Assassin's Creed: Unity: primeras impresiones

No me costó defender el giro hacia alta mar tomado por 'Assassin's Creed IV: Black Flag'. Disfruté como un niño de las batallas navales de Connor y la experiencia mejoró varios enteros con su abuelo, pero es igual de cierto que habría preferido abordar esa nueva vertiente propuesta por Ubisoft de manos de otra franquicia. Hablando claro, quería un 'Assassin's Creed' y la aventura de Edward no me lo pareció. O mejor dicho, sólo abrazaba aquello que no era santo de mi devoción.

Precisamente por eso la vuelta a la aventura clásica de 'Assassin's Creed: Unity' me tiene especialmente encandilado. No sólo toca volver a recorrer una ciudad de punta a punta serpenteando por los tejados sin pisar el suelo, esa ciudad es París en su época más convulsa. Son dos factores que me vendieron el juego desde el principio, ya cansado de viajes a caballo y en barco.

A viejos males...

Recientemente pude pasar varias horas con una versión previa del juego y pude comprobar si todo el revuelo generado con este 'Assassin's Creed: Unity' está justificado. Creo no equivocarme al afirmar que es uno de los juegos que mejores gráficos nos ha presentado en sus tráilers en esta nueva generación, así que me planté ante la pantalla con la esperanza de que su calidad visual me empujase hacia atrás tirándome de la silla, como en los anuncios de videojuegos de los 80 con niños flipados agarrando el mando como si no hubiese un mañana.

Sobra decir que al no estar ante una versión definitiva del juego la diferencia puede suponer un cambio importante, pero francamente, mucho tendrían que cambiar las cosas para que eso ocurriese. Nada nuevo bajo el sol, tampoco pretendo asustar a los que esperan el juego como agua de mayo. No hay nada que no hayamos visto en otras entregas.

Me refiero a las cargas de texturas tardías, los momentos en los que la acción se ralentiza o salta intentando asimilar lo que tiene que mostrar, muertos con el cuerpo pegado al suelo y las piernas bailoteando o enemigos que segundos después de estar tendidos en el suelo, deciden mover la boca buscando un último aliento de aire.

Molesta porque a estas alturas son cosas que, creemos, ya deberían estar más que superadas, pero también es cierto que llevamos varios años sufriéndolas y nunca han evitado que lo pasemos en grande a manos de esta saga. Como decía queda la esperanza de encontrarnos ante un juego que no estaba en su versión final y puede mejorar de aquí al lanzamiento, pero lo dejo caer porque si al final es eso lo que encontramos, que nadie se pregunte dónde han estado escondidos esos problemas. Ya tocará dar el veredicto final en el análisis.

... grandes remedios

Lo que no necesita más horas de juego para dar buena cuenta de su calidad es la mano de pintura que le han metido al sistema de parkour, ahora igual de accesible para las escaladas que para los descensos, con nuevas animaciones y elementos con los que interactuar. La idea es que con el gatillo pulsado tengamos acceso a dos combinaciones: junto al botón A (X) el personaje ascenderá ayudándose del entorno, mientras que con el B (O) hará lo propio para acercarse al suelo o moverse con agilidad cuando ya estemos en él.

Aquello de vértelas negras para bajar de un pedestal y empezar a rezar para no darte de bruces contra el suelo con un salto a la desesperada ha pasado a mejor vida, y sumado a las posibilidades que ofrece la ciudad para moverte de un lado a otro, entre chimeneas, tejados, cuerdas o atravesando estancias al cruzar de ventana en ventana (no de una forma automatizada como en 'Assassin's Creed III', sino con la posibilidad de dar un rodeo y acabar saliendo por la puerta o el tejado), el viaje del punto A al punto B siempre resulta una opción más que recomendable.

Están las atalayas que nos permiten abrir puntos de viaje rápido, otro más de los coleccionables de los muchos que podremos encontrar, pero en todo momento me ha apetecido más recorrer calles y tejados para desplazarme. Al fin y al cabo para eso hemos venido a París.

La revolución de AC: Unity

Pocos cambios más a nivel jugable, con las nuevas armas y misiones habituales de cada nueva entrega pero presentando un estilo bastante tradicional y añadiendo ideas como una rama detectivesca destinada a resolver asesinatos. No hay pegas por mi parte, no deja de ser la identidad de la saga, pero tampoco me extrañaría encontrarme con alguna sorpresa agradable conforme avanza el modo campaña en la versión final.

La gran baza de este 'Assassin's Creed: Unity' está más allá de la historia principal gracias a la inclusión de misiones cooperativas, robos a gran escala entre cuatro jugadores o la posibilidad de explorar la ciudad de París en compañía de amigos. Modos en los que la comunicación entre compañeros no es imprescinible, pero sí ayuda entrar a jugar con la idea de que todos tenemos que ayudarnos entre nosotros para salir victoriosos.

En los citados robos la recompensa es mayor dependiendo del sigilo con el que actuemos, así que ahí sí se pide a gritos estar con el micrófono conectado para intentar minimizar los daños, pero jugar con amigos no es complemento imprescindible para superar cualquier tipo de misión del juego, así que si quieres hacerlo en solitario sólo tendrás que tener presente que estarás ante un reto preparado para un grupo de asesinos en vez de para un único berseker.

Hay potencial en la idea y queda por ver qué tal le sientan estos últimos días de desarrollo a la mezcla (espero que encuentren otra solución a los asesinos de colores estridentes), pero parece ser uno de esos caminos sin retorno que estas sagas abrazan a lo largo de su vida. El tiempo dirá.

Por lo demás, otro 'Assassin's Creed' para la saca, tal vez no la revolución que muchos quisieron ver en su anuncio, pero sin duda un título que apetecerá especialmente a los fanáticos de los primeros títulos. Me tuvieron que quitar el mando de las manos pese a haber completado todas las misiones principales de la demo, ansioso por seguir paseando por París y descubriendo monumentos, catacumbas y ratas que me acompañasen hasta encontrar de nuevo la cegadora luz del sol. Creo que es una muy buena señal.