Lo que podía haber sido y no fue por desgracia. Todos guardamos en un rinconcito de nuestro corazón a una de las mejores consolas que ha salido jamás de una planta de fabricación. Sega DreamCast llegaba para morir joven y, además, convertirse en mito.
Pero hoy nos enteramos de que pudo no haber sido así y de que Sega luchó contra viento y marea para insuflarle un último aliento de vida. Hoy nos enteramos de que el presidente de Sega por aquel entonces intentó que la consola que Microsoft estaba a punto de lanzar al mercado, la Xbox, fuese compatible con los juegos de la fallecida DreamCast. Una medida que, muy posiblemente, le hubiera dado unos meses más en nuestro mundo.
Isao Okawa, capitán del barco Sega, se reunión varias veces directamente con Bill Gates con el objetivo de establecer puentes para diseñar la compatibilidad entre las dos consolas. La Xbox original todavía estaba en fase de diseño y en Sega, que lo sabían, lo vieron como una oportunidad de salvar a DreamCast.
Una nueva consola que podía salir con un catálogo de juegos bastante importantes y muchos de ellos considerados como obras maestras, la cosa parecía pintar bien. Pero todo se torció cuando en Sega asumieron que querían que los juegos de DreamCast fuesen compatibles con ese sistema de juego on-line que Microsoft preparaba y que acabaría siendo el conocido Xbox Live.
Microsoft se negó en redondo argumentando que las capacidades online sólo serían para los juegos diseñados para la Xbox original. Fue en ese momento cuando se rompió el sueño y DreamCast quedó sentenciada. De poco o nada sirvieron los 900 millones de dólares que el propio Okawa inyectó en la compañía desde su propia fortuna para intentar salvarla.
Okawa murió en 2001, meses después y durante ese mismo año Sega fulminaba a DreamCast de manera oficial. Lástima, pudo haber sido y no fue...
Vía | Destructoid
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