Hace muchos años, en las laderas de una cordillera a miles de kilómetros de cualquier lugar comenzó una fantástica historia. Son Goku, un alegre niño con cola de mono y un enorme talento para las artes marciales, decidió acompañar a una intrépida aventurera por todo el mundo.
El objetivo de nuestro joven héroe: encontrar las dragon balls, unas esferas mágicas capaces de cumplir cualquier deseo. Y, en el proceso, su mayor deseo: volverse todavía más fuerte. Aquello fue el inicio de una gran amistad que derivará en situaciones alocadas, divertidísimos combates y, mucho después, en apoteósicas batallas a través del cosmos.
Lo cual nos recuerda que toda leyenda tiene un origen, y el muy prolífico legado conjunto entre Dragon Ball y Bandai nos lleva a 1986 con un excepcional Dragon Ball: Le secret du dragon. Aunque, como seguramente habrás deducido, aquel no fue su título original. Es más, el título con el que aterrizó en occidente no tenía nada que ver con la obra de Akira Toriyama.
Lanzado bajo el nombre de Dragon Ball: Shenron no Nazo en Japón allá por 1986, Le secret du dragon supuso el debut de Son Goku y sus amigos en Famicom, el sistema de 8 bits de Nintendo equivalente a la NES. No fue el primer videojuego basado en el archiconocido manganime, pero, definitivamente, supuso la primera gran aventura en consolas del niño con cola de mono.
Una aventura que combinaba diferentes jugabilidades alternando el recorrido en escenarios en Top-Down con combates y desafíos plataformeros en scroll lateral. Y, pese a las enormes limitaciones de la época y sus enormes licencias creativas, una sensacional conversión de la obra original a través de sus detalles más sutiles.
Dragon Ball: Le secret du dragon: una aventura grande llena de emoción
Cuando Bandai publicó Dragon Ball: Shenron no Nazo era plenamente consciente de que estaba adaptando un éxito a los videojuegos. Y eso, de por sí, es una responsabilidad con los millones de fans de Son Goku y lectores del Shonen JUMP repartidos por todo Japón. Lo que Bandai no sabía es el enorme legado que nacerá de aquella primera aventura.
Siendo justos, Dragon Ball: Le secret du dragon es una adaptación más próxima al anime que al manga con notables licencias argumentales. Pero su mayor hito entonces y ahora sigue siendo el modo de transmitir el humor de Toriyama y el espíritu aventurero del pequeño Goku. Eso sí, con las limitaciones propias de las 8 bits de Nintendo.
En lo argumental, el juego nos traslada directamente -y sin preludios- al momento en el que Goku y Bulma se conocieron en el monte Paozu y, desde ahí, se completa con pequeñas licencias la búsqueda original de las dragon balls.
A partir de ahí, el argumento del propio videojuego toma su propio rumbo para introducir de un modo original al jugador el Gran Torneo de las Artes Marciales, la incursión del pequeño luchador en una versión alternativa de la Muscle Tower e incluso llevarnos a la Luna. Ese satélite que, por cierto, Toriyama tiende a destruir con cierta regularidad en el Dragon World.
¿Y cómo se defiende Dragon Ball: Le secret du dragon mando en mano? De partida, aquí te dejamos nada menos que 20 minutos de juego con los compases iniciales de la aventura nintendera de Goku.
De partida, Dragon Ball: Le secret du dragon no inventa demasiado: a través de Son Goku iremos explorando escenarios creados en Top Down mezclando elementos de marcada acción y sutiles tintes de exploración. Y, en el proceso, promoviendo que limpiemos la pantalla de enemigos cuyo aspecto es más humorístico que amenazador. Exquisitamente inspirados en los personajes de los primeros capítulos del manga.
Y, si bien, no hay mazmorras en Dragon Ball: Le secret du dragon, la exploración de entornos interiores tiene un peso especial. Un aspecto que es reforzado con combates descaradamente inspirados en el Yie Ar Kung-Fu de Konami y zonas plataformeras convenientemente repartidas a lo largo del juego.
Como es de esperar, las dragon balls, las esferas sobre las que giraba el anime en sus compases iniciales, tienen también presencia en el juego, de modo que al reunirlas el completar los capítulos 6 y 14 del juego podremos elegir entre cuatro recompensas. Multiplicando la rejugabilidad con una especie de Nuevo Juego+ o haciendo un poquito de énfasis en el tono humorístico de la propuesta.
Por supuesto, Bandai regó los escenarios de Dragon Ball: Le secret du dragon con Power Ups inspirados en el manga. Una interesante manera de integrar el bastón mágico o permitirnos ejecutar los Kamehamehas en el juego, pero también de ser fieles al personaje: el temporizador refleja el hambre de Goku, así que nos conviene que el pequeño saiyan no pase hambre.
