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Análisis de Kingdom Come: Deliverance, de herrero a guerrero en un impecable ejercicio de rol

Sin avisar y arrasando con todo. Así llegó la guerra a Skalice un apacible día de 1403. La mayor parte de los habitantes de este pequeño pueblo de la región de Bohemia encontraron la muerte aquel día a manos del ejército de Segismundo. Otros, como Henry, escaparon con vida del infierno desatado por el medio hermano de Wenceslao IV, el nuevo rey del Sacro Imperio Romano.

Henry, hijo del herrero del pueblo, perdió a sus padres en ese asalto, pero se convirtió en protagonista de su propia historia. Una historia dentro de otra historia mucho más grande, de una de esas guerras que se estudian de pasada pero que ahora gana protagonismo con el lanzamiento de 'Kingdom Come: Deliverance' para PC, PlayStation 4 y Xbox One.

El estudio checo Warhorse Studios se ha aliado con Deep Silver para distribuir este juego después de cuatro años en desarrollo y varios retrasos encadenados. Con un parche de lanzamiento que pesa lo mismo que el juego original, 'Kingdom Come: Deliverance' viene dispuesto a hacerse con la corona de los RPG y lo intentará conseguir sin una pizca de fantasía.

Con Henry como personaje principal inmutable (apenas podremos cambiarle la ropa, nada más), nuestro papel principal será el de recuperar la última espada que nuestro padre forjó para uno de los señores feudales más importantes de Bohemia. El valor sentimental de esa pieza legendaria le dará a Henry el arrojo necesario para devolver la espada a su legítimo dueño en un acto de redención paternofilial.

Una de las principales bazas de 'Kingdom Come: Deliverance' es su fidelidad histórica. El estudio que ha desarrollado el juego presume de haber conseguido una obra de alto rigor historicista, basada en una historia real y con personajes y ubicaciones reales, extraídas directamente desde 1403. Tendremos a nuestra disposición un códice repleto de detalles clave que nos ayudarán a comprender la realidad de la Europa Central durante el siglo XV.

Más allá del realismo histórico

Quizás lo que más destaca de 'Kingdom Come: Deliverance' es la minuciosidad con la que está construido. Cuando se pone en valor el realismo de este RPG no sólo se busca realzar su fidelidad histórica, sino que también se quiere reivindicar la variedad de mecánicas que posee y el escrupuloso realismo que rebosa cada una de ellas.

Y es que la obra de Warhorse Studios cuenta con muchas capas de profundidad de las que casi se podría decir que ninguna tiene más importancia que otra. Es una exageración, sí, pues hay mecánicas que inevitable y evidentemente utilizamos más a menudo que otras y tienen mayor peso en el conjunto, pero los desarrolladores han trabajado muy bien en el diseño de niveles y han sabido ofrecer variedad a los jugadores para que sean ellos mismos los que aprovechen esa versatilidad.

Es decir, en 'Kingdom Come: Deliverance' se cumple una de las promesas más repetidas del género: puedes resolver la situación de la forma que quieras. No son pocas las veces que hemos oído ese mantra y, siendo sinceros, pocas han sido todo lo reales que hubiéramos querido. En los juegos de rol más modernos, por muchas bifurcaciones que tuviera el camino, la meta siempre acababa siendo la misma: las tortas.

Sin embargo, he podido ser testigo de cómo en este título se ha intentado (y conseguido) hacer que todo funcione de forma lógica. O al menos todo lo lógico que puede ser un videojuego. Ante un problema ficticio puedes pensar una solución real y, muy probablemente, funcione dentro de la lógica del juego gracias a que los desarrolladores han previsto una amplia serie de variables que encajan con las respuestas que los jugadores pueden dar a los problemas planteados.

Esto se ve mejor con un ejemplo libre de spoilers: en un momento de mi partida necesitaba que unos carboneros me dieran cierta información relevante para avanzar en una investigación, pero el portavoz del campamento me pidió a cambio que eliminase a unos bandidos que merodeaban por los alrededores de sus tiendas y que de vez en cuando les atacaban. Pregunté al jefe de los carboneros acerca de la ubicación de los cuatreros, pero apenas alcanzó a decirme que estaban escondidos en algún punto del bosque.

