Black Paradox lo tenía todo para convencerme: matamarcianos con toques de rogue-lite, ambientación con nostalgia ochentera y música synthwave. Pero un buen cóctel no es siempre garantía de éxito. Puede fallar algo.
En el caso de este trabajo de Fantastico Studio, es abusar del componente de rogue-lite para poner a prueba la paciencia del jugador a base de repetir las fases hasta que tengamos suerte con el equipo. Y que como shoot 'em up tenga aspectos mejorables que le impidan destacar frente a la competencia.
En busca de criminales por el espacio
La premisa de Black Paradox no podía ser más simple, ya que somos un cazarrecompensas que tiene que eliminar a siete criminales del espacio. Y no podía importarnos menos, porque lo que queremos es dar unos tiros.
Aunque en el fondo pueda parecer un matamarcianos más, tiene una diferencia capital de entrada: las fases se generan de manera aleatoria (no así el orden de los criminales, ojo, que siempre será fijo) y con el dinero que obtenemos de cada criminal, al igual que de los enemigos estándar, podemos ir al mercado negro para comprar distintos componentes para la nave.
Estas mejoras, también aleatorias, se centrarán en cuatro parámetros de la nave: salud, ataque, velocidad y cadencia de fuego. Y a mayores, cada componente tendrá un beneficio extra, como cierta probabilidad de robar vida con cada disparo, que disparemos un misil, que tengamos escudo, etc.
El problema es cómo se plantea con el juego en acción, porque el dinero reportado será ínfimo en comparación a lo mucho que tendremos que jugar para superar con garantías la tercera fase, donde el pico de dificultad se dispara de modo exagerado. Porque como shoot 'em up no es excesivamente complicado, salvo a la hora de acostumbrarse a ese "patinaje" de la nave.
Black Paradox y la paradoja de la elección
Black Paradox pone a nuestra disposición, además, un arsenal de lo más variopinto y estrafalario, como notas musicales en homenaje al ilustre Giorgio Moroder (de quiénes también se acordaron Daft Punk en la canción homónima), lanzallamas, sierras o las más habituales de los matamarcianos.
La pega es que tan solo conseguiremos un arma extra por fase, de forma completamente aleatoria (pero con decisión de aceptarla o no, claro), lo que acrecenta esa sensación de lo mal planteado que está su componente de rogue-lite al indicir demasiado la suerte en el devenir de cada partida.
Porque hay armas muy malas con las que nos costará mucho más avanzar. Y al principio tampoco contaremos con herramientas interesantes o que estén lo suficientemente potenciadas como para que no influya tanto el arma. A base de repetir tanto llegará un punto en que estamos demasiado cansados.
No ayuda a esa desidia su diseño de fases, prácticamente idéntico salvo por los enemigos que van saliendo hasta la llegada del jefe, que nos sorprenderá por su abrupta entrada. Aunque el juego esconde secretos algo... oscuros.
Con paciencia, llega a enganchar lo suyo
Esos secretos vienen de parte de esa aleatoriedad para las fases, porque de vez en cuando nos saldrá una versión alternativa mucho más compleja donde, tras eliminar al jefe correspondiente, podremos teletransportarnos mediante un portal a un enfrentamiento directo contra... nosotros mismos.
Sí, el Black Paradox contra una versión oscura del protagonista, equipada con todas y cada una de las armas. Su dificultad es, lógicamente, mucho más disparatada que el resto, por lo que no es aconsejable adentrarse ahí hasta que no contemos con unas estadísticas y herramientas más competentes.
Pese a ciertos aspectos mejorables, este shmup de Fantastico Studio puede llegar a engancharnos por lo mucho que nos pica en la tercera fase a que seamos mejores cazarrecompensas, aunque para ello haya que depender también de la suerte con las armas (incluso para el ataque especial, donde proyectamos una versión alternativa de nosotros mismos que dispara durante unos segundos) y del equipo obtenido a base de farmear a lo loco.
Porque después de la primera vuelta queda otra más compleja. Y si vemos que no somos capaces, también está la posibilidad de hacerlo acompañados de algún colega (en modo local) gracias a su modo cooperativo. Lo curioso es que su banda sonora, compuesta por Inward, Hanzo & Randie no brille con la fuerza esperada y que unos pocos temas sean casi melodía de ascensor. En este sentido, la de Monomer para The Mummy Demastered se la merienda.
La opinión de VidaExtra
En definitiva, Black Paradox no es un matamarcianos que vaya a pasar a la historia por culpa de una mezcla con malas decisiones por el camino. Decisiones que aún se podrían corregir, pese a haber abandonado su estado en Steam Early Access, pero que empañan un poco todo lo demás a la larga.
Black Paradox
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