Mención muy especial a los combates y la integración del Gran Torneo de las Artes Marciales. Si bien, la manera de presentarnos la competición es muy diferente, se nos dará la posibilidad de participar en un gran evento de lucha en la que nos enfrentaremos a personajes conocidos, incluyendo amigos y enemigos extraídos de prácticamente cualquier momento del manga.
Y, si bien, el sistema de combate no ha envejecido bien, no está de más recordar que cuando fue publicado Dragon Ball: Le secret du dragon no existía ni siquiera el Street Fighter original. Otra experiencia de lucha que a día de hoy resulta calamitosa, todo sea dicho.
Pese a sus flaquezas y limitaciones, la mayoría de ellas fruto de su tiempo, Dragon Ball: Le secret du dragon era una conversión excepcional de Dragon Ball a los videojuegos. Quizás no tan lograda como aquel mítico Captain Tsubasa de NES, pero sabía calar entre los fans por méritos propios y por toda una serie de detalles que lo hacen todavía más especial.
Siete curiosidades excepcionales de Dragon Ball: Le secret du dragon y una de propina
A primera vista, Dragon Ball: Le secret du dragon podría parecer un juego del montón para los sistemas de 8 bits de Nintendo. En realidad, y pese a sus limitaciones, es una pieza clave en la amplia historia de Goku en los videojuegos. Y, para muestra, estos siete detalles. Uno por cada dragon ball.
No lo llames Dragon Ball: llámalo Dragon Power
El buen rendimiento comercial de Dragon Ball en las Famicom niponas hizo que Bandai y Nintendo se planteasen llevarlo a occidente. Sin embargo, había un grave problema: nadie conocía a Goku y sus amigos más allá de Japón y Asia.
Como era relativamente habitual, se optó por localizar todos los contenidos y modificar los sprites y la trama para -ya puestos- no lidiar con licencias que tampoco hubiesen supuesto un incentivo entre los jugadores. De modo que Dragon Ball: Le secret du dragon llegó a Estados Unidos como Dragon Power.
Como curiosidad añadida, elementos como la perversión del maestro Roshi y su fetiche por la lencería femenina fueron suavizados, de modo que en lugar de estar obsesionado por las braguitas, era un glotón que perdía la cabeza por los sándwiches. Bien jugado, Nintendo.
El primer juego de Dragon Ball lanzado en el viejo continente
El fuerte estallido del fenómeno de Dragon Ball en Francia logró lo impensable: Bandai publicó y tradujo al francés Dragon Ball: Le secret du dragon para el territorio galo en 1990, siendo un doble hito: además de ser uno de los primeros cartuchos de NES en leerse en francés, supuso el primer juego de Dragon Ball publicado en el viejo continente.
Y no solo eso, en 1993 la propia Bandai repitió la jugada en España publicándose en las NES del territorio español. Y, si bien, íbamos a rebufo de nuestros amigos franceses, fuimos unos privilegiados: además del juego de NES, los jugadores españoles de SNES y Mega Drive pudieron disfrutar de la saga Super Butoden durante la primera mitad de los 90.
¡Shenron, concede mideseo!
Como comentamos, completar los capítulos 6 y 14 del juego significaba obtener las siete Dragon Ball y, por extensión, recibir un deseo del Dragón Sagrado Shenron. En el caso de Dragon Ball: Le secret du dragon podíamos elegir entre:
Capítulo 6
- Que se mueva el título del juego: una recompensa no muy atractiva: al ir al menú principal veremos cómo el dragón que hay en el título se mueve .
- Viajar hacia el futuro: un verdadero atajo en el que Goku viaja al capítulo 11 y se salta todo el torneo de las Artes Marciales.
- Ser más fuerte: nuestro contador de salud pasa de 150 a 250. Nada mal.
- Unas braguitas: volveremos a ver la escena en la que el maestro Roshi es rodeado por braguitas. Un guiño directo al manga.
Capítulo 14
- Que se mueva el título del juego: la misma recompensa que en el capítulo 6: veremos como Shenron se mueve en el menú principal del juego.
- Viajar hacia el pasado: se podría decir que es en realidad un Nuevo Juego +: Goku regresa al primer capítulo conservando todos los progresos.
- Unas braguitas: el juego muestra de nuevo la escena de las braguitas de Roshi. O los Sándwiches si juegas a Dragon Power.
- Hacer Puf-Puf: muy en la tónica del anterior, veremos una escena en la que vuelve a quedar patente la perversión desmedida del maestro de Son Goku.
