Simpático, colorido, un aparente homenaje a la época en la que los plataformas eran los juegos triple A por excelencia y, para rizar aún más el rizo, con una propuesta muy original y un control único. ¿Cómo iba a dejar escapar la oportunidad de probar ‘Snake Pass’?
Sin embargo la duda sobre “cómo narices se hace eso” cada vez que veía a la serpiente enrollarse en una rama con una precisión milimétrica se ha mantenido hasta que me he puesto a los mandos. El puñetazo de realidad no se hizo esperar.
Jugando a Snake Pass
Es lo que probablemente todos los que os habéis interesado por el juego os estaréis preguntando, así que allá vamos. Para movernos en ‘Snake Pass’ lo único que debemos hacer es pulsar R2 para avanzar. Si lo hacemos en línea recta el paso será muy lento, deberemos ir serpenteando con el analógico para acelerar.
Si llegamos a un obstáculo y queremos superarlo deberemos elevar la cabeza pulsando el botón X, mientras que si queremos cerrar nuestros giros para agarrarnos a palos y escaleras deberemos sujetar el botón L2, momento en el que la serpiente seguirá moviéndose pero con una fricción mucho más acusada y velocidad casi nula.
Hasta aquí todo bien, de hecho los primeros niveles son una auténtica gozada en la que poco a poco le vas cogiendo el truco a eso de enrollarte, recuperar coleccionables y salvarte por los pelos pidiéndole al pájaro que te acompaña que sujete tu cola con el botón triángulo para que el peso de tu cuerpo no te arrastre hasta una muerte segura.
Un control infernal
Tras ello llegas a una zona con un tobogán, un divertido descenso que acaba en una laguna (también puedes bucear pulsando el botón cuadrado). Pero lo que no sabes es que a donde acabas de descender no es a un oasis que forma parte de la colorida selva del juego, acabas de realizar tu viaje hacia el infierno.
Los puzles se complican, los checkpoint dejan de tener el más mínimo sentido lógico en sus posiciones, caer supone la muerte o tener que volver a rehacer un recorrido enorme con varias posibilidades de morir o volver a caer, los palos empiezan a moverse y a empujarte antes de que puedas agarrarte a ellos.
No es una cuestión de reto, sabes lo que tienes que hacer en todo momento. Tampoco una cuestión de habilidad, has subido por zonas similares en más de una ocasión. Y por supuesto tampoco es un problema de dificultad porque, de funcionar bien el movimiento de la serpiente, de servir a un esquema lógico o más profundo que no se limite a cuatro botones, una cámara que no ayuda y un pájaro que siempre escoge el peor sitio posible para colocarse en pantalla, ‘Snake Pass’ sería un juego tan original como divertido y asequible.
Una triste decepción
Sin todo eso, o al menos sin la posibilidad de que cuando quieras estar quieto estando bien agarrado a una rama, el bicho se esté quieto y te deje pensar tu próximo movimiento, o que cuando quieres bajar la cabeza y volver a subirla por debajo de una rama para enrollarte la serpiente no empiece a hacerse la picha un lío volviendo a sacar la cabeza por donde no tocaba, me lo habría pasado en grande con el juego.
Ahora mismo el movimiento de la serpiente es como un niño con la vejiga floja que llega a casa después de estar un buen rato aguantándose el pis. Por mucho que le digas que aguante, antes de levantar la tapa ya estará meando por todos lados.
Es cierto que puedes acabar cogiéndole el truco a ‘Snake Pass’, que es lo suficientemente corto para que la frustración no dure mucho y que si tienes ganas de exprimirlo aún más, sus coleccionables te van a tener un buen rato entretenido, pero que el 75% de toda la meada haya caído dentro de la taza nunca ha sido razón suficiente para decirle a alguien: buen trabajo.
Snake Pass
Plataformas | PC, Xbox One, Switch y PS4 (versión analizada) |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Sumo Digital |
Compañía | Sumo Digital |
Lanzamiento | Ya disponible |
Precio | 19,99 euros |
Lo mejor
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Su concepto es muy original y divertido
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Niveles y personajes simpáticos
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Muy buena opción para los completistas
Lo peor
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Su control enturbia todo lo demás
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Llega bastante escaso de contenido
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Las buenas ideas le duran muy poco
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