Creo que puedo decir sin miedo a equivocarme que cualquier persona que juegue a videojuegos se ha planteado al menos una vez la cuestión de qué ocurrirá con sus partidas y logros a medida que pasen los años. Todos solemos pasar página sin demasiados dramas y acabamos viajando a otros mundos en busca de nuevas experiencias. Sin embargo, hay excepciones.
Death Stranding tuvo un impacto enorme en mi vida. No es una exageración o un recuerdo engrandecido por la nostalgia. Sam Porter me ha acompañado en los mejores y peores momentos, me ha dado paz y ha hecho menos amargas muchas lágrimas. Y por eso todos los años vuelvo por mi cumpleaños para escuchar la felicitación de Mads Mikkelsen. "Un día especial para alguien especial. Se te habrá olvidado, pero a mí no. Feliz cumpleaños".
Y ya que estoy en faena, hago algunos encargos y paseo por el mundo de Death Stranding. Siempre me asquea ver el mundo tan sucio y lleno de porquerías innecesarias de otros jugadores, pero ver otras estructuras verdaderamente valiosas hace que merezca la pena compartir la experiencia.
Mi legado en Death Stranding está condenado a desaparecer
He invertido alrededor de 100-200 horas en Death Stranding, cifras ridículas para quienes lo consideran un mero walking simulator o juego de repartir. Pero estoy seguro de que son muy normales para quienes amáis esta experiencia. Volver siempre es un placer. Es como entrar en un pequeño mundo en el que no existe el ruido del mundo real. No hay presiones ni pretensiones.
Hace unos días fue mi cumpleaños, así que instalé Death Stranding Director's Cut en mi PS5. Escuché la felicitación de Mads Mikkelsen y luego hice algunos encargos simples. Puntué algunas estructuras muy buenas y eliminé otras completamente innecesarias y desagradables a la vista de mi partida.
Antes de acabar, fui a revisar mi red de tirolinas en el primer mapeado de Death Stranding. Puedo decir sin miedo a equivocarme que es mi mayor orgullo en términos de creaciones en videojuegos. Si habéis jugado a LittleBigPlanet, seguro que entendéis el increíble sentimiento de construir algo que todo el mundo puede disfrutar. No hay palabras cuando ves que los likes aumentan.
Allá por noviembre de 2019, estaba haciendo los últimos encargos para conseguir el Trofeo Platino de Death Stranding. Solo me quedaban un par que podía hacer desde el primer mapeado, que es relativamente pequeño y que conocía mejor que mi propia casa. Entonces se me ocurrió una idea: hacer una red de tirolinas para atravesar el mapa de una punta a otra sin tocar el suelo.
El objetivo no solo era hacer más cómodos, rápidos y seguros los últimos viajes, sino crear una megaestructura que sirviese como legado. Quería dejar una huella significativa en un videojuego que significa tantísimo para mí. ¡Y lo hice! Me llevó casi una semana reunir los materiales y establecer todos los puntos de anclado para conectar todo el primer mapa. Y sí, pude atravesar el mapa de punta a punta sin tocar el suelo.
He repuesto y arreglado las tirolinas a lo largo de los años para que la red se mantuviese activa, pero este año me he encontrado con una realidad que me ha entristecido: se me han acabado los materiales y no tengo tanto tiempo como antes para reunir suficientes para arreglar/mantener todas las tirolinas de la red. Algunos jugadores contribuyen, pero no es suficiente.
He repasado el recorrido. Algunas están en buen estado (más o menos) y tienen muchísimos likes (llegando alguna a los 5.000), pero otras están en un estado pésimo. No creo que duren mucho más. Si os soy sincero, estoy bastante triste... quizás más de lo que debería. Podéis ver la revisión de la red en el vídeo que hay al comienzo de esta publicación.
Sabía que este día llegaría antes o después. Todas las estructuras de Death Stranding acabarán desapareciendo a medida que pase el tiempo y caiga el número de jugadores. Y cuando no quede casi nadie, el mundo volverá a estar como lo encontré cuando inicié partida por primera vez para analizarlo, antes incluso del lanzamiento.
Construí la red con la idea en mente de dejar un legado en Death Stranding que durase muchos años y ayudase a tantos jugadores como fuese posible. De ahí los mantenimientos durante los últimos cuatro años. Quizás en algunas vacaciones vuelva a entrar para buscar materiales y reponer las tirolinas que la lluvia destruya. O quizás otros jugadores las mantengan y/o repongan, convirtiendo una obra que se mencionaba en singular en otra de la que se hable en plural. Ojalá nunca desaparezca, pero ni la Antigua Roma logró tanto.
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