Akira Toriyama participó en el diseño del juego
Cada vez es más habitual ver contribuciones de Akira Toriyama en los videojuegos de Dragon Ball. De hecho, ya prestó sus pinceles en Le secret du dragon a través del diseño de varios de sus enemigos.
Ese robot me suena
Era frecuente que en los juegos de NES muchos de los enemigos fuesen -básicamente- una variante de color del mismo sprite. Sin embargo, en la primera gran aventura del pequeño Goku algunos de ellos eran realmente originales. Incluso el canalla del Tori-bot, el alter ego de Toriyama, estaba en Dragon Ball: Le secret du dragon.
¿Cómo vencer al monstruo de la Muscle tower?
¿Te acuerdas de Buyon? Aquel enorme monstruo que habitaba en la Muscle Tower era invencible a los ataques de Goku en el manga, en el anime y, además, en el videojuego.
De hecho, para vencerlo en Dragon Ball: Le secret du dragon el proceso es básicamente el mismo que en la obra de Toriyama: debemos romper la pared y esperar a que se congele para darle el toque de gracia.
Dragon Ball: Le secret du dragon: Tramas no tan nuevas, pero creadas a medida
Bandai fue relativamente fiel a la obra original de Toriyama durante la primera mitad del juego, pero la segunda etapa de Dragon Ball: Le secret du dragon es todo un compendio de elementos sueltos inspirados en el manganime atados a una trama creada para la ocasión.
Una manera diferente de invitarnos a escalar la Muscle Tower, participar en el Gran torneo de las Artes marciales e incluso disfrutar de una pequeña aventura original.
Bola Extra: ¡¡Son Goku va a la luna!!
Es bastante probable que si has llegado hasta aquí conozcas los efectos colaterales de que el niño con cola de mono vea la Luna: como si fuera un hombre lobo, Son Goku se transforma en un colosal mono del tamaño de un edificio con un poder colosal. Le secret du dragon, sin embargo, hay un Capítulo en el que nuestro héroe viaja a la luna.
¿Una metida de pata? No exactamente. Se trata de la expansión de una historia en la que deberemos enfrentarnos en última instancia al Jefe Conejo. Y no está de más recordar que en el manga y el anime fue el propio Goku el que lo dejó allí a modo de castigo. Aquellos eran buenos tiempos y Toriyama se tomaba el humor muy en serio.
Le secret du dragon, la primera gran aventura del pequeño Son Goku en los videojuegos
El primer videojuego basado en las aventuras de Son Goku fue Dragon Ball: Dragon Daihikyō, fue lanzado a finales de septiembre de 1986 en Super Cassette Vision y aporta lo justo y necesario de la obra original. Más allá de los diseños del manga, básicamente, deberemos sobrevolar niveles con la nube kinton luchando con el bastón.
Le secret du dragon llegó a las Famicom niponas apenas unos meses después, y pese a todas sus licencias, que no eran pocas, conseguía reflejar el espíritu de las primeras travesuras del pequeño Son Goku y ese tono desenfadado tan característico del maestro Toriyama.
¿Un gran juego? Bueno, quizás no fuese excepcional, pero si lograba algo no tan frecuente entre los videojuegos basados en manga y anime: ser una buena adaptación.
El primer gran juego de Dragon Ball de muchos que llegarán después: tras Le secret du dragon llegaron experiencias roleras, aventuras originales, recreativas con mil experiencias diferentes y, con Dragon Ball Z emitiéndose en televisión, una muy generosa sucesión de juegos de lucha que iban en consonancia con la explosividad del anime.
A cambio, los videojuegos de Dragon Ball fueron perdiendo poquito a poco aquello que nos cautivó de las aventuras del pequeño Son Goku: el espíritu juvenil y ese humor irreverente en el que siempre hay margen para lo políticamente incorrecto. Sobre todo, cuando es visto a través de los ojos de un joven y alegre luchador con un corazón puro.
Sería injusto decir que el legado de Dragon Ball: Le secret du dragon se perdió cuando los saiyans comenzaron a volar y cambiar el color de sus cabellos. De vez en cuando Bandai ha retomado el espíritu de los primeros capítulos del manga a través de videojuegos excepcionales como Dragon Ball Advance Adventure o Dragon Ball Return of King Piccolo.
De hecho, el extra más goloso de la secuela de Dragon Ball Origins, las sensacionales adaptaciones para Nintendo DS de las aventuras del pequeño Goku y sus amigos, es una copia digital del propio Dragon Ball: Le secret du dragon. Un extra que, por desgracia, fue exclusivo de las versiones japonesas.
Y, a la vez, un reflejo de lo lejos que ha llegado Son Goku. Como luchador, claro, pero también como héroe y embajador del manganime a nivel internacional. Y, por supuesto, como súper-estrella de los videojuegos.
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