Vaya por delante que ‘Dead Island‘ me parece uno de los juegos mas divertidos de este año, que sabe sacar partido a su isla llena de zombies ofreciendo un festival de cortes, ataques en grupo, mutilaciones masivas y sangre con olor a muerto. Pero eso no quita para que sea un producto terriblemente mal finalizado y hecho a retales.
Además de bugs famosos capaces de destrozarte la vida como jugador (como el que te obligaba a reiniciar la partida cuando ya estaba bastante avanzada; terrible para un juego así), en ‘Dead Island‘ tenemos unas cuantas decisiones erróneas y errores de concepto que son realmente divertidos y que sirven para aumentar la sensación de que, aunque Techland lo hayan hecho mal, eso no mata la diversión de serie Z que querían ofrecer.
El tipo de las patadas que no cansan
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En ‘Dead Island’ hay algo fundamental para la narrativa del juego: el concepto de cansancio del personaje. Se supone que es él el que debería marcar los momentos de tensión, los lugares en los que, sobrepasado por la jauría de zombis, el jugador debe tratar de mantener la calma, desarmado y agotado por el cuerpo a cuerpo.
Pero hay un problema: que uno puede pasarse el juego entero dando patadas sin que descienda ni una sola vez la barra de cansancio. Probad a hacerlo en casa: si sois capaces de dar mas de 20 patadas seguidas al aire sin cansaros, os dejo mi teléfono para cuando llegue la Guerra Mundial Z.
‘Dead Island’ y el increíble hombre menguante
Quizás el problema técnico que más se repite en el juego, pequeño pero muy molesto, sea el de cómo las distancias de golpe cambian a antojo de ‘Dead Island’. El protagonista, y da lo mismo cuál escojas porque en todos es igual, parece sufrir una extraña mutación: la misma patada sirve para derribar un zombie alejado del cuerpo a cuerpo que para no poder golpear a aquel al que ya le hueles el aliento a cerebro fresco.
Pero no es solo la longitud de la pierna: también con el brazo es complicado acertar la distancia de golpe cuando no hay reglas claras y el mismo cuchillo sea a veces navaja suiza y otras hacha de leñador.
La convención de actrices porno clónicas
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En uno de esos detalles de homenaje al cine de terror barato del que nace, ‘Dead Island’ coloca en una cabaña la grabación de una película porno de bajo presupuesto que, obviamente, no ha acabado bien. Sin embargo, casi parece que todos las habitantes femeninas de la zona del hotel, la primera del juego, perteneciesen al rodaje de esa película: todas en bikinis minúsculos, con medidas de actriz porno y cara clónica.
Es obvio que es una decisión estética del juego, que unos considerarán desastrosa o no, pero deja bien claro que había que ahorrar en diseño de los personajes que pueblan la isla y la decisión fue utilizar siempre el mismo modelo. Eso da lugar a un ambiente divertidísimo, que acentúa aún más el tono trash del juego.
Red Bull te da alas… Pero no calma la sed
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Si habéis leído ‘La gran superproducción’ de Superlópez (y si no lo habéis hecho, no sé a qué esperáis para leer esa etapa de Jan), sabréis que la frase más repetida del cómic es “¿para qué sirve una script girl?”. Algo así deben pensar los creadores de ‘Dead Island’, que tiene algunos errores de continuidad tremendos a lo largo de todo el desarrollo del juego.
Uno de los que más se repiten es el tema de las bebidas y las comidas: son muchos los habitantes secundarios de la isla que manifiestan estar muertos de hambre o de sed. Y, ok, esto sería algo comprensible: a fin de cuentas una legión de muertos pasea por la isla con mala uva, con lo que ir a por comida es una odisea.
Pero ‘Dead Island’, en una pirueta digna de la mejor comedia de zombies (AKA ‘Shaun of The Dead’), ¡nos ofrece a nosotros, en las mismas salas en las que otros se mueren de hambre, barritas hipercalóricas y latas de bebida energética a tutiplén!
Banoi, donde ataban los zombis con longanizas
No sólo las latas de bebida se regeneran como para calmar la sed de 300 islas infectadas, sino que Banoi entera es un paraíso fiscal en el que nadie mete su dinero al banco. El concepto de que los muertos suelten dinero cada vez que te los cargas funciona muy bien en la zona del hotel (al fin y al cabo, es una región de lujo paradisiaco), pero tiene un momento absolutamente genial cuando acudimos a buscar la tribu de Banoi al interior de la isla.
Para fomentar entre ellos el aislamiento con el mundo y no haber salido nunca de la selva, los indígenas están absolutamente podridos de dinero (y nunca mejor dicho).
Hay muchos más pequeños detalles involuntariamente cómicos en ‘Dead Island’, como que elijas el personaje que elijas los habitantes de la isla siempre te hablan como si fueras hombre, como que empiezas en solitario y de repente te das cuenta de que llevas toda la partida con tres acompañantes (que no ayudan salvo que estés en modo multijugador)…
Esos son los bugs y los fallos de concepción del juego que son divertidos. Otros, como que te quedes atascado en una zona en la que los paisajes comienzan a desaparecer y no hay salida posible (por ejemplo, en la selva, en el avión estrellado), no son ni mucho menos divertidos. Pero el juego sí lo es: no hace falta ser perfecto para conseguir lo que te propones.
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