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Análisis de Mario Kart Live: Home Circuit: más juguete que tecnología

¿En qué sana cabeza cabe pedirle un precio más alto a algo que no te pareció barato? Es una idea que puede no tener el menor sentido ahora mismo, pero es algo que ha empezado a cobrar más peso conforme jugaba a Mario Kart Live: Home Circuit.

Como en el caso de Nintendo Labo, no puedo más que rendirme a lo que sin duda es otra de las genialidades de Nintendo. En su ya reconocido afán de unir el mundo del videojuego con el de los juguetes, la gran N ha convertido los coches de radiocontrol en una experiencia completamente distinta.

El sueño de cualquier crío

Con un coche de pequeñas dimensiones con Mario o Luigi al volante, la idea detrás de Mario Kart Live: Home Circuit es que corras por tu casa con él como si lo hicieras con un vehículo radiocontrol cualquiera, pero con la particularidad de ponerte al volante desde la pantalla de tu Nintendo Switch gracias a la cámara que hay sobre el bólido.

Una experiencia que se completa con cuatro pórticos que, colocados a nuestro antojo por casa, conformarán el circuito en el que podremos jugar. Gracias a la realidad aumentada, lo que normalmente es un pasillo se convierte en una recta en la que lanzar plátanos, utilizar el turbo y esquivar obstáculos y oponentes.

Con los pórticos ya colocados el juego nos permite conducir a placer para marcar cuál será el recorrido que haremos. Así, la recta que comentábamos puede ser eso mismo o, si lo preferimos, una pista que serpentea constantemente hasta alcanzar el siguiente pórtico.

Luego será el juego en forma de carreras predefinidas, o nosotros mismos al personalizar la experiencia, los que decidiremos si bajo ese pórtico hay un turbo, si hay cajas con power ups, el estilo visual de las mismas o la temática general del circuito y los obstáculos y peligros que aparecerán en él.

Más allá de lo mucho o poco que pueda llamarte la atención todo esto a día de hoy, simplemente intenta imaginar un viaje al pasado en el que despiertas con siete años y esto existe. Y no sólo eso, además está disponible por poco más de lo que cuesta un juego. Difícil imaginar una mañana de Navidad mejor para ese crío.

Mejor videojuego de lo que parece

Con una colección de torneos y pistas equivalente a la de un Mario Kart actual -sorprendente la cantidad de cucamonadas que pueden llegar a adornar tu salón a base de realidad aumentada-, lo único que separa a Mario Kart Live: Home Circuit de un juego con algo más de ambición es la idea de no poder cambiar entre unos personajes y otros o que los adversarios sean siempre los mismos.

Por lo demás ahí tienes las distintas cilindradas que aumentarán la velocidad del vehículo desde los 50 cc hasta los 200 cc, los power ups habituales de la saga que pueden lanzarse hacia adelante o hacia atrás, los modos adicionales como las carreras rápidas personalizadas o las contrarreloj y, como no podía ser de otra forma, la posibilidad de pegar acelerones a base de derrapar sobre la pista.

Ojo a eso último porque da buena cuenta del mimo que hay puesto en esta surrealista propuesta. Aunque el kart está lejos de estar preparado para derrapar, han resuelto el problema la mar de bien (aviso a navegantes, no estáis preparados para el pozo que supone adentrarse en el mundillo de los coches radiocontrol preparados para drifting).

Aunque el vehículo se moverá de forma normal a ojos de los familiares que lo estén viendo girar en una curva, desde la pantalla visualizaremos tanto el salto como la sensación de estar derrapando antes de soltar el botón para aprovechar el turbo. Es una gozada.

Especialmente cuando todo funciona como debería.

Una lista de peros demasiado molesta

Y llegamos a la parte agria de este agridulce bocado. A la parte que le da sentido a esa idea de una futura secuela con algo más de ambición a pesar de lo mucho que le puede afectar al precio.

Mario Kart Live: Home Circuit destila calidad tanto en la parte videojuego como en la de juguete, pero la tecnología que une ambas partes deja mucho que desear.

El kart, con un tamaño muy pequeño pero no lo suficiente para conseguir que cualquier salón pueda ser un escenario perfecto para crear tus circuitos -la mitad de lo que es sería un regalo para la mayoría de hogares-, es sólido y bonito, y se permite el lujo de tener alguna que otra cucamonada, como el lateral que se eleva para dejar a la vista el puerto desde el que cargar su batería.

El problema está en la cámara, con una resolución demasiado pobre y un ritmo de actualización que puede jugarte malas pasadas -al crear un giro cerrado y colocar una puerta poco después es muy probable que no le dé tiempo a reconocerla- y en la pobre conexión que ofrece el vehículo.

Olvídate de crear grandes túneles que pasen por debajo del sofá, hacer que el kart se mueva por detrás de alguna de tus paredes o aprovechar una zona más amplia si hay muebles u obstáculos entre la consola y el vehículo. Es muy frustrante ver cómo el coche acaba estrellado, la cámara se pierde por momentos o la pista y los rivales empiezan a hacer extraños porque algo no está reconociendo bien en qué punto deberían estar.

Un motor gripado a centímetros de la meta

Que no decaiga el ánimo porque la idea es fantástica. Y no lo digo por el usuario que pueda estar planteándose o no la compra, a ese le invitaría a probarlo y pensar en el espacio del que dispone antes de dar o no el salto, lo decía por la propia Nintendo.

  • Ojalá vehículos más pequeños para que jugar a dobles -o en solitario- no sea imposible en un piso de tamaño reducido.
  • Una tecnología de emparejamiento más sólida que no se pierda por estar 10 centímetros más allá de lo planeado -que es poco- o detrás de un mueble.
  • Conseguir que todo ello permita opciones algo más ambiciosas, como ir más allá de montar pistas planas y crear rampas que el vehículo pueda subir y bajar -y que el sistema AR pueda entender sin volverse completamente loco-.
  • Y en definitiva, poder disfrutar de algo que, sin dejar de ser un juguete, no se olvide que está creado por una empresa de tecnología y software al poco de salir de la caja.

Que cueste un poco más si es necesario, pero que funcione a la perfección. Se hace raro tener por ahí drones que llevan enviando imágenes perfectas a tu móvil desde hace años y que Mario Kart Live: Home Circuit esté a kilómetros de esa tecnología.

Entre un producto perfecto pero algo más caro, y un juguete medianamente asequible que no cumple con todo lo esperado, creo que tengo muy claro qué es lo que prefiero. La idea es genial, el juego es una gozada y el coche es una maravilla. Ahora sólo falta que la tecnología que está detrás de Mario Kart Live: Home Circuit uniendo todo eso esté a la altura.

Mario Kart Live: Home Circuit (Mario)

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