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Análisis de Arise: A Simple Story, sin duda uno de los juegos más bonitos y sorprendentes que he probado este año

Tal y como me ocurrió con GRIS, a Arise: A Simple Story llegué por lo estético, por un apartado visual que ya desde su primer vídeo me llamó enormemente la atención. Ahora, apenas un puñado de horas después, quiero abrazar a este juego como si fuese un perrete. Apretarlo contra mi pecho hasta que se quede dormido.

Arise ha sido una de las experiencias jugables más bonitas que he vivido este año. Un juego sobre la vida y la muerte que, lejos de quedarse en lo precioso de sus paisajes, también me ha sorprendido muchísimo en lo jugable. Todo gracias a ese proceso -tan de Nintendo- de retorcer hasta la extenuación una misma idea.

Como en una película Disney

Arise: A Simple Story está lejos de ser un juego perfecto. Se podría tildar de corto, de lineal y de ser algo torpe en los saltos. De simple, que dirían algunos. De adaptado a las posibilidades, recursos y financiación de un estudio indie, que dirían otros. En cambio, a mí lo que me sale es llamarlo efectivo.

Tras la escena inicial, en la que se ve cómo se quema nuestro cadáver, toca vagar por el mundo de los recuerdos rememorando momentos clave de nuestra historia. Un camino que nos llevará a conocer de dónde viene este anciano y, sobre todo, hacia dónde le gustaría dirigirse.

Para ello iremos superando varios momentos clave de su vida: la búsqueda de un lugar donde vivir, encontrar el amor, el nacimiento de su hijo… Escenarios aislados que pueden recorrerse sin demasiada dificultad y que, como premio a la exploración, nos invitarán a indagar por caminos secundarios para encontrar las distintas estampas que arrojan algo más de profundidad a su historia.

El trabajo a nivel artístico de cada uno de ellos es, sencillamente, para enmarcar. Un desfiladero devastado por un terremoto, un campo plagado de girasoles, flores y abejas, una montaña en pleno invierno. Mi favorito, sin duda, el que da paso al enamoramiento de nuestro particular héroe. Un lago con nenúfares danzantes que, atado a su magnífica banda sonora, bien podría ser el momento cumbre de una película Disney.

Jugar con el tiempo

De poco serviría todo eso sin una idea en lo jugable capaz de hacerle justicia a lo visual y lo sonoro. Con una cámara cinemática que nos va acompañando -a veces fastidiándonos un poco la perspectiva en los saltos- el joystick derecho nos sirve para controlar el paso del tiempo. Así, moviéndolo a izquierda o derecha, retrodeceremos o avanzaremos en una franja concreta del día o el año.

Detener el tiempo, engancharte a una abeja y hacerlo avanzar a cámara rápida para llegar a tu destino. Acelerar una nevada hasta que el hielo consiga crear un puente. Movernos de la primavera al verano para secar el curso de un río y poder superarlo. Una mecánica que, para lo básica que resulta, está increíblemente bien explotada.

Niveles como el desfiladero, con la montaña abriéndose de par en par y con rocas destrozando todo a su paso, es una auténtica genialidad. Una idea que me ha mantenido enganchado al juego de principio a fin casi tanto como su historia y que, por eliminación, acaba fagocitando el poco espíritu plataformero del juego más pronto que tarde.

Sólo esos citados saltos, complejos de aterrizar por la poca sombra que proyecta el personaje bajo sus pies, han conseguido empañar un poco, poquísimo, lo que por otro lado ha sido una experiencia magnífica. De esas que no puedes evitar recomendar. Una de esas de las que, créeme, no quieres saber absolutamente nada hasta que te pongas delante.

La opinión de VidaExtra

No esperaba yo empezar diciembre con otro juego más entre lo mejorcito de 2019, pero debo reconocer que Arise: A Simple Story me ha tocado la patata. Fascinado por cómo se iba desarrollando, tan bonito y a la vez tan videojuego, no es un juego que vaya a cambiarme la vida, pero ha conseguido hacerla un poco más alegre -y triste- durante un par de tardes.

Entra en la categoría de juegos a beber de un trago y disfrutar del tirón. Primero porque no se alarga innecesariamente. Segundo porque es fácil conectar con lo que cuenta, muestra y propone.

Ojalá más juegos como Arise. Títulos que llegan sin intención de hacer ruido, derrochando humildad y obligándote a dormir abrazado a la historia que te acaban de contar.

Lo mejor: un juego precioso a todos los niveles.

Lo peor: algunos problemas de perspectiva en ciertos saltos.

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