Como veía que la misión se me iba a ir de las manos decidí hacer uso de mis dotes persuasivas y mentí: “ya he acabado con ellos”, dije, “me los encontré mientras venía hacia aquí y acabaron muertos”. Me pilló. El portavoz de los carboneros sabía que estaba mintiendo: si hace un momento no tenía ni idea de que había bandidos cerca, ¿cómo es que ahora decía que ya había luchado con ellos? ¿Acaso podría alguien olvidar algo tan importante? Además, mi ropa y mi espada estaban demasiado limpias como para venir de una pelea en el bosque…

No me quedó otra que salir a buscar a los bandidos, esta vez de verdad, por los alrededores del campamento de carboneros. Tardé un rato en localizarlos pero acabé dando con ellos; eran sólo dos, pero tenían tanta fuerza que tuve que salir corriendo. Varias veces. Después de varias intentonas, decidí volver al campamento para tratar de engañar de nuevo al jefe: le dije que había matado a los bandidos y, ahora sí, me creyó.

¿Por qué? Bueno, había pasado un día desde la última vez que me vio. Volví con restos de sangre en la cara, en las manos, en mis ropas y en la espada. No había razones para desconfiar de mí. Y es que en 'Kingdom Come: Deliverance' todo esto influye; cuando quieres convencer a alguien de algo no sólo basta con tener un buen nivel de persuasión, sino que tanto el contexto como tu aspecto importan. Ir sucio o limpio, con sangre o sin ella, tu fama en la ciudad… Si quieres intimidar ayuda ir con una potente armadura, pero si quieres mostrarte afable ese atuendo juega en tu contra. Todo influye.

Rol profundo, pero sin tedio

Y claro, con este ejemplo es fácil ver también una de las bondades de 'Kingdom Come: Deliverance': las misiones tienen muchas vías de resolución y no son excluyentes entre ellas, sino que puedes saltar entre líneas e incluso llegar a un callejón sin salida y buscar otra forma de acabarla. Puedes estropear todo al final de una misión y tener que reiniciar la búsqueda de pistas para encontrar otra forma de finalizarla.

Lo realmente increíble de este juego es que el estudio ha conseguido darle realismo a su juego pero sin que resulte cansino. En muchas ocasiones la fidelidad es la antítesis de la diversión y lastra en gran medida la experiencia porque te ves más preocupado por cosas rutinarias como comer o dormir, que por jugar y seguir la trama del juego. En 'Kingdom Come: Deliverance' no ocurre eso.

El juego de Warhorse Studios refleja un modo de vida realista sin caer en el tedio. Hay que comer y hay que dormir, pero todo está equilibrado en su justa medida para que eso no afecte al gameplay principal. No le quita protagonismo al juego en sí, sino que aporta un ritmo cíclico que ayuda a dar esa sensación de realismo que, en realidad, no es tan real.

No es un simulador. Se trata de esbozar una vida medieval de la forma más fidedigna posible y se vale de esos mecanismos para evocar sensaciones de rutina, necesidades y peligros. Pero, de nuevo, sin volverse pesado. Son detalles como el hambre, la borrachera, su posterior resaca y los efectos de ambas, los viajes rápidos que no lo son tanto o las noches de oscuridad cerrada imposibles de aprovechar.

'Kingdom Come: Deliverance' quiere que sientas la hostilidad de un país en guerra en pleno siglo XV pero sin atosigarte como si de verdad estuvieras ahí. Y ese punto intermedio realmente funciona. Además, esa libertad guiada por las más básicas necesidades y sensaciones humanas propicia una narrativa emergente que casi diría que es la mitad del atractivo de este videojuego.

Hablando de narrativas, tampoco se queda atrás la ambiental. Merece la pena explorar tranquilamente las tierras de Bohemia, escudriñando los caminos marcados y saliendo de ellos para descubrir nuevos rincones ocultos en bosques y asentamientos. Una narrativa ambiental que, por cierto, está enmarcada dentro de una de las orografías más fieles a la realidad que he visto nunca en un juego.

Cada paisaje parece una fotografía al pasado. Cualquier imagen de cualquier bosque de 'Kingdom Come: Deliverance' es creíble, es real, es algo que te esperarías encontrar durante un senderismo. Porque, como no podía ser de otra forma, este título huye también aquí de cualquier atisbo de fantasía. No recorremos escenarios de videojuegos, sino terrenos existentes fuera de lo digital.

La calidad gráfica no termina con la representación paisajística de la región checa, sino que también pasa por el diseño, modelado y animación de los personajes. Si hay que destacar algo sería, sin duda, la animación facial de los personajes, que se lucen en las cinemáticas y diálogos gracias al escaneo del rostro de los actores que han llevado a cabo los desarrolladores durante la producción del juego.

