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Tras jugar a fondo a Assassin's Creed Valhalla, me sigue fascinando el nuevo rumbo tomado con este Credo de los Asesinos

Assassin's Creed Valhalla es otro de los lanzamientos más importantes de Ubisoft de cara a lo que se avecina en el futuro (también en PS5 y Xbox Series X) y hemos podido jugar tres horas con calma, días antes de este Ubisoft Forward, para ver de primera mano los cambios y mejoras respecto al Assassin's Creed Odyssey.

Se dice pronto, pero desde el primer Assassin's Creed de 2007, la compañía gala no ha parado con la saga principal, sacando un juego nuevo cada año... hasta ese 2018. Este parón de dos años ha servido para añadir una serie de variables interesantes en Valhalla que pasamos a detallar a continuación con un adelanto.

Assassin's Creed se viste de The Witcher...

La parte que probamos de esta aventura estaba algo avanzada, por el territorio de Anglia Oriental. Es importante este dato, porque lo único que no pudimos experimentar fue el desarrollo de nuestra base, donde podemos reclutar a más gente para nuestro bando y ver cómo prospera nuestro poblado, un poco en la línea de Far Cry Primal. Y todo porque la base está en un lugar muy específico...

Como ya sabíamos, este Valhalla se ambienta en la Inglaterra de la era vikinga, con una nación fracturada esperada a ser conquistada. Nosotros tomaremos el rol de Eivor, nombre escogido para nuestro guerrero, independientemente de su sexo. Y el devenir de la historia dependerá de todo lo que hagamos, puesto que en esta ocasión las consecuencias quedarán reflejadas de manera más fehaciente.

Las sensaciones iniciales, por ambientación y localizaciones, nos retrotraen hasta lo vivido con The Witcher 3: Wild Hunt hace media década, lo que es un piropo. No en vano Ubisoft ha apostado con más ahínco con la faceta de RPG y ha pulido la progresión del personaje con un nuevo menú para las habilidades y distintas mejoras pasivas, basadas en la astrología de aquella época y todas sus deidades.

El núcleo se mantiene respecto al anterior Odyssey, pero hay modificaciones en lo relativo al combate, eso sí. Un claro ejemplo lo tenemos en la sustitución del ataque fuerte, que en este caso cuenta con cuatro accesos directos para desempeñar esa función en base a las habilidades equipadas. En total, contaremos con ocho accesos directos según ataques cercanos o lejanos.

No es lo único que llama la atención en los compases iniciales, puesto que ahora ya no repondremos nuestra vida automáticamente. Ahora dependemos de una reserva de comida, teniendo que recolectar bayas y demás para curarnos al instante o tener alimento almacenado para poder curarnos. De todas formas, no cuenta con un tiempo de uso lento, como en Dark Souls, sino que es de efecto inmediato. Y aquí tal vez Ubisoft tendría que haber sido mucho más agresiva.

Valhalla mejora más si cabe lo visto en Odyssey

Que no pudiésemos acceder a nuestra base no significa que no tuviésemos acceso a elementos relacionados, como el tema de reclutar a más aliados. Esto es sumamente importante de cara a las incursiones, esas batallas de gran calibre donde asediamos asentamientos enemigos para hacernos con su control.

Esto se realiza desde un barco, al que previamente llamamos mediante un cuerno: como el silbido para nuestro caballo, digámoslo así. Y en este sentido, de las dos incursiones que realizamos, nos topamos con una especialmente espectacular tras una larga travesía por el mar, con un sinfín de flechas en llamas cayendo muy cerca de nuestra embarcación. Una proto-batalla de Normandía, en esencia.

Dentro de cada incursión hay enemigos de distinta clase, entre los que están en primera línea y que no oponen resistencia, pasando por los arqueros que no paran de incordiar (ayuda mucho destruir las vasijas en llamas para eliminarlos de esa posición tan ventajosa) y otros de gran tamaño, a modo de semi-bosses. Y todo para rematar, por supuesto, contra el jefazo de turno y acabar robándoles todo su oro y resto de posesiones para que prospere nuestra riqueza de cara a la base.

Hay mucho por hacer en Assassin's Creed Valhalla y toda exploración tiene su recompensa. Hubo un brujo que me recordó en parte a lo vivido contra las exigentes valkirias del último God of War, a la par que comprobé en otro duelo lo difícil que son ciertos animales en combate cuerpo a cuerpo debido a su alta movilidad. Irónicamente, eso sí, la única batalla en la que estuve a punto de fallecer fue contra un humilde pesquero que quería demostrar su honor frente a su hijo. Y todo porque contaba con un ataque con lanzas extremadamente letal.

De entre las novedades, sorprende el añadido de las Anomalías del Animus, una serie de pruebas especiales donde se junta el parkour con la resolución de unos rompecabezas de habilidad... Y con sorpresa de por medio que no desvelaremos.

Un mundo muy vivo y con muchas cosas por hacer

Tres horas dan para mucho en Assassin's Creed Valhalla y por suerte pudimos ver una gran variedad de situaciones, como a la hora de explorar Anglia Oriental sin un punto en concreto, topándonos ante un puesto de lo más inquietante donde parecían realizarse cultos satánicos. O buscando con ahínco a una persona que nos quería retar a un duelo de insultos, a lo Life is Strange: Before the Storm.

Hubo momento para el cachondeo, por supuesto. Tras salvar el pellejo a cierto personaje secundario (podemos decidir el futuro de cada uno en base a nuestras decisiones, cómo no), tuvo lugar una celebración ante la que después pudimos realizar distintas actividades para aliviar tensiones. Y allí la más divertida fue la prueba de la cerveza, para bajarle los humos a Broder demostrando que una mujer también sabe beber. La coña vino luego, tras mostrarme cariñoso después de derrotarlo al llamarlo por el nombre de su hermano Brothir. ¡Menudo rebote pilló!

Fue uno de los aspectos que más me gustaron de esta entrega y sobre lo que se lleva haciendo hincapié desde hace unos años: esa sensación de que su mundo resulta más vivo y con personajes a los que les podemos acabar cogiendo cariño o que nos provoquen simplemente algún tipo de reacción, como unas carcajadas.

Por supuesto, no se corta ni un pelo con las ejecuciones. No en vano somos vikingos. Y hay que recordar que aquí vuelve la hoja oculta. Lógicamente, habrá muchas más armas entre las que escoger para masacrar a los rivales, como las hachas gemelas, espadas o por supuesto arcos para dar rienda suelta a otro tipo de habilidades. Nos sentiremos como en casa si jugamos a las últimas entregas.

Pese a gustarme mucho el rumbo de la saga desde Assassin's Creed Origins, que supo romper esa monotonía en la que se encontraba desde hacía muchos años, no estaba tan entusiasmado de entrada con este Assassin's Creed Valhalla, pero lo cierto es que ha acabado por conquistarme y quiero que sea uno de los primeros juegos con los que estrenar las consolas de la próxima generación.

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