Sucedió la semana pasada, pero no ha sido hasta unos días después cuando he podido sumergirme en los Coliseos de Elden Ring. Sí, la gran actualización del título de FromSoftware; el DLC que en realidad no lo es, pero queremos convencernos de que sí hasta que a Miyazaki y compañía decida lanzar una expansión como Dios manda.
Mientras ese momento llega, los Coliseos abrieron las puertas para nosotros. Una buena oportunidad para lanzarse a la batalla contra otros jugadores, una práctica muy habitual entre la comunidad Soulsborne. Hay quienes rechazan esa visión de las obras japonesas, ya que prefieren disfrutar de la experiencia de las Tierras Intermedias o Yharnam sin ningún sobresalto.
En mi caso, sí que juego con las funciones online activadas, afrontando las consecuencias de lo que pueda suceder. No busco la disputa, aunque me encaro con quien haga falta para defender lo que es mío; mis almas, principalmente. ¿Hay algún atractivo más allá del que puedo apreciar en el PvP? Es una obviedad teniendo en cuenta la cantidad de personas que optan por este formato y este nuevo contenido para Elden Ring era la oportunidad perfecta para descubrirlo. Spoiler: no ha sido así.
Una odisea olvidada
Según PlayStation 2022 Wrap-Up, he invertido más de 130 horas en Elden Ring este año. No en vano me encargué del análisis en VidaExtra, he recorrido todos los parajes posibles, lo he exprimido hasta conseguir el ansiado trofeo Platino y me encuentro en el New Game +3. Ese ha sido mi primer error para poder jugar en los Coliseos.
Tenemos tres en total: uno en Leyndell, otro en Caelid y un tercero en mitad del Necrolimbo. Un trío de lugares que me conozco al dedillo, pero como no estoy en mi primera partida me toca volver a llegar hasta las colosales puertas de cada uno de ellos. La capital del reino es mi primera parada -tras haber carbonizado hasta sus cimientos- y por fin puedo cruzar el umbral de la entrada.
A pesar de los vídeos que nos enseñaban que hay muchos más pasillos para recorrer en su interior, apenas se puede avanzar hasta la primera sala. Allí aguarda una estatua enorme de Márika, único elemento con el que interactuar para comenzar la partida. Duelo 1 contra 1 con invocaciones inactivas, es decir, todo un clásico de los Soulsborne.
No puedo modificar ningún parámetro, estoy a merced de lo que aparece en pantalla y así salto a la arena. Mi set básico de batalla es el de los cobardes, pues la magia me acompaña en todo momento con el Cetro real cariano. Aparezco en el escenario instantáneamente, con los colmillos afilados, pero ante todo hay que ser un caballero. Saludo respetuoso y, ahora sí, guantazos por doquier. Lo cierto es que me dura un suspiro el rival tras ser ventilado con unas cuantas ráfagas de magia, por lo que toca volver al punto de inicio.
Y... ¿ya está? ¿No recibo almas, un trofeo o algún tipo de compensación por luchar? La respuesta es tan sencilla como no y tan cristalina que deja claros los problemas que rodean a los Coliseos de Elden Ring. No son más que un punto de reunión oficial, un lobby con el sello del estudio y que precisamente por eso debería abarcar más.
Bye bye, PvP
Evidentemente, es turno de probar los otros modos de juego, así que rápidamente me dirijo al Necrolimbo. Allí entro de la misma manera, activo la estatua de Márika y espero a poder escoger entre Combate Épico y Combate por equipos. Es decir, o battle royale sin cuartel o juntar hombro con hombro con desconocidos a ver qué sucede. Una vez más, arraso sin compasión.
Desde luego que achaco este resultado a la pura fortuna y que mis compañeros golpean como un martillo pilón, pero es un entretenimiento vacío. Hay un contador de tiempo de 300 segundos para demostrar quién es capaz de conseguir más eliminaciones, pero es un completo abuso ya que en cuanto un equipo pierde a un jugador, está en una desventaja muy clara.
Sí, el juego limita la cantidad de viales que podemos consumir, aunque todo se reduce a la táctica de apabullar, de convertirse en un maremoto de golpes que no saben ni por dónde te vienen. Ante eso, poco importa la build o el nivel que tengas. Más allá de la pequeña odisea que he tenido que completar para llegar hasta el coliseo de Caelid, me he encontrado con el mismo tesoro: la nada.
Es más, la espera hasta encontrar una partida ha sido de más de 40 minutos queriendo hacerla en tres equipos de dos con invocaciones activas. No tengo gente con la que jugar, así que como atractivo para un ermitaño como yo, no hay nada que rascar. A pesar de todo, me atrevo a afirmar que hasta los jugadores más hardcore de Elden Ring en el PvP encontrarán ausencias.
¿Cómo puede ser que no haya un sistema de torneos? ¿A nadie en FromSoftware se le ha ocurrido presentar una tabla de estadísticas y rankeds? ¿Por qué hay que pelear siempre contra humanos y no podemos hacerlo contra los jefes del juego? Son tres Coliseos, espacios en los que se realizan desafíos de todo tipo que aquí tampoco están.
No hay NPCs nuevos, ningún equipamiento diferente y así podría tirarme todo el día. Ni siquiera puedo combatir con alguien a mi lado a pesar de que hay un sistema de contraseñas. Es un formato vago, al que se le ha puesto muy poco empeño y que desde luego no me ha dado ninguna motivación para pensar que me estaba perdiendo una parte importante de la obra. Para mí, las puertas de los Coliseos han cerrado por completo.
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