal aporta su estilo en base al combate o al sigilo y con tres mejoras pasivas a desbloquear en base a su uso. Y como es evidente les acabarás cogiendo mucho cariño. Y sí, podrás acariciarlos. Incluso al cocodrilo.

Por lo demás, no faltan otros ingredientes típicos en un Far Cry, como la caza de animales (curiosamente ya no habrá plantas para coger) o la búsqueda de tesoros, aquí dividos en dos tipos de misiones algo más sesudas: búsqueda del tesoro como tal, con zona a investigar, documentos a leer y prestar atención al entorno; y una serie de criptogramas donde necesitaremos diversas tablas para traducirlos. El caso es que tendremos un montón de cosas por hacer en Yara, pudiendo compartir la aventura con otra persona en cooperativo, claro está.

¿La pena? Que en consolas de nueva generación nos quedamos sin trazado de rayos, siendo una característica exclusiva de PC. Y eso que PS5 y Xbox Series tienen potencia de sobra. Lo que no quita que se vean de lujo en ciertas situaciones con lluvia o tormenta. Que por algo es el primer Far Cry next-gen. Aunque lo cierto es que podría haber sido más sorprendente en ese sentido.

La opinión de VidaExtra

En definitiva, si te gustaron los últimos Far Cry, esta nueva aventura te tendrá enganchado un porrón de horas, especialmente por el aliciente que supone saber de antemano que los cofres o misiones ofrecen recompensas que sí podemos aprovechar. Además el tema de las armas de manitas y los Supremos es un puntazo que le aporta mucho colorido y estrategias muy diferentes a la hora de afrontar las misiones. Todo ello con un villano de lujo que se va descubriendo ante nosotros poco a poco. Posiblemente el mayor reclamo comercial para Far Cry 6.

Far Cry 6

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