No voy a contaros nada del E3 2008 que no sepáis ya. El evento ha perdido gran parte del fuelle que tenía en el pasado, y esta última edición ha supuesto tan solo la confirmación de su decadencia.
Sobre lo que se presentó en el mismo, ya os hemos comentado aquí lo más destacable. Pero hoy no quiero hablar del evento en sí (esto no es, por tanto, un resumen al uso) sino de su decaída en los últimos años.
Si tuvieramos que recordar el último gran E3, probablemente este fuera la edición de 2005, en el que las tres consolas que constituyen esta nueva generación mostraron todas sus armas. A partir de ahí, la cosa ha ido cuesta abajo.
Uno de los grandes golpes de efecto fue el cambio de localización que tuvo lugar en 2007, llevándose el evento del centro de convenciones de Los Ángeles a una serie de hoteles en el área de Santa Monica en California, y diluyendo por completo la concentración y la bulliciosa actividad que suponía el tenerlo todo centralizado en un único lugar.
Pero sin duda, la herida de muerte vino con el cierre de la entrada al público en general, y dejando el evento como algo accesible tan solo para unos pocos elegidos (entre 3.000 y 4.000 periodistas acreditados).
La propia Nintendo fue una de las primeras en dar la espalda al evento, cuando decidió realizar la presentación final de la Wii en el Tokyo Game Show de 2005, unos meses después del E3, restándole protagonismo a la feria.
Este cambio, si bien contribuyó a reducir las colas y aglomeraciones, hizo que el evento perdiera ese contexto de feria que le caracterizaba, de gran fiesta para los amantes de los videojuegos, y se convirtiera en una simple convención. Una convención de periodistas y desarrolladoras en el que ambos perdieron quizá la parte más importante de su trabajo: el contacto con el público.
Y es que si bien es cierto que a nadie le gustan las colas, estas resultaban un buen indicativo de las tendencias y los intereses de los consumidores. Basta recordar, por ejemplo, las largas colas que se formaron cuando se presentó la Wii, repletas de gente deseosa de probar la nueva propuesta jugable de Nintendo.
A estos dos golpes de efecto (el traslado de lugar y la reducción de afluencia) se suman las declaraciones de pesos pesados de la industria, como David Perry, fundador de Shiny Entertainment, que opina que el E3 es un engorro, aludiendo entre otros fallos que el concepto está agotado, es caro, los mensajes se diluyen, se ignora a los consumidores y la política de tickets es estúpida.
Y es que este año la pérdida de interés ha sido patente. Las compañías han reservado algunos de los anuncios más importantes y no han llegado a mostrar todo lo que tenían preparado, conscientes de que esta es una presentación para el público generalista. En general la sensación ha sido de que las conferencias han discurrido a medio gas, siendo muy pocas las novedades reseñables. Lo importante es mostrar las propuestas mas casual, si me perdonáis la palabra, aludiendo con esto a los anuncios para el público más generalista y alejado del sector.
En general se ha notado la falta de interés. Y aunque ha habido anuncios interesantes, la falta de ganas de las compañías era patente, para muchas de las cuales la asistencia se ha convertido en un mero trámite. Y ya hay quien amenaza con no acudir nunca más a no ser que las cosas cambien de manera notable.
El E3 tal como lo conocíamos está muerto y enterrado. Es el momento de que otro gran evento tome el relevo. Existen tres grandes cancidatos para ello: la Game Developers Conference en el mercado americano. En Europa, la Games Convention de Leipzig, más cercana a los europeos, y el Tokyo Game Show que tiene lugar en Japón, centrado en el público nipón. Porque el E3, la gran feria mundial, sin duda ya no es lo que era.
Ver 21 comentarios