Lo peor: bugs, sistema de guardado y fluidez de las mecánicas

El resto de soluciones técnicas suponen el punto más negativo de 'Kingdom Come: Deliverance': actualmente la obra de Warhorse Studios está plagado de bugs que dificultan, en mayor o menor medida, la experiencia de juego. He probado la versión de PlayStation 4 (normal, no Pro) y a cada poco tenía que reiniciar la partida porque, de repente, el mapa no se generaba adecuadamente o las texturas no terminaban de cargarse. No suelo ser muy quisquilloso con este tipo de fallos, pero cuando afecta al progreso un bug pasa de ser una tontería sin importancia a un problema grave a solucionar. Sobre todo en un RPG de esta magnitud.

De hecho es muy probable que los bugs no fueran tan puñeteros si 'Kingdom Come: Deliverance' no utilizase uno de los métodos de guardado más incómodos que he visto nunca: aunque el juego guarda partida automáticamente, si quieres hacerlo de forma manual necesitarás gastar una botella de Schnapps, un caro líquido cuya rareza hace difícil asegurarte no perder progreso antes de momentos clave.

He tenido que repetir horas de partida porque un fallo técnico me ha obligado a cargar una partida antigua muy lejana al punto en el que estaba. Está bien que se le quiera dar un toque desafiante al mero hecho de guardar partida, pero precisamente aquí han conseguido (sin querer, supongo) una mecánica tediosa que desentona con el resto del juego.

No es el único elemento fastidioso de 'Kingdom Come: Deliverance', claro, también se vuelven pesados los duelos de espadas (en los que no se aporta mucha información del estado de la propia batalla y del enemigo, además de tener unas mecánicas poco fluidas) o el manejo del caballo (que se vuelve tosco a poco que abandonemos las rutas marcadas).

La opinión de VidaExtra

'Kingdom Come: Deliverance' es un videojuego único, una de esas obras que honra al género al que pertenece y ofrece a los jugadores un territorio salvaje, abierto a la exploración en su forma más realista pero sin llegar a significar un tedio insoportable de esos que lastran la experiencia en pos de un excesivo rigor que resta más que suma.

En cada uno de los rincones de la obra de Warhorse Studios vamos a encontrarnos con esa capa de realismo que los desarrolladores han querido impregnarle: desde su trama principal, cargada de precisión histórica, hasta las mecánicas -sean principales o adicionales- como el combate, el regateo o el mero hecho de afilar las armas.

Aquí todo cuenta y casi todo suma; lo único que no termina de funcionar en esta ecuación es su remate técnico, que sí consigue estropear el juego por culpa de los muchos bugs que presenta: texturas de baja calidad, elementos que no cargan, tiempos de espera demasiado largos, baja tasa de frames por segundo en situaciones específicas…

Por todas sus bondades, a 'Kingdom Come: Deliverance' es fácil perdonarle ciertos fallos técnicos que no salpican la experiencia… Pero es difícil pasar por alto aquellos errores que pueden costarte horas de tu tiempo: no es raro encontrarse con bugs que te obliguen a volver al último punto de guardado que tengas y, dado su peculiar sistema de guardado, nunca llegas a controlar del todo tus checkpoints.

A nadie le gusta perder una hora de partida porque sí. Menos cuando el fallo no ha sido tuyo, sino del propio juego. En un RPG es importante controlar este tipo de aspectos y tratar con respeto el tiempo que los jugadores invierten en tu juego. 'Kingdom Come: Deliverance' no acierta en eso, ni con su método de guardado, ni controlando los fallos técnicos que pueblan su enorme mundo abierto.

Si eres capaz de obviar esos obstáculos -y confiar en que Warhorse Studios acabará solucionándolos metiéndole más parches al juego-, entonces 'Kingdom Come: Deliverance' tendrá pocos peros para ti. Es un hermoso pozo de horas en el que es fácil caer y muy difícil salir, uno de esos juegos en los que puedes echar una tarde sin hacer ni una misión y aun así sentirte embelesado por su mundo. Es rol con mayúsculas.

A favor

  • El realismo que rebosa el conjunto, tanto en la historia como en las mecánicas.
  • La predisposición a la narrativa emergente y el detallismo de su narrativa ambiental.
  • La construcción de sus paisajes.

En contra

  • Los bugs. Actualmente tiene muchos y dificultan la experiencia de juego.
  • Ciertas mecánicas son poco fluidas, toscas.

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