Ya lo decíamos hace unas semanas al hablar de como Nintendo conquistó el mercado femenino: la diferencia de porcentaje entre hombres y mujeres que juegan habitualmente a videojuegos se está reduciendo a pasos agigantados.
Esto, que en principio podría pasar por una mera anécdota, denota el profundo cambio que está sufriendo el mercado de los videojuegos en los últimos años. Ayer mismo mi compañero Dani Candil publicaba un completísimo artículo sobre mujeres y videojuegos. Y este fenómeno no es un hecho aislado, sino la confirmación de que los juegos son cada vez para un público mayor. Una gran noticia, sin duda.
Todas las predicciones futuras apuntan a que el porcentaje entre hombres y mujeres que juegan a videojuegos terminará por igualarse ¿Una predicción demasiado optimista? Bueno, lo cierto es que (y esto es mi propia observación personal) las nuevas generaciones cada vez entienden más los videojuegos como una forma de ocio universal, independiente del sexo, en gran parte debido a que la abundancia de géneros y títulos para todos los gustos es hoy una realidad que no existía hace diez años.
No obstante, es cierto que los que llevamos en esto de los videojuegos desde antes de que se pusiera de moda (vamos, cuando las chicas te miraban rarito por saberte los atajos de 'Super Mario Bros.') estamos asistiendo a cambios radicales en el mundillo. Y lo más curioso es que en gran parte este cambio está encabezado por la empresa más veterana: Nintendo, que ha sabido reinventarse a si misma en el proceso.
No obstante problema que esto plantea para jugadores como yo, que soy lo que podría denominarse un hardcore gamer, apenas se percibe. Y este problema es que poco a poco se nos da de lado. Ya no somos tan rentables. Aunque me gusta la Wii, reconozco que me resulta demasiado "innovadora". Lo de mover el mando es divertido un rato, y 'Wii Sports' es lo más de lo más, pero a la hora de jugar a 'Super Mario Galaxy' o 'Mario Kart', que queréis, prefiero el mando de toda la vida.
Esto no quiere decir que no reconozca el mérito de Nintendo. Simplemente, me he dado cuenta de que la Wii no es para mi. Digamos que busco algo más tradicional. Y digo esto, ojo, después de haber pasado por todas las consolas de Nintendo, y siendo seguidor de Mario de toda la vida.
¿Será que me hago viejo? ¿Que me resisto a cambiar la forma en que he jugado hasta ahora? Probablemente, pero también es la misma razón que me impulsa a resistirme a manejar un FPS con un gamepad, hecho que me provoca urticaria, cuando podría hacerlo cómodamente con un teclado y un ratón.
Bueno, podría si los fabricantes y desarrolladores se molestaran en implementar el soporte para dichos periféricos, algo relativamente sencillo ya que todas las consolas modernas tienen puertos USB. Si la razón por la que no lo hacen es por pereza, dificultades técnicas, o por el mero afán de castigarme por retrógrado, es algo que escapa a mi entendimiento.
El caso es que nosotros también existimos. Los hardcore gamers o más bien old school gamers. Los de la primera NES o el Spectrum (vale, este último me pilló un poco joven, pero alguna partida he jugado).
A medida que las tres grandes empresas se empeñan en conquistar este nuevo mercado casual que tan bien ha sabido localizar Nintendo, no puedo evitar la sensación de que se están olvidando que, al fin y al cabo, fuimos los primeros que compramos sus juegos, cuando aún eran un hobby rarito.
Digamos que ahora los controles de calidad son mucho más laxos, y se lanzan juegos clónicos como churros, ante la avalancha de público ansioso de nuevos títulos (no nombraré ninguno de ellos, pero ya sabéis a que me refiero). Y aunque truños juegos malos ha habido siempre... nunca tantos como ahora.
No obstante, y con esta reflexión termino mi pataleta, es cierto que la frontera entre lo que es casual y lo que es hardcore se difumina cada vez más (a la vez que las propias palabrejas, que siempre he odiado como definición del perfil de jugador).
Me parece que esta vez tendremos que ser nosotros los que tendremos que adaptarnos a un mercado que se está reinventando a si mismo. Y además, es justo reconocer que títulos que surgieron para el mercado casual, como 'Guitar Hero', son auténticas joyas que se han ganado un lugar por derecho propio.
Aunque también es cierto, y en esto me incluyo, que los hardcore gamers de antaño nos hemos convertido, por falta de tiempo, en los casual gamers de ahora, que buscamos la diversión rápida y sin complicaciones. Y eso por no hablar de los juegos que las compañías nos venden como juegos para auténticos hardcore gamers, que no suelen ser más que el mismo refrito FPS de siempre pero aún más aburrido (y con mejores gráficos, eso sí).
Es la forma de empaquetar títulos invendibles para el mercado casual, para a la vez demasiado pobres para los jugadores realmente exigentes. Menos mal que de vez en cuando un 'GTA IV' (pese a sus fallos) o un 'Call of Duty' aparecen para salvar la papeleta.
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